Friday, November 16, 2012

El Discurso de Leonel Fernández y las Protestas de la Ciudadanía


“La hipocresía es un homenaje que el vicio rinde a la virtud”.

François de la Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.

Leonel Fernández fue un gobernante que muy pocas veces se comunicó con su pueblo, aun en aquellas ocasiones en las cuales el país enfrentó situaciones difíciles o conflictivas. Y ello así porque Fernández menosprecia el pueblo dominicano y lo considera incapaz de conceptualizar. 

A pesar de haberse especializado en el área de la comunicación, su deber de tratar los temas y problemas nacionales que afectan a la ciudadanía se circunscribió regularmente a pronunciar discursos los días 27 de febrero y 16 de agosto, discursos más bien políticos cargados de demagogia, para dar la impresión a la ciudadanía de que la República Dominicana se encontraba en vías de convertirse en un país económica y socialmente avanzado. De hecho, en más de una ocasión y casi hasta el final de su mandato, llegó a comparar a Santo Domingo con la ciudad de Nueva York.

Aunque he reconocido en varias oportunidades que Leonel Fernández es un individuo inteligente y astuto, considero que fue un costoso  error político el haberse dirigido al pueblo dominicano por televisión para tratar de justificar (¿y explicar?) el enorme déficit fiscal de su gobierno en el año  2012, lo cual, como es lógico suponer, era un tema que debió ser abordado por Danilo Medina desde el momento de asumir la primera magistratura. Pero el ego y el poder de Fernández son demasiado grandes como para permitir que otro miembro de su partido asumiera el papel protagónico que él entiende le corresponde.

Su discurso estuvo lleno de mentiras que fueron obvias para una gran parte de la población, incluso para muchos de los que simpatizan con él y para aquellos que, no teniendo una formación en economía, se sienten afectados negativamente por la situación económica actual. Más desafortunado para él ha sido el hecho de que dos de los principales funcionarios de su último período de gobierno desmintieron las cifras que ofreció como causas principales del déficit.

Sus propias declaraciones de este mismo año, admitiendo que
utilizó recursos del Estado para apoyar la elección de Danilo Medina como Presidente de la República y el haber incluido en su discurso partidas que ya estaban consignadas en el Presupuesto Nacional para intentar documentar el gran hoyo fiscal de su gobierno, además de haber violado de manera flagrante la Ley de Presupuesto, lo han llevado a hacer el ridículo ante la opinión pública nacional e internacional.

Estoy seguro que la motivación principal para que este individuo perverso decidiera hablar al país no se debe a que tuviera el temor de ser procesado por sus manejos irregulares de los recursos públicos, ya que, con toda razón, tiene la tranquilidad de que cualquier iniciativa para investigarlo o enjuiciarlo será desestimada prontamente, pues es él quien tiene el control de los tres poderes del Estado.

La verdadera razón para dirigirse al pueblo dominicano es que le preocupa que la difícil realidad fiscal que se ha evidenciado tras su salida del Gobierno y que ha merecido el repudio de amplios sectores de la sociedad, incluyendo a las clases más pobres, pueda reducir sustancialmente sus posibilidades de ser elegido de nuevo como Presidente en el año 2016.

Debo advertir, sin embargo, que siempre cabe la posibilidad de que la mayoría del pueblo dominicano con edad de votar nos sorprenda y olvide estos acontecimientos en los próximos tres años, como ha pasado ya en ocasiones anteriores, y vuelva a elegir a Fernández como Presidente de la República en las próximas elecciones generales.

No voy a referirme a los datos específicos utilizados por Fernández para tratar de justificar lo injustificable, por cuanto otros profesionales ya se han ocupado de demostrar sus falsedades y su intento de distorsionar la verdad. Más bien afirmo que el discurso de Fernández ha encendido aún más los ánimos de protesta que varios grupos de la sociedad iniciaron desde que se reveló una situación fiscal que asombró a muchos, pero que debió haber sido conocida de antemano por las clases sociales más conscientes del país.

Los principios personales y políticos que sustento me obligan a estar totalmente de acuerdo con estas protestas pacíficas, pero entiendo que las mismas no surtirán los efectos fructíferos esperados, debido a varios factores que son esenciales para que este tipo de actividades tengan éxito. Esos factores han sido enunciados de manera brillante por Gene Sharp, Profesor Emérito de Ciencia Política de la Universidad de Massachussetts, quien es famoso mundialmente por sus teorías sobre la desobediencia civil y acciones no violentas para lograr el restablecimiento de sistemas democráticos que actúen en beneficio del pueblo, así como por su libro “De la Dictadura a la Democracia” y por la creación de su Fundación Albert Einstein.

Tengo la impresión de que las protestas de varios grupos contra el aumento de impuestos promulgado por Danilo Medina y contra la impunidad de aquellos que usaron su poder para sustraer, dilapidar y desviar fondos públicos no tienen una planificación y estrategia adecuadas, sino que se caracterizan por la improvisación y la dispersión, al tiempo que no cuentan con un liderazgo sólido y moral que ajuste las mismas a un plan sistemático y eficaz.

Lo lamentable de nuestra situación como pueblo es que se ha perdido el equilibrio político y social, ya que el gobierno tiene demasiado poder, mientras el pueblo es relativamente débil y con pocas posibilidades de contrarrestar los desmanes de los políticos que lo ejercen, a menos que se organice y ejerza una presión sistemática a través de distintos modos de protesta con el fin de minar y destruir las bases sobre las cuales se sostiene esta especie de dictadura peledeísta, que es el resultado del uso descarado de los recursos públicos en campañas electorales, de la conversión de un alto número de votantes en parásitos del gobierno y del control y manipulación de una opinión pública que ha favorecido o se ha vendido al partido en el poder.

Seríamos ciegos si no reconocemos que Leonel Fernández lo compró todo… y con dinero nuestro. Compró periódicos y periodistas, comentaristas de radio y televisión, empresarios, jerarcas de la iglesia católica, sindicalistas, congresistas, miembros prominentes del sistema judicial, políticos de otros partidos y de su propio partido.

Como todo régimen político, los gobiernos del PLD, incluyendo el actual, tienen debilidades que deben ser identificadas y atacadas si se quieren lograr los objetivos concretos que deben ser establecidos en la estrategia de resistencia pacífica que se diseñe. Por lo tanto, las distintas formas de protesta pacífica de la población tienen que obedecer al desafío político por parte de la ciudadanía, lo cual aumentará el nivel de empoderamiento de la sociedad.

Es por eso que la lucha para revertir la situación que vive el país es realmente ardua y relativamente larga y requiere de la participación masiva y persistente de los dominicanos, especialmente de los jóvenes y la clase media. Aunque el aumento de impuestos efectuado por el Gobierno y la impunidad podrían considerarse como causas suficientes para ello, aún no se han producido las drásticas medidas económicas que éste tendrá que adoptar para la firma de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y que implica mayores sacrificios para la población y un fuerte aumento de la deuda pública interna y externa.

El momento para actuar es ahora, pero los objetivos y estrategia deben estar muy bien definidos. El aumento de impuestos ya se consumó y una parte significativa de ese paquete fiscal entrará en vigencia el próximo 10 de diciembre.  Protestar solamente para que éste se elimine no tiene mucho sentido. Para ese fin, las protestas debieron complementarse con otras acciones sociales y haber sido mas continuadas.

En realidad, las protestas, movimientos y acciones pacíficas deberan estar encaminados a la supresión del gasto gubernamental dispendioso; a la eliminación de la corrupción administrativa; al sometimiento a la justicia de todos los funcionarios que cometieron actos dolosos; a la abolición de los irritantes privilegios de los congresistas y de los altísimos salarios y pensiones de ciertos funcionarios públicos; a la obligatoriedad de cumplir con la Ley de Presupuesto; y a la debida rendición de cuentas al pueblo dominicano, entre otros.

Se podrá argumentar que una parte importante de la población no paga la energía eléctrica que consume; que los negocios informales (que constituyen un alto porcentaje de la actividad comercial del país) y la mayoría de las personas físicas no cumplen con sus deberes impositivos; que existe una importante evasión de impuestos; y que la carga impositiva es regresiva y afecta más a la clase media que a los grandes empresarios y a la clase rica, pero lo cierto es que los elevados ingresos que recibe el Gobierno de parte de la población en la forma de impuestos no se retribuyen en forma de servicios públicos eficaces y en inversiones que beneficien a la ciudadanía, sino que son despilfarrados y distraídos en beneficio propio por parte de los gobernantes de turno y sus funcionarios.  Y aunque lo segundo no es suficiente para justificar lo primero, la situación nacional se ha agravado a tal punto que ningún servicio público funciona adecuadamente y todo lo que toca el Gobierno se deteriora.

En conclusión, apoyo firmemente las acciones de protesta, huelgas, boicots, resistencia, desafíos a la autoridad y desobediencia civil, que son las principales vías pacíficas para lograr los objetivos deseados por la ciudadanía, y considero que deben continuar ejecutándose, de modo persistente y bajo una estricta coordinación, pero siempre ajustadas a una estrategia diseñada de conformidad con un plan cuidadosamente concebido y bajo la dirección de un liderazgo que merezca el respeto y el respaldo de la sociedad civil. Sólo así se mantendrá el entusiasmo y la motivación de los participantes. La lucha cívica con violencia o integrando a figuras políticas desgastadas o instituciones desacreditadas no tiene sentido y causan un daño considerable a este tipo de movimientos.

Si se llevan a cabo de manera apropiada, es alta la probabilidad de que esas acciones causarán que las bases corruptas del Gobierno peledeísta se derrumben y den paso a la solución de la mayoría de los problemas que agobian a la sociedad dominicana.

Wednesday, October 24, 2012

La Ignorancia Dominicana y el Aumento de Impuestos


“Nada hay más terrible que una ignorancia activa”.
Goethe (1749-1832) Poeta y dramaturgo alemán.

Aunque debemos reconocer que Leonel Fernández es un político perverso y que desprecia al pueblo dominicano, hay que reconocer que es un individuo sumamente hábil, astuto y maquiavélico. Y no lo digo sólo porque se haya quedado con una importante cuota de poder luego de haber concluido su Presidencia a mediados del pasado mes de agosto, sino porque ha sabido manipular a su antojo a los principales actores políticos actuales (Danilo Medina, Miguel Vargas Maldonado e Hipólito Mejía), al tiempo que ha salido totalmente impune de las irregularidades de sus mandatos y ha jugado con la opinión pública como le ha dado la gana.

Hay que quitarse el sombrero ante Leonel Fernández. Hizo todo lo que quiso durante los últimos ocho años, sin posibilidad aparente de que pague por sus culpas. Pero además es casi seguro que vuelva al poder en el 2016 para gobernar a un pueblo masoquista, pusilánime e ignorante, que lo ama y que es “loco con su tíguere”.

¡Caramba! Parece increíble, pero no me cabe la menor duda de que es así.

El pueblo dominicano no debería ser tan desmemoriado como para no recordar que Leonel Fernández y Miguel Vargas Maldonado se reunieron varias veces en el 2009 y una vez por dos horas en el Edificio Diandy XVII, en una noche de abril del 2011, luego de concluidas las elecciones internas que determinaron que Hipólito Mejía iba a ser el candidato del PRD en las elecciones generales. En esas reuniones se acordaron asuntos cuyos detalles el pueblo no conoce aún porque corresponden a la estrategia política de Fernández con miras a las elecciones del 2016. Lo único visible de esas reuniones es aquel famoso “Pacto de las Corbatas Azules”, suscrito en vísperas de la reforma constitucional promulgada en enero del 2010, así como el comportamiento posterior de Vargas Maldonado que todos conocemos.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que la división del Partido Revolucionario Dominicano y la ausencia de una oposición eficaz a los desmanes del Gobierno ya estaban previstas y previamente coordinadas en las reuniones que se realizaron con Vargas Maldonado.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no deducir que la reunión de Leonel Fernández con Danilo Medina el martes 26 de junio del 2012 en el Palacio Nacional no fue para “conversar sobre la perspectiva social, económica y política de la República Dominicana, así como de la situación internacional”, sino para que Medina recibiera de Fernández las instrucciones sobre cuál debía ser su actitud y sus acciones ante el desastre fiscal que recibiría al tomar posesión de la primera magistratura. De igual manera, cuáles funcionarios del Gobierno de Fernández debían ser confirmados en sus puestos y cuál debía ser su actuación con respecto a la corrupción rampante del Gobierno que le precedió.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que la elección de Danilo Medina como Presidente y de Margarita Cedeño como Vice-Presidente se corresponde con uno de los puntos principales de la estrategia política de Leonel Fernández, quien invirtió mucho tiempo, esfuerzo y dinero del presupuesto nacional para que esa posibilidad pudiera convertirse en realidad y fuese él la figura clave detrás del poder y la principal en el PLD.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no darse cuenta de que Danilo Medina, un individuo inteligente pero sin carisma de líder, conocía bien la situación fiscal del Gobierno desde mediados del 2012 y que la conocía mucho mejor cuando tomó juramento como Presidente.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que el Gobierno de Danilo Medina nunca ha dudado en hacerle tomar al pueblo el trago amargo del aumento de impuestos, sin importar lo que piensen los distintos sectores de la vida nacional, porque eso fue lo mismo que hizo cinco veces Leonel Fernández durante su Gobierno. Es un trago amargo que el pueblo dominicano está más que acostumbrado a tomar.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no entender que el partido que fundó el Profesor Juan Bosch no es el mismo partido cuya propiedad pertenece ahora a Leonel Fernández y que el eslogan de “servir al partido para servir al pueblo” no es más que un sofisma para engañar a la gente. Es obvio que no es a un partido, sino a todo el pueblo dominicano al que deberían servir directamente las autoridades nacionales, pero ocurre que éstas y los altos dirigentes del partido se han convertido en una banda de vulgares delincuentes que se sirven del presupuesto nacional para enriquecerse ellos, sus familiares, sus compañeros y sus cómplices.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que el parche de nuevos impuestos presentado por el Gobierno de Danilo Medina se iba a imponer al país a como diera lugar, sin que hubiese un sacrificio efectivo por parte del Gobierno, del Congreso y de las instituciones públicas descentralizadas y sin que el pueblo dominicano pudiera encauzar su protesta a través de una huelga general indefinida, única forma de llevar al Gobierno a efectuar una verdadera reforma fiscal integral, la cual tiene necesariamente que contener la reestructuración, reducción y reorientación del gasto público; la eliminación del dispendio, de los barrilitos, de las nominillas, de la sobrevaluación de obras y de la duplicidad institucional; el control absoluto del endeudamiento externo; el ajuste de la tarifa eléctrica y el cobro efectivo de la energía servida a todos ciudadanos del país; la renegociación de los contratos con los generadores; la eliminación total de los subsidios; y la obligación de que el Gobierno asuma el déficit cuasi-fiscal, entre otras importantes medidas, sin las cuales pronto nos enfrentaremos a la necesidad de otra “reforma fiscal”.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que cualquier reducción que pueda producirse en el monto total del paquete impositivo que será aprobado por el Congreso, será compensada con un aumento en el financiamiento externo o interno, lo cual incrementará aún más la deuda pública, una deuda que, de una forma u otra, somos nosotros quienes la debemos pagar y que ya absorbe más del 40% del presupuesto nacional.  Esto significa que de cualquier manera es la ciudadanía la que pagará por los platos rotos por Leonel Fernández.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no comprender que el aumento de impuestos y, por tanto, de los ingresos del Gobierno, no generarán ninguna mejoría en los servicios públicos básicos o la protección social que éste debe brindar a la ciudadanía y que los nuevos recursos sólo servirán para lo que los funcionarios del Gobierno hacen muy bien: dilapidar nuestro dinero, endeudarnos cada vez más y distraer en beneficio propio una parte sustancial de esos ingresos. Tampoco significa que desaparecerá el desorden general que prevalece en el país como resultado del irrespeto total a las leyes y a las personas, la falta de autoridad y el pésimo ejemplo de las autoridades, que son los primeros en violar las leyes, ni que se superarán los graves problemas de la injusticia y exclusión social, así como los altos niveles de desempleo, la inmigración masiva de haitianos, la delincuencia y el narcotráfico.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que el aumento de impuestos, que muchos consideran necesario, no surtirá los efectos deseados y será un esfuerzo inútil si no se eliminan por completo las causas que han originado los grandes deficit fiscales en los últimos años.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que el enorme déficit fiscal del Gobierno no es consecuencia de que no paguemos suficientes impuestos, pues las recaudaciones de los últimos años han sido las más elevadas en la historia tributaria del país, sino que se ha debido a la perversidad e indolencia de un gobernante que antepuso sus intereses personales al bienestar de todo un pueblo.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no estar consciente de que, una vez que el Congreso apruebe el nuevo aumento de impuestos, la clase media será afectada negativamente  y la clase pobre se hundirá más en la miseria, aumentando el porcentaje de la población que vive en condiciones de pobreza y extrema pobreza.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que se ha mantenido aportando sumas cada vez más elevadas al erario público, sin que pueda ejercer debidamente los derechos consagrados a su favor en la Constitución de la República.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que lo que está ocurriendo hoy en el país es porque nuestro sistema político no cumple con los requisitos para que la República Dominicana sea un Estado Social y Democrático de Derecho, tal como lo consagra el Artículo 7 de su Constitución, pues no está cimentado en el respeto a la dignidad humana, en la separación e independencia de los poderes públicos y en el cumplimiento de los derechos y garantías fundamentales de los ciudadanos que se encuentran detallados en el Título II de ese “Pedazo de Papel”, que muy pocos dominicanos han leído y que los gobiernos de Leonel Fernández violaron de manera reiterada luego de éste haber hecho en tres ocasiones el juramento solemne contemplado en el Artículo 127: “Juro ante Dios y ante el pueblo, por la Patria y por mi honor, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes de la República, proteger y defender su independencia, respetar los derechos y las  libertades de los ciudadanos y cumplir fielmente los deberes de mi cargo”.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que el Consejo Económico y Social es un órgano de consulta del Poder Ejecutivo, que no tiene ninguna facultad para negociar o imponer medidas y que fue utilizado por Danilo Medina y Temístocles Montás como instrumento de conveniencia para dar al pueblo la impresión de una democracia que no existe y de que el plan para aumentar los impuestos podía variar significativamente, cuando es evidente que la intención fue siempre enviar la propuesta al Congreso para que, luego de un show de “vistas públicas”, éste la apruebe de manera expedita.

El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no reconocer que no tiene la más mínima posibilidad de impedir el próximo aumento de impuestos, ni los que le seguirán a ese, pues hace muchos años que desapareció el liderazgo político, sindical, estudiantil y militar que le permitía al pueblo unirse y protestar. Ya no existen líderes para defender a un pueblo que ha renunciado a su condición de pueblo y a su dignidad, un pueblo que parece no interesarle que lo defiendan y que está a merced de sectores que lo han traicionado, que se han vendido o dejado comprar por los políticos en el Gobierno y cuya mayoría tiene sus representantes en el Consejo Económico y Social.

Por cierto, si lo que he escrito aquí no se corresponde con la verdad, entonces el ignorante soy yo.

Monday, October 08, 2012

El Presidente Medina y su Propuesta de Aumento de Impuestos


"El arte de los impuestos consiste en desplumar el ganso de forma que se obtenga la mayor cantidad de plumas con la menor cantidad de protestas."
Jean-Babtiste Colbert (1706-1790) Político Francés

En relación con el último artículo que publiqué el pasado 6 de agosto, titulado “Parafraseando a Bosch: La Corrupción Dominicana”, uno de mis lectores escribió que esperaba leer en este Blog mis comentarios sobre el Gobierno de Danilo Medina que “acaba de inaugurarse”. 

A pesar de que solamente han transcurrido 54 días desde que el Gobierno de “corregir lo que está mal, continuar lo que está bien y hacer lo que nunca se hizo” inició su gestión, se han producido ya varias señales que indican con relativa claridad hacia dónde se dirige el Presidente Medina: (a) Fueron confirmados en sus puestos varios funcionarios del Gobierno de Leonel Fernández que habían sido señalados como corruptos y responsables del desastre de ese Gobierno; (b) Otros funcionarios aprovecharon la oportunidad de la transición para asignarse prestaciones y pensiones a niveles escandalosos, sin que el Presidente dijera nada al respecto; (c) Aunque en los primeros días de su mandato, el Presidente adoptó algunas medidas que insinuaban una ligera inclinación a la austeridad, se ha evidenciado que ello se debió a la falta absoluta de recursos que existe en el Gobierno; (d) No se ha producido ningún cambio en el despilfarro que representan las nominillas a favor de los compañeros de base del partido, los pagos a periodistas comprados, los barrilitos y privilegios de los congresistas y la corrupción indetenible a todos los niveles de la administración pública; (e) Fue prácticamente anulada la acción del Procurador General de la República para que se revocara el auto mediante el cual la DPCA dispuso el archivo definitivo del expediente de Félix Bautista, luego de ser llamado al despacho del Presidente y de haber recibido todo tipo de críticas de funcionarios de su Gobierno y de miembros prominentes de su propio partido; (f) En ningún momento durante estos 54 días el Presidente de la República le informó a la ciudadanía, como era su deber, sobre la caótica situación de las finanzas públicas y de las instituciones gubernamentales que recibió de su predecesor; y (g) Medina ha continuado la práctica de “borrón y cuenta nueva” de los gobiernos anteriores, con lo cual otorga su bendición a las fortunas mal habidas de sus corruptos compañeros de partido.

Ahora resulta que la mayoría de los dominicanos desconocía, como ocurre generalmente en pueblos sumidos en la ignorancia, que Leonel Fernández le dejó en herencia a Danilo Medina un descomunal déficit fiscal que para finales de este año se estima en unos $187 mil millones de pesos, dentro del cual se encuentra el costo de la elección de Medina como presidente del país y que los dominicanos hemos pagado con dinero de nuestros bolsillos, una información que el actual Presidente conoce a la perfección sin que haya mostrado ningún signo de remordimiento.

La consecuencia de este enorme déficit fiscal será la imposición de un programa de aumento de impuestos, aunque al pueblo dominicano ignorante se le engañe siempre con el término “reforma fiscal”. El Presidente Medina, al presentar la propuesta de dicho programa ante su Consejo Económico y Social expresó que “la realidad es dura. Particularmente, para mí es un trago amargo …. [pero[ en este momento se requiere del esfuerzo y sacrificio de todos. Si no hacemos la “reforma”, sencillamente nos tendremos que cruzar de brazos”.

¡Qué panorama más tétrico ha presentado el Presidente para hacer que el pueblo sea quien tome el trago amargo! Sus palabras no revelan ninguna intención de castigar a los responsables de esa barbaridad. Aún cuando todos sabemos, desde antes de las elecciones de mayo, que quien realmente mantiene el control político de la nación es Leonel Fernández y que en opinión de muchos Medina tiene las manos atadas, debemos admitir que haberse quedado callado y no haber informado al pueblo es una verdadera irresponsabilidad de parte de este último.

Cuando Medina habla de “sacrificio de todos”, ¿A quién se refiere? ¿A todos los dominicanos? Por supuesto que no. Solamente se refiere a personas como usted y como yo.

Definitivamente puedo asegurar que Medina no se refiere a los ladrones del Congreso Nacional, ni al Poder Ejecutivo, ni a los Ministros del Gobierno, ni a los miembros del Comité Central del PLD, ni a Leonel Fernández y su Fundación, ni a los miembros de la Cámara de Cuentas, ni a las autoridades del Banco Central o de las Superintendencias de Bancos, de Seguros, de Pensiones y de Valores, ni a las autoridades de la Junta Central Electoral, ni a la más alta jerarquía de la iglesia católica, ni a los contratistas de obras del Gobierno, ni a los grandes empresarios y gente rica del país enquistados en las distintas áreas del sector público, ni a los generadores y distribuidores de electricidad, ni a los partidos políticos que reciben anualmente cientos de millones de pesos con cargo a los impuestos que pagamos, ni a los militares de alto rango que tienen posiciones ejecutivas, ni a los que manejan el negocio de la inmigración haitiana, ni a los grandes y pequeños corruptos del tren administrativo público, ni a los cónsules y diplomáticos nombrados y mantenidos en sus puestos por el Canciller, ni a los funcionarios públicos y militares involucrados en el negocio de las drogas, el narcotráfico y la delincuencia; en fin, no incluye a ninguno de aquellos que se benefician directa o indirectamente del Gobierno y de su política favorable a la corrupción y a la dilapidación de nuestros recursos. Para ellos no hay sacrificio. Ni antes, ni ahora, ni después.

¿Cuáles son los resultados que puede esperar la ciudadanía a partir del próximo año cuando se imponga al pueblo el nuevo programa de aumento de impuestos?  

Salvo el mejor parecer de mis lectores, considero que debemos esperar resultados muy negativos para nosotros. El desenlace será igual a los cinco aumentos de impuestos realizados en los gobiernos de Leonel Fernandez, el último de ellos convertido en Ley por el Gobierno de Fernández a mediados del 2011 para “disminuir el déficit fiscal y mantener el acuerdo con el FMI”, el cual terminó, con un déficit fiscal de RD$57 mil millones; es decir, un resultado  total y exageradamente opuesto a lo que supuestamente se perseguía.

El Presupuesto Complementario promulgado por el Poder Ejecutivo a mediados del 2012, puso de manifiesto el  notable incremento del gasto público debido a la campaña electoral y la precaria situación fiscal a la que tendría que hacer frente Medina y constituyó una aprobación pura y simple de transacciones presupuestarias previamente ejecutadas por Leonel Fernández, lo cual representa una de sus muchas violaciones a las disposiciones constitucionales y legales del país.

Los políticos dominicanos se han caracterizado siempre por mentir y desorientar al pueblo. Los deberes básicos del Gobierno no se cumplieron antes cuando los recursos eran más que suficientes, ni se cumplirán ahora o en el futuro con el nuevo programa de impuestos.

Esas responsabilidades fundamentales del Gobierno, como son la educación, la salud, los servicios públicos (energía eléctrica, suministro de agua potable, recogida de basura, drenajes y alcantarillados), la justicia, la seguridad ciudadana, el orden en el tránsito vehicular, la salvaguarda de la identidad dominicana, la institucionalidad, la transparencia y la honestidad de los servidores públicos, así como la protección contra las drogas y el narcotráfico, entre otros, han sido antes y continuarán siendo ahora y en el futuro un verdadero desorden, como todo lo que caracteriza a la República Dominicana.

El Presidente Medina ha señalado que el sacrificio que espera de nosotros es “para que podamos encauzar el crecimiento y el desarrollo sostenido del país …. y mejorar la calidad de vida de los dominicanos, ofreciéndoles salud, seguridad, vejez digna, educación, competitividad”, para cuyo logro “son necesarios más recursos”.

¡Qué bellas palabras para un pueblo ignorante que se embelesa con políticos que “hablan bonito”!

Aquellos que sabemos que “del dicho al hecho hay mucho trecho”, estamos conscientes de que esas palabras tienen un contenido vacío y demagógico. Pero, por favor, no se apresuren en criticarme por esa afirmación.  Sólo los invito a esperar un tiempo relativamente corto para que podamos convencernos de que los nuevos recursos resultarán insuficientes para alcanzar las “metas” planteadas por Medina, de que realmente no habrá austeridad en el Gobierno, ni eliminación de privilegios y de que, eventualmente, se hablará de nuevo sobre la necesidad de aumentar las recaudaciones del Gobierno.  ¡Por Dios! No podemos ser tan olvidadizos como para no recordar que esa película la hemos visto ya varias veces.

De hecho, si con aumentar el nivel de crecimiento económico fuera suficiente para salir del atraso, como alega Medina, la República Dominicana sería el país más próspero de América Latina, ya que nuestro crecimiento económico en los últimos 50 años ha sido el más alto de la Región. Sin embargo, la verdad es que crecimiento económico y desarrollo económico son dos términos distintos; no significan lo mismo. Hemos tenido crecimiento, pero no desarrollo, porque el modelo de crecimiento económico dominicano sólo ha beneficiado a una minoría y ha promovido la pobreza y la exclusión social de la mayoría.

Por eso es que somos los últimos en casi todos los indicadores sociales y uno de los países más atrasados del mundo, con un nivel de pobreza impresionante. Para aumentar ese nivel de pobreza y convertir a miles de familias dominicanas en parásitos e indigentes eternos, dependientes de la pírrica ayuda económica del Gobierno, es que éste, en vez de estimular la creación de nuevas fuentes de empleo que permitan a esas familias ser autosuficientes, ha anunciado que se ampliará el alcance del nefasto Programa Solidaridad. 

Los políticos y gobernantes dominicanos han hecho en este país lo que han querido y como lo han querido. De paso se han enriquecido sobradamente ellos, sus familiares, sus amigos, sus socios y sus cómplices. Y todo eso lo han hecho abiertamente, sin ningún sonrojo, frente a nuestras propias narices, a costa del dinero que pagamos por concepto de impuestos, sin que nosotros levantemos un dedo o elevemos una voz de protesta por todos sus desmanes y barbaridades.

Es por eso que desde hace mucho tiempo me he preguntado qué más cosas tendrían que hacer los políticos y el Gobierno en perjuicio de la ciudadanía, para que ésta se levante en protesta y se rebele con valentía contra la injusticia, la ineficacia en sus funciones, la violación frecuente a las leyes y a la Constitución, el incumplimiento de sus deberes, el desvío de fondos, los delitos, fechorías  y escándalos  a que la someten continuamente los políticos que hemos tenido como gobernantes después de Juan Bosch.

La conclusión a la que llego siempre es que no habrá ninguna reacción. Nada pasará, sin importar cuán graves o perjudiciales sean los hechos de los políticos. Y eso es así, porque somos un pueblo apático, indiferente y poco solidario. Un pueblo cuyos líderes de la sociedad civil han vendido sus conciencias por poca cosa. Un pueblo traicionado y sin defensores. Un pueblo que no hace honor a las letras de su himno nacional y que no se sabe sus 12 estrofas, “porque es muy largo”. Un pueblo que no ha leído la Constitución que lo rige para conocer cuáles son sus deberes y sus derechos. Un pueblo que no ama la tierra que lo vio nacer. Un pueblo que perdió su patriotismo, su valentía, sus valores, su honor y su dignidad. Un pueblo que no conoce bien su historia y ni siquiera los nombres exactos de los padres de la patria. Un pueblo cuyos integrantes critican a los corruptos, pero que están deseosos de tener la “oportunidad” que aquellos han tenido. En fin, un pueblo que ya no es pueblo, sino una masa incoherente de individuos guiados exclusivamente por su egoísmo e interés personal y que se merecen todo lo que reciben de sus gobernantes.

Monday, August 06, 2012

Parafraseando a Bosch: La Corrupción Dominicana


“Dicen que el poder corrompe, pero hay que ver siempre quien es el que llega al poder, a tener poder. Quizá no es que lo corrompió el poder, sino que siempre estuvo corrompido”.

Luca Prodan (1953-1987) Músico Italiano

Parecería que escribir sobre la corrupción sería sobreabundar, ya que se ha expuesto tanto con respecto a este tema, sin que haya habido ningún cambio positivo para reducirla o controlarla, que para muchos constituye una necedad de parte de quien se refiere al mismo. 

No obstante esa opinión, considero que los dominicanos conscientes no podemos abandonar nuestro deber de ponderar, aunque sea de manera reiterada, el gran daño que hacen a todos los sectores de la vida nacional flagelos como la corrupción, la inmigración haitiana, el desmesurado endeudamiento público, la delincuencia y el narcotráfico, entre otros, todos ellos problemas cuya solución es responsabilidad  del Gobierno y que éste no muestra el más mínimo interés de resolverlos.

De modo que, aunque algunos me llamen necio y pueda parecer redundante porque otros tantos ya lo han hecho, quizás con mayor propiedad que yo, me preparo a continuación para escribir sobre el espinoso asunto de la corrupción porque, repito, nunca será suficiente advertir de sus consecuencias sobre una población que es ya moralmente débil y que está afectada notablemente por el afán desmedido del dominicano de ascender en la escala social; es decir, a como dé lugar.

Bosch escribió hace ya casi cincuenta años que “en la República Dominicana gobernantes y gobernados ejercen la corrupción en la forma más natural y la corrupción no se limita [solamente] al robo de los fondos públicos, sino que alcanza a otras manifestaciones de la vida en sociedad”.  Casi medio siglo después de que Bosch escribiera eso, la situación de la corrupción, lejos de replegarse, ha empeorado de manera escandalosa y parece un cáncer que ha hecho metástasis hasta en el tuétano de nuestros huesos.

Aún cuando nuestro cínico Presidente ha indicado en varias ocasiones que los actos de corrupción constituyen episodios aislados y les ha restado importancia para burlarse de nuestra inteligencia, la realidad es que él ha sido el gobernante que más la ha propiciado y ha sido uno de los principales beneficiarios de la misma, conjuntamente con sus compañeros de gobierno y de la empresa llamada PLD.

Bosch, a quien sus discípulos del PLD le llamaban profesor y cuya memoria han mancillado hasta la saciedad, llegó incluso a afirmar, décadas antes de que el PLD fuese Gobierno, que “los robos en el campo fiscal pueden acercarse al 20% del presupuesto total y los que tienen lugar en dependencias autónomas y empresas del Estado son incalculables. Tampoco pueden calcularse las sumas que dejan de entrar al fisco por contrabando, cobros amañados de diferentes impuestos y exenciones contributivas caprichosas”.

Las estimaciones de Bosch quedan empequeñecidas en comparación con los robos que se han producido en los últimos ocho años y la ineficacia de las instituciones públicas. Esa es la razón por la cual ninguno de los aumentos de impuestos que se han producido en ese lapso se han justificado y sólo han servido para aumentar la corrupción y castigar aún más a la clase media, sobre cuya espalda el Gobierno ha colocado una carga muy pesada; una carga que la población soporta con increíble apatía y cobardía.

Dijo Bosch que “ese ambiente de corrupción [estimulado aún más por los Gobiernos de Fernández] es el caldo en el que prosperan los individuos que no se han preparado para obtener beneficios mediante la capacidad, en competencia honesta y abierta, y que se las arreglan para obtenerlos mediante el fraude, el negocio en la sombra, o el favor del gobernante de turno. Es por eso que los dominicanos somos tan indiferentes en la defensa del régimen democrático”.

Bosch agregaba que “la corrupción mata la fe de los que desearían tener fe en la democracia, especialmente entre los jóvenes, [porque] la juventud tiene una necesidad vehemente de que la moralidad pública gobierne los actos de los que están en el poder”.

Pero los que están el poder hacen todo lo malo que quieren y cuando quieren, ante la mirada quejumbrosa pero resignada de una población ignorante y que parece impotente, aunque definitivamente no lo es. Los dominicanos les hemos dado a estos ladrones de cuello blanco una aprobación absoluta a esa conducta impropia e inmoral al frente de los destinos nacionales.

Bosch dijo que “la falta de honestidad [de sus discípulos en el Gobierno] deshonra la democracia, no sólo porque el fraude es un delito en sí mismo, sino también porque [le roba] los fondos al pueblo, para llevarlos a [los] bolsillos privados [de estos delincuentes, en vez de destinarlos] a obras y servicios públicos”.

Ni el pueblo dominicano ni nuestros economistas parecen saber, como manifiesta Bosch, que: ”con sólo evitar los robos de los fondos ya recaudados y evitar la fuga de impuestos antes del cobro, el país pudiera hacer frente a sus gastos [e inversiones importantes] sin necesidad de aumentar los impuestos”.

Aunque Bosch jamás pensó que Leonel Fernández actuaría como lo ha hecho, parece que sus palabras iban dirigidas directamente a éste cuando escribió: “durante años y años, la corrupción ha sido rampante, descarada y organizada desde lo más alto del poder público”, y predijo lo que sucedería ante la impunidad y el descaro con el cual estos perversos estrujan en nuestras caras las riquezas y privilegios que son el fruto de su robo al pueblo: “la corrupción corrompe, pues el ejemplo de actos ilícitos que no son penados y la exhibición de las ventajas que se compran con el producto del robo, van extendiendo la corrupción a [los distintos] niveles [de la sociedad dominicana]”.

No sólo soy yo, ni Bosch, los que acusamos a Fernández y a sus cómplices de ser corruptos. También lo hicieron en el pasado reciente dos compañeros del Presidente, quizás los únicos altos dirigentes peledeístas con valor, integridad y honestidad.

Aunque se dice que nuestro pueblo es muy olvidadizo, no es cierto que hemos olvidado las acusaciones que hace relativamente poco hicieron José Joaquín Bidó Medina, Presidente de la Comisión de Etica del PLD, y Miguel Cocco, miembro prominente del PLD ya fallecido y quien fungió como Director General de Aduanas. El primero afirmó públicamente que “hay corrupción en todas las instancias del Estado”, pero el segundo fue mucho más severo en sus juicios cuando expresó en una carta histórica que “servidores públicos de todos los niveles y categorías han emprendido una competencia absurda por ver cómo acumulan más riquezas, para lo cual se ha convertido en un hecho cotidiano ver cómo funcionarios se transforman en millonarios, lo que aleja cada vez más la posibilidad de que los pobres superen el estado de miseria e indigencia en que viven”.

En su carta, Cocco calificó como una desgracia “que muchas personas de este gobierno (su gobierno) … se hayan enriquecido impunemente, afectando de manera sensible el desarrollo del país y la mejoría en su calidad de vida”.  Cocco fue aún más lejos al indicar que “su gobierno no ha sido lo que predicó y ha sido mucho lo que ha dejado de hacer”.

¿Cuál fue la respuesta del Presidente de la República y de los funcionarios del sector público a los planteamientos de sus compañeros de empresa y de gobierno?  El silencio, la callada por respuesta, herramienta preferida por gobernantes que saben que manejan a su antojo a un pueblo sin voluntad de lucha y de protesta.

¿Cuál fue la respuesta de la población?  La que debía de esperarse: Indiferencia por parte de una mayoría que no está bien enterada porque no lee o no sabe leer o no tiene acceso a las noticias y sucesos de la nación o, si lo tiene, no le interesa usarlo.  

La otra parte, la población enterada de la situación, compuesta por individuos alfabetizados, empresarios, gente “de primera” y de clase media, muchos de los cuales constituyen, en gran medida, la ciudadanía consciente del país, se expresó de distintas maneras:  (a) disfrutando del aspecto morboso de los acontecimientos; (b) criticándolos privadamente en reuniones de familiares y amigos; (c) comentándolos en la radio o la televisión; (d) escribiendo uno que otro artículo o un editorial en periódicos y revistas; (e) quejándose amargamente; (f) resignándose; o (g) simplemente no prestándole atención.  

Si recordamos bien el período electoral del 2008 sabremos que en ese momento llegamos al colmo de los colmos, cuando nos convertimos en uno de los pocos países del mundo, sino el único, donde el principal candidato opositor a la presidencia retó al candidato Presidente a debatir cuál de los dos era más corrupto. ¡Y nadie dijo nada al respecto!

Me siento horrorizado por la enorme cantidad de personas de este país que no piensa y que se deja manipular por un sistema dirigido desde lo más alto del poder político, que funciona a través de los medios de comunicación y de los canales oficiales de contacto con la población, a fin de que los ciudadanos dominicanos no tengan un pensamiento crítico ni una idea clara de los actos irregulares de quienes nos gobiernan.

Puede afirmarse con certeza que nuestra actitud, pusilánime y apática, es la que nos hunde más cada día que pasa.  Hemos dejado la lucha contra la corrupción en manos de los corruptos y de los que aspiran a serlo. Hemos permitido y aprobado con nuestra actitud los desmanes continuos de los facinerosos que nos gobiernan. Y eso es vergonzoso, indignante y reprochable.

Independientemente de que la corrupción ha infectado todo y nos ha infectado a todos, es indudable que esa perniciosa práctica ha sido propiciada por los gobernantes de turno y por la clase “de primera” para enriquecerse en forma desmedida y con ello han expuesto a las demás clases sociales a la ignorancia, la deslealtad y la inseguridad ciudadana. 

Los funcionarios y congresistas, que antes trataban de disimular su corrupción, ahora la ostentan abiertamente, mientras nosotros sólo permanecemos como víctimas quejumbrosas.  Sí, esos mismos legisladores del PLD y del PRD, que son los que hacen las leyes y que deberían ser un modelo para la nación, constituyen uno de los ejemplos más vivos de la corrupción rampante.

El PLD y sus dirigentes, o los del PRD, o los de cualquiera de los ventorrillos políticos que actúan como parásitos de esas dos corporaciones fraudulentas, no tomarán en serio ningún señalamiento verbal o escrito sobre la corrupción y otros males que padece nuestra sociedad, hasta que los dominicanos demostremos que tenemos la valentía y la capacidad suficientes para organizarnos y unirnos en pequeños o grandes grupos, en los barrios y en las principales ciudades del país, para protestar de manera enérgica y continuada contra la corrupción y sus promotores y contra todos los increíbles escándalos y abusos que frecuentemente se cometen en contra nuestra.

La corrupción y los grandes problemas que ahora padecemos y que el Gobierno no tiene la menor intención de resolver, no serán enfrentados hasta que la sociedad dominicana no se decida a luchar para obligar a nuestros gobernantes a lograr las soluciones pertinentes.

Estamos en el umbral de la dominación prolongada de un partido altamente corrupto. Tal como lo expresó Lord Acton (1834-1902), es mi opinión que si algo hemos aprendido de la historia es que “el poder corrompe y que el poder absoluto corrompe absolutamente. De igual modo, el poder ilimitado corrompe las mentes de aquellos que lo poseen”.

Los gobiernos de Leonel Fernández han demostrado esas dos verdades con creces. Y a pesar de estar a sólo unos días para entregar la Presidencia a su sucesor, su exitosa estrategia para tener el control total de la empresa PLD y de las estructuras de poder del país no puede presagiar nada bueno en los próximos ocho años para la sociedad dominicana. Para mí es obvio que Fernández preparó hábilmente el camino  para que el pueblo  atraviese por un período de transición de cuatro años con él detrás del poder y que vuelva a caer directamente en sus manos en el 2016.

Por eso y por todos los problemas que nos agobian, el momento de actuar es ahora. La lucha por nuestra libertad y el pleno ejercicio de nuestros derechos constitucionales no puede esperar más. De no comprenderlo así y proceder a tiempo, es necesario que volvamos a afirmar de una vez por todas (y estoy seguro que Juan Bosch estaría de acuerdo conmigo),  que tenemos muy bien merecido todo lo que nos está pasando y lo que se nos vendrá encima en el futuro inmediato.

Monday, July 30, 2012

Parafraseando a Bosch: La Democracia de Leonel Fernández


“La perversión y la corrupción se disfrazan casi siempre de ambigüedad; por eso la ambigüedad no me gusta, ni confío en ella"

John Wayne (1907-1979) Actor Estadounidense

A poco menos de tres semanas para transferir la Presidencia a uno de sus colegas de partido, Leonel  Fernández ofreció el pasado viernes un suculento almuerzo a una parte de sus asalariados, los periodistas, en el Salón Verde del Palacio Nacional.

Durante el acto aprovechó para burlarse por enésima vez de los dominicanos al afirmar que “durante sus gestiones gubernamentales la democracia en la República Dominicana se ha fortalecido” y sostuvo que “no habríamos podido lograrlo si no fuera por la comprensión de ustedes, los periodistas”.

Al final del acto, Fernández recibió una placa de reconocimiento de esos periodistas “por sus aportes a la libertad de expresión y difusión del pensamiento en el país”.

Con su acostumbrado cinismo, Fernández también dijo que sus gobiernos han hecho que el país cuente con “mejores condiciones de respeto a los ciudadanos, creando el camino del crecimiento, prosperidad y bienestar”.

En razón de que en mi artículo “¿Existe Democracia en la República Dominicana?” analizo ese tema con cierta profundidad, no voy a repetir aquí lo que escribí en mi Blog el lunes, 12 de julio del 2010. Más bien voy a dejar que sea el mismo Juan Bosch, el maestro traicionado por sus discípulos del PLD, quien responda los comentarios de Fernández  y nos diga cuál era su visión de la democracia y la estrecha relación que ésta tiene con los derechos que nuestra constitución consagra en beneficio del pueblo.

Para esos fines, y aunque Bosch se refirió a distintos aspectos de la democracia en varios de sus libros, me circunscribiré a continuación a algunas de las ideas que expresó en su libro “Crisis de la Democracia de América en la República Dominicana”, publicado en 1964, hace ya 48 años:

“Si a veces dudo acerca de la capacidad de la gente para comprender lo que es democracia, con más frecuencia me digo que cierta gente actúa de forma verdaderamente irresponsable, pues quienes tienen funciones de [gobernantes y] orientadores de la comunidad (periodistas, sacerdotes y profesores) no pueden ni deben ignorar algo tan importante para la sociedad humana como es todo lo que se refiere a su organización política; es decir, de saber a fondo y en detalle qué es y cómo funciona la democracia. El [gobernante], periodista, sacerdote o profesor que no sabe [o pretende no saber] qué es la democracia y cómo funciona, está sembrando la semilla de la tiranía y de la explotación del pueblo”.

Parece que, anticipando  que sus discípulos del PLD harían caso omiso a sus enseñanzas, Bosch escribió: “La política es una función de servicio y por tanto eminentemente moral. La atmósfera turbia del engaño, de la doblez y de la falta de lealtad a todo principio [ha sido] habitual en la mayoría de los gobernantes [dominicanos]. Para esa clase de gente el pueblo no cuenta. Una democracia honesta, digna, sobria, es lo menos que merece el pueblo; si no se le ha dado, no hay esperanzas democráticas en el porvenir dominicano”.

Describiendo a los altos dirigentes del PLD escribió: “El orden político en que vive una sociedad es tan importante para cada miembro de esa sociedad como el aire que respira, pero muy a menudo [algunos dirigentes políticos] simula(n) ignorar qué es y cómo funciona la democracia, porque a la sombra de esa supuesta ignorancia se obtienen ventajas, se aseguran privilegios, se conquistan posiciones y se le cierran los ojos al pueblo para despojarlo con relativa facilidad”.

“La democracia es un régimen político que se fundamenta en la voluntad de todos los sectores sociales y de todos los individuos que tienen alguna responsabilidad que cumplir como ciudadanos. Si falta esa voluntad [y no se cumple con esa responsabilidad] la democracia no puede sostenerse”. De ahí que haya sido tan difícil instaurar una verdadera democracia en la República Dominicana.

Bosch parece haber previsto la forma en la cual gobernaría Leonel Fernández, pues sobre esto afirmó: “Sobre la injusticia, la explotación, la ignorancia y el abuso no puede edificarse ni mantenerse una República de hombres y mujeres libres.  El desarrollo de la sociedad dominicana ha sido sistemáticamente obstaculizado por fuerzas opuestas a su progreso y por eso la democracia es también intrínsecamente débil y no puede hacer frente a sus enemigos tradicionales”.

“Para establecer un sistema democrático no hay sino una base firme: el reconocimiento de que la voluntad del pueblo es sagrada y sólo de ella debe partir la autoridad democrática. [Ninguna democracia sobrevive en base a otorgar subsidios a los pobres], pues “ningún pueblo se salva con dádivas”. Eso es precisamente lo que distintos gobiernos, especialmente los de Fernández, han propiciado: un pueblo de indigentes que sobrevive y agoniza con las migajas que el Gobierno deja caer de su mesa.

“Hay funcionarios [y congresistas] dominicanos que devengan sueldos mensuales de [miles de dólares] y eso es un crimen en un país donde mucha gente se muere literalmente de hambre. [Eso no puede ser democracia].  Un país que salió de una tiranía tan larga y despiadada como la de Trujillo [y que posteriormente ha enfrentado hasta nuestros días el infortunio de gobiernos corruptos e ineficaces] no puede estar política ni moralmente sano.”

En 1963 Bosch dio un ejemplo de lo que debía ser democracia. Su principal discípulo, Leonel Fernández, en cambio, ha conculcado el derecho de sus conciudadanos de vivir en democracia, convirtiéndola en un sistema político corrupto, electorero  y clientelar que pone de rodillas a los pobres y que se burla de una clase media desleal, apática y pusilánime que parece estar convencida de que democracia es lo mismo que libertad de expresión.

Nuestro sistema político es, supuestamente, de democracia representativa; una “democracia” en la cual la mayoría de los dominicanos  ni siquiera conoce el nombre de su representante en el congreso y ese representante ni siquiera se interesa en conocer ni recibir a los miembros de la comunidad que representa, sino que entiende que ha llegado a esa posición para enriquecerse apropiándose de los fondos públicos y para disponer libremente de ellos, mientras que quien ejerce el Poder Ejecutivo no tiene ningún interés de servirle al pueblo, sino en servirse a sí mismo y a la corte que lo rodea, todo ello bajo la mirada cómplice de un Poder Judicial que se subordina a los intereses del Presidente y del mejor postor; es decir, todo lo contrario a la visión democrática de Bosch.

Si así funcionan los tres poderes del Estado, ¿Cómo puede haber democracia y progreso en nuestro país? ¿Cómo puede ser auspicioso el porvenir  político, social y económico de la República Dominicana?

Si  el lector desea revisar el artículo que escribí en julio del 2010 sobre si existe democracia o no en nuestro país, sólo tiene que dar un clic en el siguiente link:
http://eddyenriqueleyba.blogspot.com/2010/07/existe-democracia-en-la-republica.html

Friday, July 13, 2012

Parafraseando a Bosch: La Amputación del Porvenir Dominicano a Consecuencia de Haití


La invasión cultural, indiscutiblemente enajenante, realizada discreta o abiertamente, es siempre una violencia en cuanto violenta al ser de la cultura invadida, que o se ve amenazada o definitivamente pierde su originalidad”.

Paulo Freire (1921-1997), Educador Brasileño

La República Dominicana es una nación que ha enfrentado durante muchos años problemas abrumadores que la mantienen sumida en un profundo abismo de atraso e ignorancia. A ello se debe que nos encontremos siempre en los últimos lugares entre los países cuyos indicadores económicos y sociales se estudian a nivel mundial. 

Los principales problemas a los que me refiero son los siguientes: la enorme y creciente inmigración haitiana; los elevadísimos niveles de endeudamiento público y del déficit cuasi-fiscal; la corrupción rampante en el sector público y en gran parte del sector privado; los ineficaces sistemas de educación y salud; la inseguridad ciudadana; la escandalosa pobreza de más de un 40% de la población; la falta de consciencia ciudadana; la degradación moral de los dominicanos y su falta de respeto a las leyes, normas y regulaciones; el narcotráfico y el lavado de dinero; el precario suministro de energía eléctrica y de agua potable; el inadecuado manejo de la basura; las pésimas condiciones de las calles en las ciudades del país y de los sistemas de drenaje pluvial y alcantarillado; el caos del tránsito; el alto nivel de desempleo, especialmente en el segmento de la juventud; la deslealtad de la clase media consigo misma y con las demás clases sociales; la falta de patriotismo de la mayoría de los dominicanos y la ausencia de arraigo a la tierra que los vio nacer; la violencia intra-familiar; la podredumbre e incompetencia de la justicia; la falta de transparencia y de institucionalidad en la administración pública; la ineficiencia de la mayoría de las dependencias oficiales; la transformación de la policía nacional en una madriguera de delincuentes y asesinos; la permanencia de las estructuras Trujillistas en el sistema político y social, aun cuando han transcurrido ya 51 años de la muerte del tirano; la vergüenza que constituye un congreso nacional que no sirve a su país, sino que se sirve a sí mismo y a sus jefes políticos; gobernantes que nunca cumplen con sus deberes fundamentales; y ventorrillos políticos llenos de tránsfugas, facinerosos y perversos; entre otros. Algunos de estos problemas son irreversibles, pues no tienen soluciones viables; otros son muy difíciles de resolver, por lo menos no lo serán en el corto o en el mediano plazo; y otros no se resolverán porque no hay la suficiente voluntad política para ello o porque no existe la debida consciencia en los ciudadanos.

Sin embargo, el más grave de todos estos problemas es, a mi juicio, la enorme y creciente inmigración haitiana.

Juan Bosch lo vio claramente en 1964 cuando escribió: “La presencia de Haití en la parte occidental de la Isla Española equivalió a una amputación del porvenir dominicano. Los dominicanos sabemos que a causa de que Haití está ahí, en la misma isla que nosotros, no podremos desarrollar nunca nuestras facultades a plena capacidad; sabemos que un día u otro, de manera inevitable, Haití irá a dar a un nivel al cual viene arrastrándonos desde que hizo su revolución”

La incontrolable y progresiva inmigración haitiana es el resultado directo de la corrupción y  negligencia de nuestras fuerzas armadas, del Presidente de la República y  de ciertos empresarios, políticos y funcionarios públicos, así como de la falta deliberada de políticas específicas para el desarrollo de las actividades productivas y comerciales de los pueblos fronterizos por parte de las autoridades. Estos hechos nos están empujando, acelerada e irremediablemente, hacia la pérdida de nuestra identidad nacional y, eventualmente, de nuestra nacionalidad, con todo lo que eso conlleva. Pero eso es algo que se ve venir desde hace tiempo. Los que han tenido la responsabilidad de evitarlo, sobre todo en el caso de las autoridades más recientes, nunca lo han hecho ni han deseado hacerlo.  El que no existan planes concretos para resolver esa situación, sino todo lo contrario, se evidencia por el hecho de que ninguno de los candidatos de los dos partidos mayoritarios se refirió nunca a ese tema de vital importancia para nuestro país durante la pasada contienda electoral. Y es por eso que más temprano que tarde seremos conducidos, con el consentimiento que otorga nuestra absoluta indiferencia y cobardía, a la ruina social, cultural y económica de la fusión total con Haití. Entonces será el llanto y el crujir de dientes.

Monday, July 09, 2012

Parafraseando a Bosch: La Mentalidad de las Grandes Masas Dominicanas


Los hombres no son prisioneros del destino, sino prisioneros de su propia mente”.

Franklin D. Roosevelt (1882-1945) Político estadounidense.

Nos encontramos de lleno en pleno Siglo 21 y todavía las grandes masas dominicanas no tienen la más mínima idea de lo que es la justicia social; no tienen idea de lo que es un gobierno, ni para qué sirve, ni cuáles son sus responsabilidades básicas; no tienen idea de las razones por las cuales pasan hambre, sufren enfermedades y son ignorantes; no tienen idea de que los males del país no son originados por el sistema, sino por los hombres del sistema; no tienen idea de que los "programas sociales" las han convertido en mendigos y esclavos; no tienen idea del abuso a que son sometidas por los gobernantes de turno, por la oligarquía criolla y por sus cómplices; no tienen idea de que en la República Dominicana no existe democracia, sino una caricatura de ella y, por tanto, no pueden ni podrán tener acceso a sus grandes beneficios mientras permanezcan embrutecidas por la retórica sin verdadero contenido de los políticos dominicanos.