Monday, May 27, 2013

El Desastre de la CAASD


"Como los servicios que el Estado nos presta son una imposición, los servicios que nos exige en pago también son una imposición, y muy apropiadamente se les llama impuestos".
Frédéric Bastiat (1801-1850), Escritor y Economista Francés

El pasado sábado 18 de mayo, el periódico “El Nacional” publicó en su página 2 una noticia que debió no solamente causar una gran alarma en la ciudadanía, sino crear un movimiento nacional para reclamar una solución oportuna a la grave situación que dicha noticia describe.

El Director de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado (CAASD) describió un panorama deprimente con relación al sistema sanitario al manifestar lo siguiente:

      (a) Ocho de las doce plantas para el tratamiento de aguas residuales que tiene la CAASD están fuera de servicio;
    
      (b) El costo de reparación fluctúa entre US$35 y US$40 millones;
  
      (c) Debido a la falta de infraestructura sanitaria, el 95% de las aguas negras del Gran Santo Domingo va a los ríos, al mar o al subsuelo, contaminando los pozos que surten de agua a una parte de la población;
   
      (d) Se está perdiendo el 54% de la producción total de agua, debido a averías y fugas en redes de distribución que sobrepasan los 30 y 40 años, así como a la irracionalidad en el consumo y en el manejo del sistema; y
    
      (e) Se requieren más de US$1,000 millones para resolver todos los problemas arriba descritos, pero cuya solución definitiva, aunque los trabajos se iniciaran ahora,  tomaría no menos de 20 años.

Sin embargo, la noticia aparentemente pasó desapercibida o a todos nosotros que somos los afectados no nos preocupa en lo más mínimo y, por tanto, lo que se ha publicado no ha tenido ni tendrá ningún impacto hasta que la crisis que pronto tendremos encima adquiera un carácter de pánico colectivo.

No obstante lo anterior, la realidad es que la sociedad dominicana está más que consciente de que a la CAASD se han destinado miles de millones de pesos de nuestros impuestos y hemos apoyado que organismos internacionales, como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, le otorguen préstamos extraordinarios, todo ello para que el pueblo pueda disponer de un servicio eficaz de agua potable y un sistema de alcantarillado que evite la contaminación de los ríos y el subsuelo.

De hecho, la CAASD ha proyectado la construcción de un nuevo acueducto, a un costo de US$300 millones, para suplir agua a los Municipios de Santo Domingo Norte y Este. Así mismo, el BID aprobó un financiamiento de US$612 millones para la ejecución de un Plan Maestro de Alcantarillado Sanitario para los próximos 20 años. ¿Cuántas veces se van a financiar los mismos trabajos? Debe ser la enésima vez que usted escucha lo mismo y, sin embargo, continuamos teniendo los mismos problemas. ¿Se ha preguntado usted alguna vez qué ha pasado con enorme cantidad de dinero que ha recibido la CAASD en las últimas décadas?

Nada de lo que debe hacer la CAASD en beneficio de la ciudadanía ha podido lograrse (lo cual es también una constante en las demás instituciones públicas) y todos los recursos financieros que a través de todos estos años debieron emplearse en brindar un servicio básico a la población han ido a parar a los bolsillos de los funcionarios, a mantener una nómina supernumeraria y repleta de incompetentes y a despilfarrarse en gastos superfluos y en inversiones a las cuales no se les da el seguimiento y cuidado necesarios.

Como este es un pueblo que acepta y apoya todos los escándalos y perjuicios causados por las autoridades que ha elegido y es incapaz de unirse para reclamar sus derechos, esperemos entonces que llegue el desastre.

Tuesday, May 14, 2013

La Gran Generosidad del Pueblo Dominicano


"Evitar los impuestos es el único esfuerzo intelectual que tiene recompensa".
John Maynard Keynes (1883-1946), Economista Británico

Los ciudadanos dominicanos somos sumamente generosos. Nos desprendemos fácilmente del dinero que tanto nos cuesta producir y que podría servir para atender nuestras necesidades familiares y del hogar y lo entregamos, sin chistar, a un gobierno incumplidor de sus deberes y que dilapida nuestros escasos fondos en gastos superfluos, innecesarios y malsanos que atentan contra nuestros propios intereses como seres humanos.

Los dominicanos aportaremos este año 2013 la elevadísima suma de RD$384,425 millones para que el gobierno la emplee en financiar sus gastos. No satisfechos con eso, lo hemos autorizado a erogar RD$114,500 millones adicionales porque esos recursos no le resultarán suficientes y necesitará gastar más, por lo cual tiene que incurrir en un déficit fiscal que será financiado con un mayor endeudamiento público; un endeudamiento que pagaremos nosotros, como todo lo que gasta el gobierno.

Sin que a nosotros los dominicanos nos inquiete para nada, el promedio anual del déficit fiscal del gobierno fue de unos RD$54,000 millones durante el período 2000-2011 y de aproximadamente RD$150,000 millones en el 2012. El hecho de que los recursos presupuestales no se empleen en promover un verdadero desarrollo económico y social en beneficio de toda la ciudadanía, sino que su uso sólo sirva para consolidar el desorden y la corrupción permanentes en que vive este país, tampoco nos causa preocupación.

Algo que no debe sorprender a nadie es que el gasto total del gobierno haya aumentado un 15% anual en promedio en los últimos ocho años, alcanzando su nivel máximo el año pasado 2012, cuando se incrementó en un 40%. ¿De dónde salió todo ese dinero? De nuestros bolsillos, por supuesto, y de préstamos internacionales y de bancos locales, los cuales (capital, intereses y comisiones) también debemos cubrir nosotros.

Y eso será así cada año por los próximos cuatro años, de manera que el Gobierno necesitará endeudarse, durante ese período, a un ritmo de RD$200,000 millones anualmente, lo cual es realmente insostenible. Pero nosotros los dominicanos esperaremos pacientemente a que llegue ese momento, para entonces dejar irresponsablemente las posibles soluciones, si es que las hay, en manos de nuestros adorados políticos.

Y como a la generalidad de nosotros, los dominicanos, no nos interesa investigar sobre estos asuntos, ni tampoco reclamar nuestros derechos, el gobierno se mantiene haciendo lo mismo año tras año, con toda impunidad. Nos circunscribimos a mantener una actitud quejumbrosa cuando el gobierno aumenta los impuestos, pero, al final, nos sentimos resignados y satisfechos con las explicaciones que nos dan y preferimos mantener una actitud pusilánime y conformista, sin consciencia alguna de lo que está ocurriendo, ni de lo que es nuestro deber hacer al respecto.

Sin embargo, para ser justos, habría que decir, no obstante la afirmación anterior, que existe un pequeño grupo dentro de nuestra sociedad al que sí le duele tener la obligación de hacer más ricos a los que ya son ricos, a costa de su propio nivel de bienestar. A ese pequeñísimo grupo le aflige observar cómo el crecimiento económico que ha logrado el país en las últimas décadas sólo ha beneficiado a un porcentaje insignificante de la población (a los políticos y a los ricos), mientras la pobreza y el atraso crecen gradualmente, pero de manera persistente.

Nuestra generosidad es especialmente patente con periodistas y comunicadores sociales. Además de los sueldos que reciben de sus distintas empresas, los dominicanos les pagamos igualmente una importante suma extra a través del gobierno, para que sirvan lealmente a los gobernantes y al partido en el poder, y llegamos, incluso, a otorgarles excelentes pensiones. Pero no nos detenemos ahí, sino que hemos sido capaces de respaldar el pago de sumas mensuales sustanciales a personajes bien conocidos, para que incurran en la práctica ilegal de intervenir numerosos teléfonos privados y de políticos de la oposición, así como de empresarios y figuras que son vigiladas por los gobiernos de turno mediante videos y mecanismos de espionaje. Como esos personajes prestan tan importantes servicios al Gobierno, se han convertido en gente poderosa, que tienen custodia militar y muchos privilegios costeados por nosotros, lo cual nos causa gran satisfacción.

Mientras el sector privado se contrae, debido a la voracidad y controles fiscales, los dominicanos aportamos todos los años una enorme cantidad de fondos para que el sector público (gobierno central e instituciones descentralizadas) continúe creciendo desmesuradamente, de modo que dicho sector se ha convertido en un ente totalmente hipertrofiado e ineficaz y es muy difícil que esa realidad tan negativa para todos nosotros pueda revertirse. Tal parece que estamos condenados a vivir en un caos permanente, pero lo aceptamos gustosos.

Nuestra generosidad llega al extremo de cubrir las llamadas “nominillas” que favorecen a los “compañeros” del partido, así como los sueldos y beneficios marginales de más de 125,000 empleados y funcionarios públicos que no aportan nada a la administración estatal y que este año 2013 consumirán cerca de RD$120,000 millones del presupuesto nacional. 

De igual forma, continuaremos beneficiando con más de RD$6,000 millones a los miembros de ese antro que los dominicanos llamamos “Congreso Nacional”, para que cobren sin trabajar, puedan seguir disfrutando de sus “barrilitos”, dietas, bonificaciones, exoneraciones, pensiones excesivas y pagos extraordinarios; para que sancionen leyes y contratos por conveniencia política y continúen extorsionando a inversionistas nacionales y extranjeros para aprobar proyectos. Pero esas son cosas que aparentemente nos divierten y contribuyen mucho al circo que nos gusta tanto, aunque nos cueste tan caro.

Por otra parte, los dominicanos nos sentimos bien orgullosos de haber logrado que se destine el 4% del Producto Interno Bruto a la educación y, por ende, a sacar de nuestros bolsillos RD$99,600 millones para que se gasten a través del Ministerio de Educación, todo con el fin de que, con la misma base profesoral mediocre que no desea actualización ni asesoramiento externo y con los mismos sistemas académicos anacrónicos, se intente bajar un poco el altísimo porcentaje de estudiantes que fracasa cada año en las pruebas nacionales, al obtener calificaciones por debajo de 65%. En ese sentido, nos hemos mostrado de acuerdo en que la mayor parte de esa suma se destine a aumentar los sueldos de los pobres profesores, a mejorar la infraestructura física, a la compra de mobiliario y materiales y al aumento en los salarios de los numerosos funcionarios y empleados del Ministerio, incluyendo a quien lo dirige, gastos éstos que nada tienen que ver con elevar el nivel de educación de nuestros niños y jóvenes, pero que nosotros no tenemos miramiento en financiar, pues el dinero nos sobra.

Uno de los sectores que goza de nuestra preferencia en la asignación de cuantiosos recursos es, indudablemente, el de los choferes públicos, reunidos la mayoría de ellos en decenas de sindicatos que están representados por cuatro o cinco chantajistas a quienes los medios de comunicación llaman “empresarios”, sin que sepamos los nombres de sus empresas. Hemos aprobado que a estos facinerosos les asignen dos pesos por cada galón de combustible que consumimos, lo cual se convierte en un montón de millones de pesos. Pero contribuimos con gusto, para que estos “padres de familia” mantengan un monopolio y puedan maltratar a su antojo a los pasajeros en sus vehículos desvencijados, mientras también autorizamos la importación de cientos de vehículos nuevos con planes tipo “Renove” que  sólo sirven para derrochar nuestro dinero. Recientemente, hasta hemos consentido que se entreguen a esos llamados “sindicatos” las rutas alimentadoras del Metro y todo ello porque queremos mantener “la paz social” sin tocar, ni con el pétalo de una rosa, la sensibilidad de estos energúmenos.

Nos ha sido muy grato haber apoyado, con nuestro dinero, que a las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, la DNCD y a otros organismos de "protección e inteligencia" se les asignen unos RD$44,000 millones en el 2013. Así tendremos una creciente inseguridad, delincuencia, narcotráfico, lavado de dinero y tráfico de haitianos, actividades en las cuales generalmente intervienen, como cabecillas o participantes, esas mismas autoridades, que paradójicamente son las encargadas de perseguirlas y controlarlas. Nunca como ahora el nivel de inseguridad ha sido tan alto, sin que se vislumbre una solución a corto o mediano plazo, no obstante los numerosos "planes" del Gobierno, pasados o presentes, para poner fin a esa situación. Pero eso constituye una parte importante de nuestra diversión y morbosidad cotidianas y da lugar a interesantes temas de conversación.

En razón de que le hemos permitido al Gobierno un endeudamiento sin límites, para este año usted, todos los demás dominicanos y yo tendremos que destinar el 40% de todo el dinero que entregamos al Gobierno para que se cubra el servicio de la deuda pública. No contentos con eso, hemos consentido que un poco más de un 20% de los fondos totales que pagamos por impuestos se escape anualmente a través de los eficientes mecanismos de corrupción que benefician a las autoridades que nos gobiernan, así como a sus compañeros de partido, asociados, familiares, allegados, amigos y relacionados. Al permitir con nuestro silencio y nuestra complicidad que esos actos de corrupción queden en la absoluta impunidad, los ciudadanos dominicanos hemos podido lograr, exitosamente, que una gran parte de nuestros políticos y sus secuaces hayan acumulado un grado tal de riquezas que ya se han convertido en un nuevo grupo oligárquico, con un inmenso poder económico que compite favorablemente con el de la clase empresarial y rica del país.

De hecho, no hay aporte que nos llene de mayor satisfacción que los fondos que se destinan a los partidos políticos para que sus dirigentes los gasten y los roben a su gusto, sin ningún tipo de control. Han sido más de RD$8,000 millones desde que se instauró esa merecida asignación a nuestros amados políticos, la cual ha contribuido a que se adueñen del país y de nuestras riquezas y a que, una vez en el poder, nos opriman y fomenten la ignorancia y la exclusión social.

Otro despilfarro grande con cargo a los impuestos que pagamos al Gobierno, y que nos complace financiar, ocurre con el cáncer que constituye el sector eléctrico, enfermedad que padecemos desde hace apenas unos 50 años. Los apagones y daños a nuestros equipos eléctricos que han tenido lugar durante décadas nos han causado gran regocijo y es en esa virtud que no sólo dimos nuestra aprobación para que el Gobierno volviera a asumir el control de las distribuidoras de electricidad, con lo cual condenamos a la ineficiencia a todo el sistema eléctrico, sino que anualmente  hay que hacer frente a un subsidio cada vez mayor, pero con un servicio cada vez peor. 

Los interminables y frecuentes apagones, que harían casi imposible la vida a los ciudadanos de países civilizados, no tienen ningún impacto sobre nosotros, pues nos hemos ajustado perfectamente a esa situación calamitosa y estamos dispuestos a soportar peores condiciones. Para el 2013 se prevé que el Gobierno tendrá que erogar más de RD$50,000 millones por el subsidio eléctrico y ya se ha embarcado en proyectos para construir nuevas plantas a carbón, las cuales se convertirán eventualmente en ruinas con un costo enorme, como todo lo que toca el Gobierno. Pero no importa, nosotros seguiremos callados, autorizándolo todo.

Si el servicio eléctrico es tan precario y lo soportamos gustosamente, más desastroso ha sido por décadas el suministro de agua potable, a pesar de que lo hemos financiado con miles de millones de pesos para la construcción o mejoramiento de acueductos, sin que los resultados hayan beneficiado para nada a la ciudadanía. Al contrario, en adición a ese voluminoso financiamiento la clase media ha tenido que construir cisternas y pozos para consumir agua contaminada y la clase más pobre no tiene más remedio que hacer lo imposible para conseguir un poco del preciado líquido. Pero esto es algo que aparentemente nos agrada, porque nunca hemos reclamado nada. 

¿Y qué decir de las demás áreas del Gobierno, tales como los Ministerios de Relaciones Exteriores, con su carga de Cónsules y oficiales diplomáticos acreditados en otros países, pero con presencia permanente en la República Dominicana, Salud Pública, Agricultura, Obras Públicas, Migración, Industria y Comercio, Hacienda, y tantos otros? ¿Y del Poder Judicial, uno de los más podridos de América Latina? Nuestra exagerada generosidad nos lleva a continuar aumentando cada año los presupuestos de estas dependencias oficiales, a pesar de los severos perjuicios que nos causan, pero que no nos inmutan en lo más mínimo.

Es obvio que muy pocos dominicanos nos hemos preguntado alguna vez si existe alguna actividad o institución, de las que maneja el Gobierno, que funcione bien para beneficio nuestro. Aunque conocemos perfectamente la única respuesta que existe, nosotros jamás nos sentimos indignados por ese hecho. Al contrario, nuestra única reacción consiste en señalar a otro Gobierno que lo hizo peor, contentarnos con el que tenemos y defenderlo contra viento y marea.

En países con un grado más alto de civilización y de consciencia, la ciudadanía nunca toleraría las grandes fallas que presenta diariamente un Gobierno como el nuestro. Es impresionante el nivel de ignorancia, cobardía, mediocridad y apatía que se requiere para soportar el caos, la violación a las leyes y derechos ciudadanos y la ausencia de servicios eficaces a la población que representa nuestro sector público. Pero esa es, lamentablemente, nuestra realidad. Una realidad que produce, como única reacción en nuestros compatriotas, el deseo de largarse de aquí, porque no hay discernimiento, valentía, ni patriotismo para nada más.

Mientras tanto, tal parece que nuestra creciente generosidad continuará durante mucho tiempo más.  ¡Que siga la fiesta!

Tuesday, May 07, 2013

¿De qué Sirvió?

"Cuando las miserias morales asolan a un país, la culpa es de todos los que por falta de cultura y de ideal no han sabido amarlo como patria: de todos los que vivieron de ella sin trabajar para ella".
José Ingenieros (1877-1925) Ensayista Crítico ítalo-argentino

El pasado 24 de abril se conmemoró el 48vo. aniversario del inicio de la Revolución de Abril de 1965, acción militar emprendida por un grupo de jóvenes oficiales que trataron de reponer a Juan Bosch en la Presidencia de la República, de restablecer la Constitución que fuera aprobada en 1963 y de erradicar los altos niveles de corrupción existentes en las Fuerzas Armadas. Una gran cantidad de esos oficiales y miles de civiles y militares murieron durante la insurrección armada y con posterioridad a la misma.

Así como sucedió con ese hecho trascendental de la República, ha habido otros muchos episodios de nuestra historia en los cuales héroes dominicanos ofrendaron sus vidas para que este pueblo pudiera disfrutar de un mejor futuro.

Sin embargo, es penoso constatar que, no obstante los sacrificios personales y materiales de esos valientes y el largo tiempo transcurrido desde nuestra independencia hasta ahora, las aspiraciones que los guiaron a inmolarse por el pueblo dominicano no han podido hacerse realidad.

Al contrario, seguimos teniendo un país extraordinariamente rico, pero habitado por ciudadanos sumidos en el atraso. Nuestra cruda verdad es que un alto porcentaje de la población vive en la pobreza o en la pobreza extrema, mientras la clase media sirve de sostén a los pobres y de transferencia de recursos hacia los ricos. La gran mayoría de los dominicanos  no ha logrado terminar sus estudios primarios o secundarios y sólo una proporción mínima de la población ha cursado estudios universitarios o de post grado, al tiempo que la educación en cualquiera de esos niveles es desactualizada y su calidad muy inferior. De hecho, aún entre profesionales, el amor a la lectura y a la actualización de conocimientos es bien bajo.

Más vergonzoso aún es comprobar que los dominicanos, en general, no aman a su patria. La mayoría se marcharía al exterior si pudiera tener visas de otros países, especialmente de los Estados Unidos. Con el paso del tiempo, se han perdido los valores patrióticos, cívicos y morales y las muestras de solidaridad con nuestros hermanos son cada vez más escasas.

Son relativamente pocos los dominicanos que conocen bien la historia de su país y por esa razón se repiten muchos de los errores que se cometieron en el pasado. Vivimos alejados de nuestros deberes y desconocemos cuáles son los derechos que consagra la Constitución a nuestro favor y si en verdad se cumplen. 

La juventud de este país exhibe patrones de comportamiento que están muy alejados de los ejemplos que nos dieron los jóvenes que, a través de los procesos históricos que vivimos desde los años de la independencia hasta mediados de la década de 1970, sacrificaran sus vidas para que las futuras generaciones pudieran tener una mejor nación.

Hemos permitido que políticos malvados, inescrupulosos y ambiciosos hayan usado el poder para robarnos los sueños y el patrimonio que quisieron legarnos esos héroes. Vivimos ahogados con la pesada carga de insoportables impuestos que no han servido para beneficiar al pueblo, sino para convertir al sector público en un organismo totalmente hipertrofiado que nos agobia y que es incapaz de cumplir con sus funciones fundamentales de servir como ente regulador, compensador y estratégico. De ahí que todas las áreas que maneja ese sector se hayan convertido en un verdadero desorden y resulten en la inobservancia de las leyes, normas, procedimientos  y reglamentos que deberían regir el correcto funcionamiento del país.

Por eso tenemos un endeudamiento público que ha llegado a niveles escandalosos y cuyo pago consume casi la mitad del presupuesto nacional y que se utiliza, esencialmente, como instrumento de política económica para aumentar la reserva monetaria del Banco Central, para controlar la tasa de cambio y el nivel de inflación y para cubrir huecos fiscales. Lo cierto es, sin embargo, que el nivel de la deuda global se ha tornado inmanejable y compromete, de manera creciente, nuestras vidas y nuestra soberanía como nación.

Simultáneamente, una política fiscal perversa por parte del Gobierno nos ha conducido a un círculo vicioso de déficit presupuestales y endeudamiento que frecuentemente nos arrastran a nuevos y mayores impuestos, los cuales no tienen un impacto positivo en el desarrollo económico del país y no contribuyen a resolver, ni transitoria ni permanentemente, nuestros graves problemas nacionales. Así, el crecimiento económico logrado en los últimos años sólo ha beneficiado a una minoría de ricos, incluyendo a la nueva oligarquía política, en tanto sigue creciendo la pobreza y el mayor peso recae sobre la clase media.

Por otra parte, las instituciones estatales no cumplen su función de facilitar las gestiones oficiales de los usuarios, sino que se convierten en serios obstáculos que retrasan y encarecen esas gestiones. Los tres poderes del Estado son inoperantes, pues ninguno representa los intereses genuinos del pueblo dominicano, por lo cual sólo los ignorantes, que son la mayoría, pueden creer que aquí existe una verdadera democracia. Somos un país haitianizado y en proceso de convertirse en poco más de una década, junto con Haití, en una sola nación, única e indivisible, como expresara recientemente el cantante Presidente del vecino país, ante la mirada indiferente, cobarde y anti-patriótica de toda la sociedad.

La improvisación, la corrupción, la impunidad y el uso de los recursos públicos por parte de los gobernantes, para enriquecerse y favorecer a compañeros de partido, a sus familiares, amigos y relacionados, han sido prácticas comunes en el pasado  y en el presente, por más que se pretendan ocultar o negar.

Ante ese sombrío panorama, me pregunto yo: ¿De qué ha servido que cientos de héroes hayan ofrendado sus vidas para que las generaciones que les sucedieran pudieran tener un mejor país, con democracia, libertad, bienestar y justicia social?

¿De qué sirvió el enorme sacrificio de nuestro Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, guía y líder de los Trinitarios y quien dio su vida física, su paz espiritual y comprometió todos sus bienes y los de su familia, para que sus conciudadanos lograran su independencia el 27 de febrero de 1844?

¿De qué sirvieron los años de consagración patriótica y la muerte del Mártir de El Cercado, Francisco Sánchez Del Rosario, a quien Pedro Santana Familia ordenó fusilar el 4 de julio de 1861 junto a Manuel Baldemora, Julián Morís, Benigno del Castillo, Gabino Simonó Guante, Domingo Piñeyro Boscán, Félix Mota, Francisco Martínez, José de Jesús Paredes, Prudencio Rudesindo de León, Juan Erazo, José Antonio Figueroa, Pedro Zorrilla, Juan Dragón, León García, José Corporán, Epifanio Jiménez, Luciano Solís, Juan de la Cruz, Juan Gregorio Rincón, Baltasar Belén y Romualdo Montero?

¿De qué sirvieron los esfuerzos de decenas de patriotas que pelearon denodadamente para impedir la anexión de la República Dominicana a España desde 1945 hasta 1963 y que incluyen a María Trinidad Sánchez, Manuel María Gautier, Valentín Ramírez, Domingo García, Francisco Saviñón, Manuel Rojas, José Inocencio Reyes, Timoteo Ogando y muchos otros?

¿De qué sirvió la lucha tenaz para restaurar la independencia el 16 de agosto de 1863, por parte de Gregorio Luperón, Antonio Duvergé, José Del Carmen Contreras Alonso, Gaspar Polanco, Santiago Rodríguez, José María Cabral, José Antonio Salcedo, Benigno Filomeno Rojas, Pedro Antonio Pimentel, Cayetano Germosén, Eugenio Belliard, José María Rodríguez, Pablo Reyes, José Angulo, San Mézquita, Tomás de Aquilino Rodríguez, José Cabrera, Segundo Rivas, Alejandro Bueno, Juan de la Mata Monción, Sotero Blan, Benito Monción, José María Reyes, Juan de la Cruz Alvarez, Lucas Evangelista Peña, Antonio Passicá, José Ignacio Reyes, Federico Jesús García, Pedro Francisco Bonó, Máximo Grullón, Ulises Francisco Espaillat y de todos los hombres que les acompañaron en esa gesta gloriosa?

¿De que sirvió la muerte de tantos dominicanos que se opusieron tenazmente a los gobiernos totalitarios y corruptos de Buenaventura Báez y Ulises Hereaux (Lilís)?

¿De qué sirvió la muerte de todos los mártires dominicanos que lucharon contra la primera intervención militar de los Estados Unidos de América de 1916 a 1924, incluyendo a Salustiano Goicoechea (Chachá), Vicente Evangelista (Vicentico), Pedro Celestino Del Rosario (El Tolete), Ramón Natera, Cabo Gil, Fabio Fiallo, Américo Lugo, Francisco Henríquez y Carvajal, Emiliano Tejera, Apolinar Henríquez, Federico Godoy, Gregorio Urbano Gilbert, Máximo Cabral, Martín Peguero, José Piña, Luciano Reyes, Marcial Guerrero, Cayo Báez, Félix Laureano, entre otros tantos?

¿De qué sirvió el sacrificio de Alberto Larancuent, Cipriano Bencosme Comprés, Desiderio Arias, Alexis Liz, Buenaventura Sánchez Féliz, Leoncio Blanco, Aníbal Vallejo, Ramón Vásquez Rivera, Eduardo Vicioso, José Selig Hernández y otros muchos que combatieron para liberar al pueblo dominicano de Rafael Trujillo durante los primeros años de su régimen dictatorial?

¿De qué sirvió el sacrificio de Juan Isidro Jimenes Grullón, Ramón Vila Piola, José Daniel Ariza, Rigoberto Seda, Jesús María Patiño, Juan Ulises García, Angel Miolán, Francisco Augusto Lora, José Najul, Félix Pepín, Luís María Helú, Francisco Castellanos, Sergio Manuel Idelfonso (Capori), Federico Guillermo Liz, Leopoldo Bidó, Hellobin Cruz, Rafael Antonio Veras, Germán Martínez Reyna, Nicanor Saleta y otros que participaron en la conspiración contra Trujillo en 1934?

¿De qué sirvió la insurrección de Desiderio Arias en Montecristi en 1931 y de Ramón de Lara, Oscar Michelena y Amadeo Barletta en Santo Domingo en 1935, para deponer el régimen de Trujillo?

¿De qué sirvió el sacrificio del rico ganadero y hacendado dominicano Don Juan Rodríguez, quien aportó su fortuna y esfuerzos personales para la organización de las expediciones de Cayo Confites en 1946 y de Luperón en 1949, con el fin de liberar al pueblo dominicano de la dictadura de Trujillo?

¿De qué sirvió que José Rolando Martínez Bonilla, Fernando Spignolio, Fernando Suárez, Federico Horacio Henríquez (Gugú), Hugo Kunhardt, Salvador Reyes Valdéz, Manuel Calderón Salcedo, Alberto Ramírez, Alejandro Selva, Alfonso Leyton y otros perdieran sus vidas y que Horacio Ornes Coiscou, Miguel Angel Ramírez Alcántara, Tulio Hostilio Arvelo Delgado, José Feliú Arzeno, José Félix Córdova Boniche arriesgaran las suyas y fueran apresados en su intento por derrocar a Trujillo durante la expedición de Luperón el 19 de junio de 1949?

¿De qué sirvió que 54 patriotas desembarcaran en Constanza el 14 de junio de 1959, encabezados por Juan de Dios Ventura Simó, Enrique Jimenes Moya y Delio Gómez Ochoa, y que 6 días después arribaran 96 hombres a Maimón y 48 a Estero Hondo, comandados por José Horacio Rodríguez, José Messón y José Antonio Campos Navarro, muriendo torturados y asesinados prácticamente todos ellos, en aras de que el pueblo dominicano pudiera liberarse de Trujillo?

¿De qué sirvió la muerte de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal el 25 de noviembre de 1960?

¿De qué sirvió la acción de Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio De la Maza, Amado García Guerrero, Manuel Cáceres Michel (Tunti), Juan Tomás Díaz, Roberto Pastoriza, Luis Amiama Tió, Antonio Imbert Barrera, Pedro Livio Cedeño y Huáscar Tejeda, quienes ajusticiaron a Trujillo el 30 de mayo de 1961?

¿De qué sirvió el levantamiento en armas contra el gobierno despótico del Triunvirato que llevaron a cabo los héroes de Las Manaclas, San José de los Llanos, Dr. Manuel Aurelio Tavares Justo, Jaime Rafael Ricardo Socías, Federico José Cabrera González, Juan Ramón Martínez (Monchi), Jesús Antonio Barreiro Rijo (Tony), José Daniel Fernández Matos, Rubén Díaz Moreno (Rudy), Domingo Sánchez Bisonó, Manuel de Jesús Fondeur, Leonte Antonio Schott Michel, Fernando Arturo Martínez Torres, Antonio Filión (Manchao), Juan Caonabo Abel, Manuel de los Santos Reyes Díaz (Reyito), Alfredo Peralta Michel (Alfredito), Francisco del Carmen Bueno Zapata, Rubén Alfonso Marte Aguayo (Fonsito), Hipolito Rodríguez Sánchez (Polo), Adolfo González, Negro Rodríguez de Jesús, Arsenio Ortíz Fernández (Cubano), Francisco Peralta Trinidad, Arturo Romero, José Rafael Pérez Modesto, Gonzalo Pérez Cuevas, José Altagracia Suazo, Carmen Lora Iglesias (Piky), José Chaljub Mejía, Luis Adolfo Domínguez, Abel Rodríguez del Orbe, José Aníbal Guzmán, Cruz Peralta, Homero Hernández, Manuel de Jesús Checo, Nathanael Díaz González, Emil Elías Esmurdoc Ariza, Juan Lantigua Javier, Aquiles Reynoso Paulino, Oscar Edgar Cabral Rodríguez, Ramón Euclides Morillo Martínez, Reyes Saldaña, José Antonio Moquete Capell, Juan José Javier Reyes, Gil Alberto Pérez Rijo (Belisario), Lilo Coss Batista, José Dionisio Bautista Fabián, Angel Luís Pertnella Ceballos, Federico Cuello Dávila, Jaime Capell Bello, Enrique Batista Gómez, José Hungría Sánchez, Reymundo Cuevas Sena, Nelio Hernández Bautista, Rafael Faxas Canto (Pipe), Enriquillo Almánzar, Caqui Meléndez, Minaya Fernández, José Antonio Contado, Cristóbal Romás (Cristobita), Félix Gerónimo Escaño Peña, Edmundo Díaz, Daniel Matías, Francisco Tello, Sóstenes Peña Jáquez, Juan Miguel Román, Juan José Matos Rivera, Marcelino Grullón Jiménez, Teódulo Radhamés Guerrero, Bienvenido Aquino Pimentel, Benito Alejo Germán Vargas, Arquímedes Pagán Féliz, Eduardo Rosa Aristy, Luís Peláez, Manuel Lulo, Antonio Mirabal Jiménez, Julio Lora Genao, Freddy Reyes, Marcelino Antonio rosado, José Romero Bella Suriñach, Julio Henríquez Montandón, Marcelino Antonio Vargas Jáquez, Zoilo Batista, Hugo Alberto García Muñóz, Angel Rafael Abud y Manuel de Regla Medrano, la mayoría de los cuales fueron asesinados por dicho régimen?

¿De qué sirvieron los denodados esfuerzos y sacrificios realizados durante los años 1963 a 1965 por los oficiales Rafael Tomás Fernández Domínguez, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Vinicio Antonio Fernández Pérez , Eladio Ramírez Sánchez, Giovanni Gutiérrez, Mario Peña Taveras, Abel Martínez, Aquiles Hernández, Iván Hernández, Miguel Angel Hernando Ramírez, José Israel Pérez Fernández, José Mauricio Fernández, José R. Estrella, Héctor Lachapelle Díaz, Euclides Morillo, Ilio Capocci, Juan María Lora Fernández, Juan Miguel Román y muchos otros militares honestos para reponer a Juan Bosch en la Presidencia, restituir la Constitución de 1963 y hacer respetar tanto la voluntad popular manifestada en las elecciones del 20 de diciembre de 1963, como la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas?

¿De qué sirvió la muerte de más de 2,800 civiles y de 600 Constitucionalistas durante la Revolución de Abril de 1965, muertes que fueron el resultado de la traición de militares y civiles a su patria y a los principios constitucionales, para permitir que los Estados Unidos de América nuevamente mancillara la soberanía nacional con una intervención militar de 42,000 marines que cometieron horrendos crímenes de guerra?

¿De qué sirvieron las muertes de cientos de jóvenes estudiantes, militares constitucionalistas, profesionales, sindicalistas, periodistas y opositores a los gobiernos tiránicos y corruptos de Joaquín Balaguer, especialmente durante los gobiernos consecutivos que encabezó de 1966 a 1978, incluyendo a Henry Segarra Santos, Amín Abel Hasbún, Guido Gil Díaz, Maximiliano Gómez (El Moreno), Amaury Germán Aristy, Virgilio Eugenio Perdomo Pérez, Ulises Arquímedes Cerón Polanco, Bienvenido Silveira Leal Prandy (La Chuta), Mario Balderas, Asdrúbal Domínguez, Narciso González, Orlando Martínez Howley, Otto Morales, Tito Monte, Sagrario Ercira Díaz, Rubén Santana, Tulio Rivas, Armando Díaz, los 5 jóvenes del Club Héctor J. Díaz, Gregorio García Castro, Eladio Peña de la Rosa, Florinda Soriano (Mamá Tingó), Manfredo Casado Villar, Guillermo Peláez, Rolando De la Maza, Radhamés García, Vinicio Antonio Franco, Juan Rafael Bisonó Mera, Miguel Reyes Santini, Ramón Emilio Mejía (Pichirilo), William Jiménez, Luís de Peña, Vidal Peguero, Orlando Mazara, Roberto Basilio Perdomo,  Roberto Nivar, Flavio Suero, Modesto Rodríguez, Héctor Santiago, Rafael Mota, Silvio Abud, Salomón Lama, Rafael Vargas, Homero Hernández Vargas, Rafael Guillén, Virgilio Perdomo Pérez, José Vizcaino, Luís Martínez, Guillermo Rubirosa, Héctor García, Rafael Tavares Miolán, entre tantos ciudadanos vilmente asesinados por “La Banda”, “Los Incontrolables” y las fuerzas represivas de Balaguer?

¿De qué sirvió la incursión armada de Playa Caracoles en febrero de 1973 para derrocar a Balaguer y restaurar la Constitución de 1963, realizada por Francisco Alberto Caamaño Deñó, Eberto Geordano Lalane José, Alfredo Pérez Vargas, Ramón Euclides Holguín Marte, Mario Nelson Galán Durán, Juan Ramón Payero Ulloa,  Hamlet Hermann Pérez, Claudio Caamaño Grullón y Toribio Peña Jáquez, muriendo los  primeros seis y capturados y exiliados los últimos tres?

¿De qué sirvió la muerte de más de cien personas y el apresamiento de otras miles durante los tres días de motines civiles que comenzaron el lunes 24 de abril de 1984 para protestar contra el aumento de los precios de los artículos de primera necesidad, la devaluación del peso dominicano y la firma de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional?

En fin, ¿De qué sirvieron todas esas muertes y sacrificios, que se originaron en un deseo genuino y patriótico de beneficiar al pueblo dominicano, si hemos llegado a pleno siglo 21 y nuestro país continúa viviendo una situación de atraso económico, desorden permanente, injusticia social, endeudamiento extremo, pobreza rampante, ignorancia, violencia, delincuencia, narcotráfico, corrupción, haitianización creciente, servicios públicos ineficaces y poderes públicos que actúan al margen de la Constitución, mientras todo el pueblo que sufre esa situación se mantiene indiferente, con los brazos cruzados, sin hacer ningún esfuerzo efectivo para reclamar sus derechos y alentando con su actitud cobarde a políticos inescrupulosos que continúan haciendo del Gobierno su centro de poder omnímodo y de enriquecimiento ilícito?

Realmente parece que las muertes, sacrificios e iniciativas de nuestros héroes y valientes no sirvieron de nada.