Friday, November 16, 2012

El Discurso de Leonel Fernández y las Protestas de la Ciudadanía


“La hipocresía es un homenaje que el vicio rinde a la virtud”.

François de la Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.

Leonel Fernández fue un gobernante que muy pocas veces se comunicó con su pueblo, aun en aquellas ocasiones en las cuales el país enfrentó situaciones difíciles o conflictivas. Y ello así porque Fernández menosprecia el pueblo dominicano y lo considera incapaz de conceptualizar. 

A pesar de haberse especializado en el área de la comunicación, su deber de tratar los temas y problemas nacionales que afectan a la ciudadanía se circunscribió regularmente a pronunciar discursos los días 27 de febrero y 16 de agosto, discursos más bien políticos cargados de demagogia, para dar la impresión a la ciudadanía de que la República Dominicana se encontraba en vías de convertirse en un país económica y socialmente avanzado. De hecho, en más de una ocasión y casi hasta el final de su mandato, llegó a comparar a Santo Domingo con la ciudad de Nueva York.

Aunque he reconocido en varias oportunidades que Leonel Fernández es un individuo inteligente y astuto, considero que fue un costoso  error político el haberse dirigido al pueblo dominicano por televisión para tratar de justificar (¿y explicar?) el enorme déficit fiscal de su gobierno en el año  2012, lo cual, como es lógico suponer, era un tema que debió ser abordado por Danilo Medina desde el momento de asumir la primera magistratura. Pero el ego y el poder de Fernández son demasiado grandes como para permitir que otro miembro de su partido asumiera el papel protagónico que él entiende le corresponde.

Su discurso estuvo lleno de mentiras que fueron obvias para una gran parte de la población, incluso para muchos de los que simpatizan con él y para aquellos que, no teniendo una formación en economía, se sienten afectados negativamente por la situación económica actual. Más desafortunado para él ha sido el hecho de que dos de los principales funcionarios de su último período de gobierno desmintieron las cifras que ofreció como causas principales del déficit.

Sus propias declaraciones de este mismo año, admitiendo que
utilizó recursos del Estado para apoyar la elección de Danilo Medina como Presidente de la República y el haber incluido en su discurso partidas que ya estaban consignadas en el Presupuesto Nacional para intentar documentar el gran hoyo fiscal de su gobierno, además de haber violado de manera flagrante la Ley de Presupuesto, lo han llevado a hacer el ridículo ante la opinión pública nacional e internacional.

Estoy seguro que la motivación principal para que este individuo perverso decidiera hablar al país no se debe a que tuviera el temor de ser procesado por sus manejos irregulares de los recursos públicos, ya que, con toda razón, tiene la tranquilidad de que cualquier iniciativa para investigarlo o enjuiciarlo será desestimada prontamente, pues es él quien tiene el control de los tres poderes del Estado.

La verdadera razón para dirigirse al pueblo dominicano es que le preocupa que la difícil realidad fiscal que se ha evidenciado tras su salida del Gobierno y que ha merecido el repudio de amplios sectores de la sociedad, incluyendo a las clases más pobres, pueda reducir sustancialmente sus posibilidades de ser elegido de nuevo como Presidente en el año 2016.

Debo advertir, sin embargo, que siempre cabe la posibilidad de que la mayoría del pueblo dominicano con edad de votar nos sorprenda y olvide estos acontecimientos en los próximos tres años, como ha pasado ya en ocasiones anteriores, y vuelva a elegir a Fernández como Presidente de la República en las próximas elecciones generales.

No voy a referirme a los datos específicos utilizados por Fernández para tratar de justificar lo injustificable, por cuanto otros profesionales ya se han ocupado de demostrar sus falsedades y su intento de distorsionar la verdad. Más bien afirmo que el discurso de Fernández ha encendido aún más los ánimos de protesta que varios grupos de la sociedad iniciaron desde que se reveló una situación fiscal que asombró a muchos, pero que debió haber sido conocida de antemano por las clases sociales más conscientes del país.

Los principios personales y políticos que sustento me obligan a estar totalmente de acuerdo con estas protestas pacíficas, pero entiendo que las mismas no surtirán los efectos fructíferos esperados, debido a varios factores que son esenciales para que este tipo de actividades tengan éxito. Esos factores han sido enunciados de manera brillante por Gene Sharp, Profesor Emérito de Ciencia Política de la Universidad de Massachussetts, quien es famoso mundialmente por sus teorías sobre la desobediencia civil y acciones no violentas para lograr el restablecimiento de sistemas democráticos que actúen en beneficio del pueblo, así como por su libro “De la Dictadura a la Democracia” y por la creación de su Fundación Albert Einstein.

Tengo la impresión de que las protestas de varios grupos contra el aumento de impuestos promulgado por Danilo Medina y contra la impunidad de aquellos que usaron su poder para sustraer, dilapidar y desviar fondos públicos no tienen una planificación y estrategia adecuadas, sino que se caracterizan por la improvisación y la dispersión, al tiempo que no cuentan con un liderazgo sólido y moral que ajuste las mismas a un plan sistemático y eficaz.

Lo lamentable de nuestra situación como pueblo es que se ha perdido el equilibrio político y social, ya que el gobierno tiene demasiado poder, mientras el pueblo es relativamente débil y con pocas posibilidades de contrarrestar los desmanes de los políticos que lo ejercen, a menos que se organice y ejerza una presión sistemática a través de distintos modos de protesta con el fin de minar y destruir las bases sobre las cuales se sostiene esta especie de dictadura peledeísta, que es el resultado del uso descarado de los recursos públicos en campañas electorales, de la conversión de un alto número de votantes en parásitos del gobierno y del control y manipulación de una opinión pública que ha favorecido o se ha vendido al partido en el poder.

Seríamos ciegos si no reconocemos que Leonel Fernández lo compró todo… y con dinero nuestro. Compró periódicos y periodistas, comentaristas de radio y televisión, empresarios, jerarcas de la iglesia católica, sindicalistas, congresistas, miembros prominentes del sistema judicial, políticos de otros partidos y de su propio partido.

Como todo régimen político, los gobiernos del PLD, incluyendo el actual, tienen debilidades que deben ser identificadas y atacadas si se quieren lograr los objetivos concretos que deben ser establecidos en la estrategia de resistencia pacífica que se diseñe. Por lo tanto, las distintas formas de protesta pacífica de la población tienen que obedecer al desafío político por parte de la ciudadanía, lo cual aumentará el nivel de empoderamiento de la sociedad.

Es por eso que la lucha para revertir la situación que vive el país es realmente ardua y relativamente larga y requiere de la participación masiva y persistente de los dominicanos, especialmente de los jóvenes y la clase media. Aunque el aumento de impuestos efectuado por el Gobierno y la impunidad podrían considerarse como causas suficientes para ello, aún no se han producido las drásticas medidas económicas que éste tendrá que adoptar para la firma de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y que implica mayores sacrificios para la población y un fuerte aumento de la deuda pública interna y externa.

El momento para actuar es ahora, pero los objetivos y estrategia deben estar muy bien definidos. El aumento de impuestos ya se consumó y una parte significativa de ese paquete fiscal entrará en vigencia el próximo 10 de diciembre.  Protestar solamente para que éste se elimine no tiene mucho sentido. Para ese fin, las protestas debieron complementarse con otras acciones sociales y haber sido mas continuadas.

En realidad, las protestas, movimientos y acciones pacíficas deberan estar encaminados a la supresión del gasto gubernamental dispendioso; a la eliminación de la corrupción administrativa; al sometimiento a la justicia de todos los funcionarios que cometieron actos dolosos; a la abolición de los irritantes privilegios de los congresistas y de los altísimos salarios y pensiones de ciertos funcionarios públicos; a la obligatoriedad de cumplir con la Ley de Presupuesto; y a la debida rendición de cuentas al pueblo dominicano, entre otros.

Se podrá argumentar que una parte importante de la población no paga la energía eléctrica que consume; que los negocios informales (que constituyen un alto porcentaje de la actividad comercial del país) y la mayoría de las personas físicas no cumplen con sus deberes impositivos; que existe una importante evasión de impuestos; y que la carga impositiva es regresiva y afecta más a la clase media que a los grandes empresarios y a la clase rica, pero lo cierto es que los elevados ingresos que recibe el Gobierno de parte de la población en la forma de impuestos no se retribuyen en forma de servicios públicos eficaces y en inversiones que beneficien a la ciudadanía, sino que son despilfarrados y distraídos en beneficio propio por parte de los gobernantes de turno y sus funcionarios.  Y aunque lo segundo no es suficiente para justificar lo primero, la situación nacional se ha agravado a tal punto que ningún servicio público funciona adecuadamente y todo lo que toca el Gobierno se deteriora.

En conclusión, apoyo firmemente las acciones de protesta, huelgas, boicots, resistencia, desafíos a la autoridad y desobediencia civil, que son las principales vías pacíficas para lograr los objetivos deseados por la ciudadanía, y considero que deben continuar ejecutándose, de modo persistente y bajo una estricta coordinación, pero siempre ajustadas a una estrategia diseñada de conformidad con un plan cuidadosamente concebido y bajo la dirección de un liderazgo que merezca el respeto y el respaldo de la sociedad civil. Sólo así se mantendrá el entusiasmo y la motivación de los participantes. La lucha cívica con violencia o integrando a figuras políticas desgastadas o instituciones desacreditadas no tiene sentido y causan un daño considerable a este tipo de movimientos.

Si se llevan a cabo de manera apropiada, es alta la probabilidad de que esas acciones causarán que las bases corruptas del Gobierno peledeísta se derrumben y den paso a la solución de la mayoría de los problemas que agobian a la sociedad dominicana.