Friday, December 17, 2010

Tragedia Bajo el Flamboyán


“La violencia es el último recurso del incompetente”.
Isaac Asimov (1920-1992), Escritor Estadounidense

Pancho y Carmela vivían de manera paupérrima en los catorce metros cuadrados de su destartalada casa de un poblado cercano a Maimón, pequeña ciudad ubicada a unos 65 kilómetros al noroeste de la capital.

El único toque de hermosura de ese hogar era un enorme flamboyán, con abundantes flores de color rojo encendido. El árbol había crecido durante años en el fondo del patio de aquella casucha.

Pancho se había llevado a Carmela cuando ambos eran aún muy jóvenes, contando él diecinueve años de edad y ella dieciséis. El se dedicaba a vender billetes y quinielas de la Lotería y ella trabajaba como empleada doméstica en la casa de Doña Rosa, una señora que residía en Maimón.

Pronto tuvieron sus primeros hijos, Daniel y José, niños de vientre abultado y propensos a enfermarse mucho, sobrevivientes del ambiente de poca higiene que les rodea, tal como ocurre con centenas de miles de niños del desventurado país donde vivían.

Cuando Daniel y José contaban con tres y dos años de edad, respectivamente, Carmela dio a luz a Lucrecia. La niña fue recibida por sus padres sin mucho entusiasmo, lo cual no impidió que tuvieran, en rápida sucesión, a otros dos hijos, a quienes nombraron Rafael y Marisela.

Carmela trabajaba de lunes a sábado, desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde. Regresaba a su casa en motoconcho. En su ausencia, los niños eran atendidos por una tía suya, de nombre Yolanda, que vivía muy cerca, y por Pancho, cuando estaba en la casa.

Pancho era adicto al ron y a las apuestas en el juego de billar, tan popular en su pueblito. En su hogar era un hombre violento, que frecuentemente abusaba verbal y físicamente de Carmela frente a sus hijos, asestándole golpes sin ton ni son, sólo porque a él le daba la gana y para que su mujer “lo respetara”. Los niños no escapaban de sus arranques de ira y les pegaba con regularidad para que “aprendieran a caminar derecho”.

Pancho había crecido observando el mismo patrón de conducta por parte de su padre, quien abusaba continuamente de su mujer y de sus hijos, lo cual ocurría muchas veces frente a él y a sus hermanos.

El tiempo transcurrió y Lucrecia tenía ya ocho años. Fue cerca de haberlos cumplido cuando Pancho llegó ebrio a su casa. Sólo ella se encontraba allí. Estaba en el patio, jugando con una muñeca de trapo que Doña Rosa le había enviado con Carmela la navidad anterior. Pancho había visto a Lucrecia cuando llegó y la llamó a voces. Al instante, la niña dejó lo que estaba haciendo y fue rápidamente donde estaba su papá.

Sentado en una silla de guano, Pancho le pidió a Lucrecia que lo ayudara a quitarse las botas enlodadas, pues tenía nudos en los cordones y no los había podido desatar por la torpeza que le provocaba su estado de ebriedad.

La inocente niña hizo lo mejor que pudo y finalmente logró sacarle las botas y las raídas medias, dejando al descubierto aquellos pies malolientes.

Cuando Lucrecia se disponía a marcharse, Pancho la haló del brazo, la abrazó y comenzó a acariciarla y a besarla, inundándola con el tufo de su aliento.

Fue en ese momento y contexto que Pancho abusó sexualmente de su hijita, amenazándola luego con matarla a ella y a Carmela si llegaba a enterarse de que le había contado algo de lo ocurrido a su madre.

Aquella brutal acción fue algo que se convirtió en rutina en los siguientes años. En algunas de esas ocasiones se encontraban presentes uno o más de los hermanos de Lucrecia.

Eventualmente le correspondió también el turno a Marisela, la hermanita de Lucrecia y tres años menor que ella. Ambas eran sometidas a las diferentes prácticas sexuales elegidas por su padre.

Mucha gente del poblado estaba enterada de lo estaba ocurriendo, pues Pancho, en una de sus borracheras, comentó en el salón de billar que se sentía mejor haciendo “el amor” a sus hijas Lucrecia y Marisela, que a su mujer Carmela.

Muchos aseguraban que Carmela también estaba enterada, pero que nunca se había atrevido a poner un alto a la situación por el temor que le infundía Pancho, para no provocar la violenta reacción de éste.

Cuando Lucrecia contaba con trece años de edad ocurrió lo que parecía inevitable: salió embarazada. Fue entonces, y sólo entonces, que Carmela se preocupó por la situación, especialmente cuando confirmó con el propio Pancho que él era el padre de la criatura.

A Pancho no pareció importarle mucho lo sucedido. “Es mi hija y puedo hacer con ella lo que me dé la gana”, contestó.

Cuando Carmela le reclamó acremente su proceder incestuoso, la reacción de aquél no debía sorprender a nadie: Carmela recibió una soberana paliza por parte de su marido.

La noticia del embarazo de Lucrecia por parte de su degenerado padre, confirmando a los moradores del poblado que eran ciertos los comentarios que venían corriendo de boca en boca de que Pancho violaba a sus hijas, causó indignación en muchas de las mujeres de allí.

Y hasta en algunos hombres que no estaban de acuerdo con violar a sus propias hijas, sino a las hijas de los demás.

La falta de autoridad, la ineficacia de la policía, la aplicación inadecuada de una ley aprobada diez años antes para “prevenir” la violencia intrafamiliar, la existencia de un sistema judicial que favorece a los violadores de la ley y que dio lugar a la impunidad reinante en el país, conjuntamente con la enorme corrupción de gobernantes y legisladores, habían convertido la nación en el paraíso de la delincuencia, sobre todo después de haberse aprobado el llamado “Código Procesal Penal”, en el cual el peso de la prueba descansa en la labor de fiscales incompetentes y mal pagados.

El maltrato físico y mental contra mujeres y niñas y las violaciones y abusos sexuales son el pan nuestro de cada día en ese país, todo ello agravado por la pobreza y la ignorancia que abate a casi la mitad de la población, ante la total indiferencia de presidentes y funcionarios públicos que sólo usan esos elementos para promesas de campaña política, promesas que nunca cumplirán, sin importarles para nada el destino ni la situación de los pobres y marginados de la sociedad.

De hecho, el Presidente del país, en su acostumbrado cinismo y muestras de hipocresía, y en ocasión de celebrarse el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, había expresado en su mensaje publicado por la prensa lo siguiente: “reiteramos que nuestro Gobierno está comprometido con la lucha para enfrentar todas las formas de violencia contra las mujeres y las menores. En consecuencia, el Gobierno está ejecutando de manera eficiente varios programas para brindar protección a las adultas y a las niñas maltratadas”.

¡Cuántas mentiras y promesas incumplidas por parte de estos perversos y degenerados que llegan al poder! ¡Cuánta indiferencia ante el sufrimiento de aquellos que han sido excluidos socialmente, tan seres humanos e hijos de Dios como ellos o como cualquier persona rica o poderosa!

Carmela, Lucrecia y Marisela, y miles de mujeres y niñas como ellas, no habían recibido nunca la protección anunciada demagógicamente por el Presidente. En beneficio de ellas no existe una política social y cultural diseñada y debidamente coordinada para evitar tales abusos, a la par con leyes y regulaciones eficaces, supervisadas y ejecutadas en su cumplimiento por un personal competente. Lo que existe es una ley que casi nadie cumple, como sucede con la mayoría de las leyes que allí existen.

Por eso han sido asesinadas más de 400 mujeres por sus maridos en los últimos tres años, una cifra que sólo se equipara con los muertos por la policía en “intercambio de disparos”. La epidemia del abuso físico, psicologico y sexual no parece conmover a ninguno de los sectores de la sociedad, ni parece motivarlos a poner un alto a la alarmante espiral de la violencia familiar.

Por eso, el abuso de Pancho se repite hasta la saciedad en un alto número de familias pobres y también en muchos otros hogares de clase media baja.

Por eso pasó lo que pasó.

Yolanda, la tía de Carmela, que atendía los niños en su ausencia, la convenció para ir juntas y denunciar a Pancho en una de las fiscalías habilitadas para tales fines. La policía lo detuvo y lo metió preso, pero a los tres días fue puesto en libertad.

Una vez libre, Pancho esperó hasta las seis de la tarde para dirigirse a su casa. No entró, sino que se escondió detrás de un follaje cercano para esperar el regreso de Carmela. Cuando ésta llegó y se disponía a entrar en la casa, Pancho, que la había seguido sigilosamente, la agarró por el pelo y la arrastró hacia el patio. Allí la acuchilló repetidas veces hasta quitarle la vida.

Luego entró a la vivienda y vio en un rincón a sus tres hijos menores, Lucrecia, Rafael y Marisela. Allí estaban, sobrecogidos por los gritos de su madre y por el miedo ante aquella figura dantesca que acababa de hacer su entrada con un cuchillo ensangrentado en la mano.

Pancho saltó como una fiera sobre Lucrecia, con cuatro meses de embarazo, y sobre Marisela, ambas una al lado de la otra, y las asesinó sin piedad con el mismo cuchillo. Mientras Pancho descargaba su furia contra sus hijas, Rafael huyó despavorido y salvó su vida porque su padre no pudo alcanzarlo. Daniel y José, los hijos mayores, tuvieron la fortuna de no encontrarse en la casa en el momento de la desgracia.

Los gritos de Carmela y de las niñas atrajeron la atención de la tía Yolanda, que se encontraba cerca, y rápidamente se dirigió hacia la casa. Tuvo tan mala fortuna que al entrar se encontró cara a cara con el matador y sufrió la misma suerte que las demás.

Varios minutos después, atraídos por los alaridos que escucharon, algunos vecinos se acercaron y entraron a la vivienda. Una vez allí, pudieron contemplar atónitos el lúgubre espectáculo de aquellos tres cuerpos sin vida, totalmente ensangrentados.

En el patio descubrieron a Carmela, muerta de la misma manera. Y un poco más allá, colgando de una de las ramas del enorme flamboyán de flores color rojo encendido, estaba Pancho, que se había ahorcado luego de cometer aquellos actos de tanta barbarie.

Los periódicos locales reseñaron, dos días después, ese episodio de violencia intrafamiliar, uno más de los cientos que ocurren anualmente en ese desafortunado país y que su población se ha acostumbrado a ver con total apatía.

Friday, December 10, 2010

¿De Qué Sirve ese Presidente?


"En un país bien gobernado debe inspirar vergüenza la pobreza. En un país mal gobernado debe inspirar vergüenza la riqueza."
Confucio (551 a.c. – 479 a.c.) Filósofo Chino

Si el Presidente de los dominicanos sabe, como lo sabe toda la ciudadanía, que una parte importante de los impuestos que paga el pueblo va a parar, en gran medida con su propio apoyo, a los bolsillos de funcionarios, políticos, militares y congresistas corruptos, así como a los despilfarros de las instituciones públicas, y no impone sanciones, ordena despidos, canaliza los debidos sometimientos a la justicia y ni siquiera se toma la molestia de referirse a esos actos, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos conoce desde niño la desgarradora realidad de la pobreza que abate a tantos de sus conciudadanos y Dios le ha dado la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de los pobres, pero no hace nada en ese sentido, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos sabe que el paternalismo y el clientelismo son elementos perniciosos y que mantienen a los más pobres en un estado de postración social, pero los sigue utilizando como arma continuista durante sus períodos de gobierno, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos sabe que más de un 35% de los niños de su país se encuentran desamparados; que un gran porcentaje de ellos no asiste a las escuelas, sino que, en violación a la Constitución, el Gobierno permite que trabajen; que el dengue, la desnutrición, las inundaciones, las malas condiciones de sus barrios, la insalubridad, la droga y los abusos y el abandono de sus padres están cercenando sus posibilidades de progreso en la vida; y no muestra ninguna preocupación por esa terrible situación, ni toma ninguna acción para remediarla, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos sabe que la población sufre por falta de energía eléctrica, por problemas para tener acceso a agua potable, por acumulación de basura y por la falta de servicios públicos, y no adopta las medidas necesarias para resolver esa situación calamitosa, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos sabe que la masiva inmigración haitiana está provocando un daño casi irreversible a la República Dominicana y no hace nada para detenerla, sino que parece alentarla, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos sabe, porque lo ha proclamado en múltiples ocasiones en foros nacionales e internacionales, que la educación es fundamental para lograr el progreso de la Nación, pero no cumple con lo dispuesto por la Constitución y se burla abiertamente de la población al indicar que no destinará más recursos a la educación “aunque el pueblo brinque y patalee”, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos tiene acceso a los resultados de los estudios del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y de las Naciones Unidas que señalan a la República Dominicana como un país donde casi la mitad de su población vive en la más absoluta pobreza y como uno de los países más atrasados del mundo en educación, salud y otros indicadores sociales, mientras el Presidente insiste demagógicamente en hablar de progreso y que ese país va pa’lante, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos está consciente de la situación de pobreza y atraso económico y social que vive su país y de que el crecimiento económico de los últimos cincuenta años sólo ha beneficiado a los políticos, a los más ricos, a los narcotraficantes y a los que hacen lavado de dinero, sin que ese crecimiento se haya traducido en desarrollo económico que propicie la justicia social, la redistribución del ingreso nacional y genere beneficios para la clase media y baja, y no conforme con eso tiene el cinismo de declarar que “el país se convertirá en breve en una potencia tecnológica” y que “se está produciendo una auténtica revolución que permitirá fortalecer la posición geopolítica de la República Dominicana”, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos sabe que la política monetaria seguida por el Banco Central ha mantenido bajo control los niveles de inflación y de la tasa de cambio y logrado tasas satisfactorias de crecimiento económico, pero ha permitido que el déficit cuasi-fiscal aumente RD$89,000 millones a más de RD$200,000 millones, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos sabe que no es cierto que la capacidad de endeudamiento de los dominicanos sea ilimitada, como expresaron funcionarios y asesores del gobierno también corrupto de Hipólito Mejía, y que cada nuevo préstamo compromete a la presente y futuras generaciones, y aun así persiste en la veloz carrera de endeudamiento que ha producido un aumento impresionante en la deuda pública interna y externa en los últimos años, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos sabe que el costo de la canasta familiar básica es actualmente más de tres veces el monto del salario mínimo y cuando llega el momento de revisar los salarios de los trabajadores el aumento que se aprueba es irrisorio y los coloca en una situación cada vez más insostenible, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos contempla impasible cómo crece la violencia, la criminalidad, el narcotráfico, el luto y el dolor para una población que se siente cada día más insegura y desprotegida, al punto de que parecería que en el país no hay gobierno debido a que la estructura policial y militar establecida para brindar seguridad y protección a la ciudadanía está integrada por numerosos delincuentes que actúan a su antojo por la negligencia, incapacidad y complicidad oficial, mientras el Presidente insiste en ignorar esa situación, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos es un presidente caro, y de lujo, que no se ocupa de resolver los problemas del país, ni de comunicarse ni informar a la ciudadanía sobre aspectos importantes y sólo aparece por televisión un par de veces al año, para pronunciar un discurso contentivo de palabras que a cualquier imbécil le parecen “bonitas”, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos sabe que las instituciones de su gobierno no prestan adecuadamente los servicios que deben brindar a la ciudadanía y que, más bien, se han convertido en un obstáculo y un dolor de cabeza para todos aquellos que tienen la obligación de utilizarlas, y no hace nada para mejorar la situación, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos sabe que en su gobierno todo es un caos y un desorden y que nada funciona bien: ni los servicios públicos, ni la educación, ni la salud, ni la justicia, ni el transporte público, ni la protección y seguridad que debe brindar la policía nacional y los organismos de seguridad, ni los acueductos, ni los alcantarillados y drenajes, ni el tránsito vehicular, ni la justicia social, ni la construcción de viviendas para los pobres, ni la protección del medio ambiente, ni la seguridad social, mientras el presupuesto nacional es el mayor en toda la historia del país en términos reales y mientras la gente se pregunta hacia dónde va todo ese dinero, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos conoce perfectamente las necesidades y precariedades de su país y se encaprichó en construir un Metro a un costo elevadísimo que beneficia a un porcentaje insignificante de la población, sin la aprobación de los organismos correspondientes, sin haberla sometido a debates y ejecutándola en secreto, aumentando sustancialmente el endeudamiento interno y externo, con el agravante de está consciente de que esa obra podría ser descuidada o abandonada una vez él y su partido no estén en el poder, haciendo que esa enorme inversión se deteriore o se pierda, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos, luego de ejecutar esa obra costosísima, decide aprobar unilateralmente la construcción de una nueva ruta del Metro que eventualmente cuando se termine será más larga y más costosa que la anterior, disponiendo a su antojo de los impuestos de los contribuyentes, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos sabe que con mucha frecuencia se producen escándalos de corrupción entre funcionarios o congresistas y que lo han llegado a incluir a él mismo, así como violaciones flagrantes a la Constitución y a las leyes por parte de miembros del Gobierno y episodios graves que involucran narcotraficantes y empresarios extranjeros condenados o perseguidos por la justicia de sus países de origen y que aquí han tenido el apoyo del Gobierno y ese Presidente nunca se preocupa dar explicaciones de ello a la ciudadanía y se mantiene al margen de la Ley, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

Si el Presidente de los dominicanos encabeza un gobierno que castiga de manera continua a la población con aumentos en el costo de los servicios públicos y con mayores impuestos, mientras él, sus funcionarios y congresistas mantienen sus irritantes e injustos privilegios, sus canonjías, derroches y dispendios, ¿De qué le sirve ese Presidente a su país?

¿De qué le sirve a la República Dominicana un Presidente que adopta siempre la actitud de hacerse el ciego o el sordo o el mudo o las tres cosas a la vez?

¿No será acaso que los dominicanos a quienes ese presidente gobierna se merecen todo eso, y más aún, por ser tan apáticos, pusilánimes y, hasta cierto punto, masoquistas?

Saturday, November 13, 2010

Los Gobernantes Dominicanos Empujan a Nuestros Hijos Hacia el Abismo de la Violencia, la Delincuencia y el Narcotráfico


"Un buen gobierno produce ciudadanos que se distinguen por su valor, su amor a la justicia y otras buenas cualidades. Un mal gobierno les hace cobardes, rapaces y esclavos de todos los deseos deleznables."
Dionisio de Halicarnaso (60 a.c. – 7 a.c.) Historiador Griego

Hace unos tres años me encontraba en medio de una negociación litigiosa para recuperar un terreno turístico de mi propiedad que había sido ilegalmente enajenado durante más de una década por una poderosa empresa constituida por socios locales y extranjeros.

Gracias a la justicia divina de mi Señor Misericordioso, surgió un fuerte conflicto entre esos socios que hizo posible que finalmente yo pudiera ser resarcido justamente por tan vituperable acción.

Durante el proceso de negociación, mantuve contacto con una joven abogada que formaba parte de la firma legal que representaba a la parte contraria. En una de las ocasiones que me reuní con ella, observé que sobre su credencia había una fotografía de sus dos pequeños niños. Me atreví a preguntarle si ella consideraba que sus hijos tendrían un buen futuro en la República Dominicana.

Su respuesta no me dejó lugar a dudas: ella consideraba que su atención de madre y su aporte material a la crianza de sus hijos eran elementos más que suficientes para garantizar que éstos tendrían su porvenir asegurado en nuestro país. La forma en la cual defendió su opinión me indujo a no insistir con mi pregunta y, mucho menos, exponer las razones de peso que, a mi juicio, contradecían su posición.

Para mí es obvio que el futuro de nuestros hijos depende no sólo del valioso tiempo que la agitada vida moderna nos permite dedicarles y de los cuantiosos recursos que debemos generar para dotarlos de salud y de una razonable educación académica, sino de la calidad del ambiente que les rodea.

Luego de haber transcurrido tres años de esa conversación, estoy absolutamente convencido de que las condiciones actuales de la República Dominicana, y las que aparentamente prevalecerán en los proximos años, hacen imposible que nuestros hijos y nietos, salvo contadas excepciones, puedan aspirar a alcanzar en nuestro país todo su potencial como seres humanos, a tener acceso a buenas oportunidades de desarrollo personal o a tener el futuro que dictan sus respectivas capacidades.

Como los gobernantes de los ultimos 46 años sólo se han ocupado de enriquecerse o aferrarse al poder, al tiempo que han destruido deliberadamente la posibilidad de que los dominicanos puedan contar con servicios públicos adecuados y acceso a un mayor nivel de seguridad, paz, bienestar y progreso, nunca se ha producido un esfuerzo realmente serio o eficaz para enfrentar los crecientes problemas económicos y sociales del país.

Y ese hecho tiene, definitivamente, un efecto contundente sobre la calidad de vida de las personas que habitan nuestra nación.

Esa negligencia intencional ha convertido muchos de esos problemas en verdaderas crisis que, por su gran envergadura, difícilmente podrán ser solucionadas en el corto o mediano plazo; mucho menos por los políticos desaprensivos que se encuentran en el poder o que aspiran a él y que no le han dejado al pueblo dominicano ninguna opción viable para tener la esperanza de un futuro mejor.

Es así como el secuestro de la posibilidad de vivir en democracia por parte de los partidos políticos, la contínua inmigración haitiana (alimentada por las deplorables condiciones de Haití y por el afán de lucro y la falta de escrúpulos de altos militares, políticos y empresarios), la delincuencia, el narcotráfico, la corrupción rampante en tantos aspectos de la vida nacional, la impunidad, el deterioro absoluto de los sistemas de educación y salud, el enorme grado de pobreza de casi la mitad de nuestra población, la insuficiencia crónica de acueductos y alcantarillados adecuados y el insostenible endeudamiento público, entre otros grandes problemas nacionales, han alcanzado todos un nivel tan alarmante de deterioro y complejidad que es prácticamente imposible contar con los medios suficientes, humanos y materiales, para resolverlos.

Si usted vive en la República Dominicana; es una persona honesta y trabajadora; desea una vida de paz y bienestar para su familia; desenvolverse en un ambiente caracterizado por el orden, el respeto, la solidaridad, el cumplimiento de las leyes, y la estabilidad económica y social; y, sobre todo, desea que sus hijos y nietos puedan aspirar a empleos bien remunerados y que cuando se casen puedan generar los medios para poseer una vivienda digna, vehículo propio y garantizar la educación de sus hijos, puede tener la seguridad de que los problemas arriba indicados impedirán que usted pueda sentirse tranquilo con respecto a su propio futuro y al de su familia.

Veamos primero el tema del secuestro de la posibilidad de vivir en democracia por parte de nuestros gobernantes y sus partidos políticos, que es, precisamente, la causa principal de todos los demás problemas sociales dominicanos.

El tirano Rafael Leonidas Trujillo fue asesinado por un reducido grupo de sus amigos y allegados que se sentían descontentos con el régimen o que habían sido personalmente perjudicados por él. Este grupo nunca tuvo un plan específico para establecer una verdadera democracia en la República Dominicana. Ni siquiera hubo una ejecución eficaz de los pasos programados previamente para matar a Trujillo y sucederlo en el poder. De ahí que los meses siguientes estuvieran marcados por una gran confusión en muchos órdenes e inestabilidad del sistema político, según podemos testimoniar los que vivimos en esa época.

En definitiva, el resultado fue que Trujillo despareció físicamente y que eventualmente una gran parte de su familia marchó al exilio, pero todos los sistemas y estructuras Trujillistas, incluyendo las represivas y las cuotas de poder que mantenía la oligarquía criolla, han permanecido casi intactos hasta ahora.

La única esperanza de dar los primeros pasos hacia una posible democracia fue destruída rápidamente a los siete meses de iniciarse el experimento.

Lo que ha ocurrido después de ese hecho sólo se puede definir como un crimen horrendo contra todo un pueblo que no tiene consciencia de las repercusiones que han tenido, y tendrán por muchos años, los desmanes cometidos por gobernantes y políticos durante las últimas cinco décadas.

Los gobernantes dominicanos y sus partidos políticos han llegado a un extremo tal de corrupción, incumplimiento de sus responsabilidades y destrucción de las bases para una posible democracia, que los dominicanos no tenemos en estos momentos ninguna posibilidad de elegir un presidente honesto y trabajador que pueda producir cambios significativos en nuestras condiciones de vida ciudadana.

Así mismo, los gobernantes y dirigentes de los principales partidos políticos han logrado un control casi total de los variados estamentos de la sociedad y existe un pacto implícito de proteccion mutua entre ellos, de manera que no importa por cual candidato o partido usted vote, el resultado será prácticamente el mismo: enriquecimiento ilícito de las autoridades y sus cómplices, descuido de todos los servicios públicos y aumento de todos los males señalados con anterioridad. Eso no puede ser democracia ni cosa que se le parezca.

Es lamentable reconocerlo, pero esa es la cruda realidad que nos golpea.

Quizás el peor de los males, y por mucho, que se derivan de lo anterior, es la incontrolable inmigración haitiana, un excelente negocio en manos de políticos, militares y empresarios y que, por tal razón, nunca se han hecho, y aparentemente no se harán, esfuerzos reales, verdaderos y sinceros por detenerla.

Los haitianos que emigran a la República Dominicana tienen una cultura, un idoma y costumbres de vida totalmente distintos a los de los dominicanos, además de un resentimiento y desprecio ancestral hacia nosotros. Los haitianos no aportan nada positivo a nuestro país; al contrario, su influencia en nuestra sociedad es perniciosa y solo contribuye a perpetuar las desgracias del subdesarrollo. La misma contratación de mano de obra haitiana, a precios inhumanos, ha causado un daño irreparable a las aspiraciones del trabajador rural y urbano dominicano de contar con un nivel de salario justo como compensación a su labor, de manera que el 59% de nuestros trabajadores devenga un salario mensual de RD$10,000 o menos. ¿Cómo se pueden satisfacer las necesidades de una familia con ese bajísimo nivel de ingresos?

Podría escribirse todo un tratado sobre este particular, pero esa tarea está fuera del ámbito de este artículo. Sólo me limitaré a afirmar que el problema de la inmigración haitiana, lejos de ser controlado, aumentará cada día y que ese hecho tendrá repercusiones negativas insospechadas sobre cada uno de nosotros y sobre nuestros hijos y nietos.

En cuanto al sustancial incremento que se ha producido en la violencia, la delincuencia y el narcotráfico en la República Dominicana, cabe afirmar que esas calamidades son una consecuencia directa de varios factores, entre los cuales los más importantes son: el alto grado de pobreza existente en el país, la ineficacia de las autoridades en el manejo de esos problemas y la complicidad de éstas para enriquecerse y aumentar su poder político.

¿Qué se puede esperar que hagan miles de jovenes invisibles para usted y para mi; cuyas familias están sumidas en la más profunda miseria; que no han podido adquirir ninguna preparación para optar por un empleo digno; que han perdido las esperanzas de una vida mejor; que han crecido en un ambiente promiscuo y de hacinación; que están alejados de nuestra consciencia social; que no tienen acceso a ningún tipo de oportunidades; y que viven en una sociedad corrupta de ostentación y consumo que desprecia a los desposeidos?

Adivinó usted: subirse al tren de la delincuencia y del narcotráfico.

Déjeme decirle algo. Si usted estuviera en su posición, es probable que también haría lo mismo, pues sus alternativas de lograr una mejoría de vida serían muy limitadas.

Cuando los gobernantes y autoridades no cumplen con sus obligaciones básicas, sólo se tendrá como resultado el aumento de la pobreza, el crecimiento descontrolado de barrios marginados alrededor de las ciudades principales, la carencia de servicios públicos adecuados y un aumento de la violencia y la delincuencia.

Es de esa manera que nuestros gobernantes y autoridades han empujado, poco a poco, pero de modo consistente, a nuestra niñez y juventud más pobre a la delincuencia y el narcotráfico. Ahora esos jóvenes tienen acceso a armas y dinero. Tienen, además, el poder de atemorizar a los ciudadanos de clase media y clase alta, así como a las propias autoridades de la nación. Son reconocidos o admirados por sus grupos o por sus jefes y dan protección física y material a sus familias. No tienen miedo de morir. Se han convertido en gente poderosa y tienen una gran influencia en el medio en el que desenvuelven. Y cuando son atrapados y luego liberados, salen graduados de verdaderos criminales en nuestras inoperantes cárceles. Han alcanzado otro estatus y detentan una cultura asesina que infunde miedo a todos, con el agravante de que muchos de ellos no pueden ser sometidos a la justicia como adultos.

De haber actuado a tiempo, con esfuerzos progresivos en las últimas décadas, ese problema pudo haber tenido solución. En la actualidad, lograrlo es casi imposible.

¿Servirá de algo subir los sueldos, equipar y armar hasta los dientes a la Policia Nacional, así como aumentar sustancialmente el número de efectivos que la integran? No lo creo. La violencia, la delincuencia y el narcotráfico no son solamente la consecuencia de una policía mal pagada y equipada, una policía que está plagada de delincuentes y narcotraficantes, sino de los factores sociales que mencionamos anteriormente.

En cuanto a la corrupción y la impunidad que campan por sus fueros en la República Dominicana, es mucho lo que se ha escrito. Lo que yo pueda decir sobre el particular sería abundar innecesariamente sobre un tema harto percibido y conocido por toda la población.

Sin embargo, hay un aspecto que sí debo enfatizar: Todos los presidentes que hemos tenido, incluyendo al creador y sustentador del sistema vigente de corrupción e impunidad, se han beneficiado extraordinariamente del mismo y es por esa razón que ninguno se ha sentido inclinado a perseguir y castigar a los corruptos.

A fin de engañar a la población más ignorante y ejercitar su acostumbrada demagogia, han propiciado el establecimiento de instituciones y procedimientos cuya misión y objetivos parece consistir en combatir la corrupción, pero sólo hay que ver los resultados obtenidos hasta la fecha para convencerse de la inoperancia de esas instituciones, debido, sobre todo, a la falta de voluntad e interés por parte del presidente de turno.

En el caso del actual presidente, quien ha ostentado el poder político durante 10 años, es obvio que éste no tiene la menor intención de que la corrupción sea combatida y castigada, porque es el principal cabecilla, propiciador y beneficiario de la misma. Aun cuando ha recibido presión de organismos internacionales para controlar la corrupción administrativa de sus gobiernos, es tan cínico que se compromete a hacerlo, pero de antemano justifica su inercia al reiterar su declaración de hace un par de años de que en el país los actos de corrupción son hechos aislados y sin gran importancia.

El impacto de la corrupción en nuestros niños y jóvenes es contundente, por cuanto el mensaje que se les envía es bien claro: robar los bienes públicos o convertirse en un delincuente de cuello blanco es un acto digno de admiración, porque, sabiendo que no hay castigo para ese hecho y que la sociedad lo ve ya como algo casi natural, es preferible que a usted le llamen “león” y no “pendejo”.

Resultará muy difícil erradicar el sistema de corrupción actual.

Por otra parte, los gobernantes dominicanos, especialmente los últimos dos, han profundizado los graves problemas de la educación y de la pobreza y si bien es cierto que el país ha mantenido un crecimiento económico promedio más que aceptable en los pasados quince años, ese crecimiento sólo ha servido para que, en términos relativos, los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. El crecimiento económico del país no se ha traducido en desarrollo económico ni en una mejor distribución de los ingresos, de manera que la República Dominicana continúa siendo uno de los países más atrasados del mundo en términos de los principales indicadores sociales, como los de desarrollo humano, progreso real, capacidades básicas, mortalidad y trabajo infantil, y necesidades básicas insatisfechas, entre otros.

En esta misma semana tuvimos una prueba más de esa realidad, pues el Informe Mundial de Desarrollo Humano 2010 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), presentado en Santo Domingo, indica que la República Dominicana “sigue mostrando un rezago en educación y salud (porque no invierte lo suficiente) en relación al logro alcanzado por otros países con igual o menor nivel de riqueza por habitante”, al tiempo que “la desigualdad [de los ingresos por habitante] impide un mayor avance del desarrollo humano en el país”

¿Cuáles son los resultados de esa política económica y social criminal que ejecutan nuestros gobernantes para empobrecer a los segmentos más numerosos de nuestra sociedad? No puede ser otro que la ignorancia, la violencia, la delincuencia y el aumento del narcotráfico. Y a ese proceso se arrastra a la niñez y a la juventud de nuestro país.

Por último, el altísimo nivel de endeudamiento de la República Dominicana afecta negativamente a nuestros niños y jóvenes, pues los gobernantes y autoridades, con nuestra complicidad, están hipotecando el país de una manera tal, que nuestros hijos y nietos tendrán que aportar en impuestos las cargas onerosas que serán necesarias para cumplir con los compromisos de intereses y capital de ese endeudamiento.

En la actualidad, el porcentaje del presupuesto nacional que se destina al pago de la deuda pública es exageradamente alto, lo cual significa que los recursos que deberían invertirse para estimular el desarrollo del país, se están destinando a pagar deudas contraídas para muchos proyectos que en nada han beneficiado a la población y que han alimentado el monstruo de la corrupción, así como a cubrir excesivos gastos corrientes y los propósitos dispendiosos de los últimos gobiernos.

No hay país que pueda avanzar económica o socialmente con una deuda de la magnitud que exhibe la República Dominicana, ni con la aplicación que se ha hecho de los recursos recibidos. Pasará mucho tiempo antes de que ese grave problema pueda ser resuelto.

Lo anterior significa que las posibles soluciones a los problemas arriba descritos son alarmantemente escasas y muy difíciles de ejecutar, porque para ello se requiere que ocurra, entre otros hechos, lo siguiente: (a) acceso a un monto extraordinario de recursos financieros (miles de millones de dólares) para atender las necesidades y justas aspiraciones de la ciudadanía; (b) un gobernante distinto: íntegro, honesto y capaz a toda prueba, dotado de un carácter y disciplina que le permitan estar dispuesto a llegar a los límites que sean necesarios para hacer cumplir la ley, para imponer el respeto, el orden y la justicia y para revertir los daños causados por presidentes anteriores, al tiempo que cuenta con el apoyo irrestricto del pueblo y de las fuerzas armadas y que, por amor a su patria y a su gente, decida ejercer su cargo con la mejor de las intenciones; (c) el concurso de los ciudadanos más capaces y honestos, asi como de la iglesia y las instituciones y empresarios más serios; y (d) el respaldo internacional, especialmente de los Estados Unidos y de paises latinoamericanos hermanos, que se requiere para producir reformas radicales en los sectores clave para el desarrollo económico y social de la nación y para controlar la situación haitiana.

Suena utópico, ¿Verdad?

Mientras los gobernantes y autoridades de nuestro país persistan en su política destructiva, nuestra niñez y juventud no recibirán nunca la atención necesaria para su desarrollo, con lo cual sus opciones de alcanzar niveles satisfactorios de vida continuarán estando severamente limitadas. De ahí a internarse en la espiral infernal de la delincuencia y el narcotráfico sólo hay un paso.

En conclusión, lo que he comentado hasta ahora muestra un cuadro dantesco de nuestra realidad y esa realidad tiene una enorme influencia sobre los niños y jóvenes de este país. Esos niños y jóvenes son nuestros amados hijos y nietos; aquellos por quienes muchos de nosotros estaríamos dispuestos a dar la vida.

Es indudable que nuestros gobernantes y autoridades han sido grandes culpables en la construcción de esa cruel realidad. Sin embargo, ¿Quiénes cargan con el mayor peso de la culpa de que esos gobernantes y autoridades hayan cometido y estén cometiendo tales atrocidades en detrimento de nuestros hijos y nietos?

Es muy facil localizarlos. Solo tenemos que ir a nuestra habitación o baño y vernos en el espejo. Alli encontraremos reflejados a los verdaderos culpables; a las personas que no han tenido el coraje de hacer lo que tienen que hacer para defender el futuro de sus hijos y poner, a tiempo, un alto a las tropelias de los politícos malvados que nos han esclavizado a todos.

Thursday, October 28, 2010

¿Quién es el Presidente de la Republica Dominicana?


"La descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principios sobre los cuales fue fundado".
Montesquieu (1689-1755) Pensador Político Francés

Los dominicanos hemos tenido la mala suerte de que los políticos que han dirigido el destino de nuestra nación luego del derrocamiento de Juan Bosch, sólo han tratado de enriquecerse, aferrarse al poder, corromper todo lo que les rodea, hundir a los pobres en la ignorancia y destruir las posibilidades de que podamos contar con los servicios públicos de calidad que todo gobierno tiene el deber de proveer a la ciudadania. No me cabe ninguna duda de ello.

Para empeorar las cosas, la clase empresarial decidió bien temprano unirse a políticos y funcionarios, ya sea para corromperlos o para sacar ventajas del sistema de corrupción que estableció en nuestro país Joaquin Balaguer hace más de cuatro décadas y que actualmente ha alcanzado su mayor desenfreno. Ha sido gracias a ese sistema que comerciantes contrabandistas, banqueros y grandes y medianos industriales inescrupulosos han podido aumentar de modo sustancial sus fortunas y su poder a costa del Estado, que en definitiva somos todos nosotros.

A eso se debe que el pueblo dominicano perdiera todo el patrimonio que recibió cuando eliminaron a Trujillo, el cual ascendía en aquel entonces a casi mil millones de dólares y que pasó a manos de políticos, empresarios y militares. También es esa la razón por la cual se han deteriorado de manera increíble la educación, la salud, la justicia, la seguridad ciudadana, el suministro de energía eléctrica y de agua potable, la recogida de basura, la institucionalidad y los derechos ciudadanos, entre otros.

La pobreza material y moral que genera la situación anterior se ha consolidado desde 1966 porque tanto los políticos y funcionarios, como los empresarios, han encontrado a un pueblo conformista, apático, pusilánime y quejoso que lo soporta todo y que se mantiene embobado sin defender su dignidad y sus derechos frente a la gran cantidad de escándalos y barbaridades que han ocurrido durante todos estos años.

Los altos jerarcas de la iglesia católica y casi todos los periodistas y medios de comunicación, que generalmente constituyen fuerzas importantes para frenar los desmanes del poder político y económico en cualquier país, en el nuestro han sucumbido ante la corrupción rampante dirigida desde las más altas instancias del gobierno o ante los intereses de los partidos políticos o de grupos empresariales, todo ello en detrimento de la ciudadanía, especialmente de la clase media y de la más pobre.

Las mismas instituciones de la sociedad civil, especialmente las que operan en las áreas de educación, salud, justicia y trabajo comunitario, cuya misión y objetivos son siempre tan loables en el papel, se han circunscrito a trabajar dentro un marco de acción caracterizado por severas limitaciones y precariedades debido al pésimo trabajo realizado por los distintos gobiernos en esas áreas.

Los consejos de directores de esas organizaciones están conscientes de que su labor ha sido, en gran medida, mediocre e ineficaz, pero se adaptan como camaleones a las condiciones políticas existentes sin hacer ningún esfuerzo individual o en conjunto para transformar la situación que viven aquellos que deberían ser beneficiados por los servicios de sus respectivas instituciones, mientras aparentan tener preocupación por los más debiles y continúan recibiendo jugosos fondos públicos o internacionales.

Todo ese panorama negativo se ha conjugado para que los presidentes que han gobernado en la República Dominicana, y que deberían ser nuestros más dignos representantes o empleados, se hayan convertido en nuestros amos y nosotros en esclavos suyos.

Haciendo uso de las facultades y poderes que les confieren las distintas constituciones que ellos han acomodado a sus propios intereses, los políticos que se han ceñido la banda presidencial han corroido las bases del desarrollo económico y social del país, mientras una población suspendida en sus sentidos es engañada con unas pocas obras físicas (que han servido principalmente para satisfacer egos personales y para alimentar el tren de la corrupción) y con favores y dádivas que perpetúan la pobreza material, moral y espiritual de los más necesitados.

Mientras tanto, no hay un solo deber del gobierno que se cumpla a cabalidad.

Los presidentes y funcionarios públicos de los ultimos 44 años se han burlado reiteradamente de la ciudadanía y muchos de ellos se han confabulado con los más oscuros intereses, incluyendo a reconocidos delincuentes de cuello blanco y personeros ligados al narcotráfico y al lavado de dinero, con el fin de saciar sus bajos instintos.

Seis políticos han ostentado la presidencia de la República en estos 44 años. En ese período han ocurrido crisis económicas, políticas, bancarias, sociales y de carácter militar, así como grandes fenómenos atmosféricos e incluso el suicidio de uno de esos presidentes.

Cinco de esos seis presidentes tuvieron por lo menos el recato de dirigirse a la nación en esas circunstancias para analizar las situaciones e indicar los pasos que planeaban dar sus gobiernos para resolver los problemas. En otras ocasiones, hacían alocuciones por televisión con cierta periodicidad para tratar temas específicos que consideraban de interés para el país. Así mismo, no parecían ser más pretenciosos de lo debido y circunscribían su esfera de acción a la República Dominicana. Esos presidentes daban el frente a los problemas, incluyendo a Joaquin Balaguer, el encantador de bobos, aunque haciendo galas de su manipulada retórica.

El caso de Leonel Fernández, otro encantador de bobos como ese malvado maestro a quien ha podido superar, es, sin embargo, distinto. Emplea las mismas técnicas que su maestro para tratar de reelegirse indefinidamente, pero, a diferencia de aquél, no enfrenta los problemas nacionales ni los graves escándalos de su gobierno, ni le agrada comunicarse con la población. Su aparente desprecio por el dominicano lo induce a no tener contacto con el pueblo cuando se presentan las circunstancias en que resulta aconsejable hacerlo.

Es un presidente de lujo que sus conciudadanos ven por television los 27 de Febrero y 16 de Agosto, para recibir las dosis de demagogia y mentiras a las que el dominicano está ya habituado. O lo ven por los periódicos cuando saluda al salir de viaje o al participar en un evento auspiciado por alguna organización nacional.

Es un presidente académico que no enfrenta ni resuelve nada.

A fin de sacudirse del estigma del subdesarrollo, Fernández ha inventado cualquier excusa para viajar al exterior, en promedio, una vez al mes con todos los gastos pagos, en una vida de lujo que comparte con sus acólitos y allegados y con aquellos extranjeros que tienen, como él cree que tiene, buena capacidad para conceptualizar, condición que a su juicio no tenemos los demás dominicanos. Esa costumbre de viajar le ha dado muy buenos resultados, pues ya conoce casi medio mundo y ha sido de gratis, a costa de los “pendejos” que vivimos en este país.

En las pocas ocasiones que ha hablado a su pueblo y conocedor de la ignorancia de éste, Fernández, un hombre que habla “bonito”, insiste en presentar a sus gobernados un cuadro optimista de la economía y del futuro del país. Han sido tantas las veces que el presidente y sus funcionarios han repetido lo mucho que avanzamos como país en todos los órdenes, que un alto porcentaje de la población parece estar convencido de que es verdad, que e’palante que vamo’.

Como buen demagogo que es, Fernandez oculta al pueblo la grave realidad que cubre la nación en términos de sus indicadores económicos y sociales, tal como revelan distintos estudios llevados a cabo por organismos internacionales, con lo cual se demuestra que nuestro país es uno de los más atrasados del mundo. Fernández es, probablemente, el gobernante más cínico que ha tenido la República Dominicana.

Fernández no sólo no se ha referido nunca a los escándalos de corrupción de los funcionarios de sus gobiernos, ni ha aplicado sanciones, despedido o sometido a la justicia a esos delincuentes, sino que minimiza esas actuaciones, las apoya y declara que constituyen hechos aislados. Ha protegido a todos sus subarternos que han sido acusados directamente de esos desmanes, confirmando así que la corrupción es una parte esencial de su política de gobierno.

Tampoco se ha referido nunca a otros graves problemas que afectan o han afectado negativamente a los dominicanos, tales como la delincuencia; el narcotráfico; el lavado de dinero; la situación de pobreza de tantos ciudadanos; la pésima calidad de la educación; la inseguridad ciudadana; la recurrencia del dengue y ahora la inminencia de tener cólera en el país; el estado de los damnificados por inundaciones y ciclones; la insalubridad en los barrios marginados; las dificultades para tener acceso a agua potable; el nivel actual del déficit cuasi-fiscal; el constante aumento del endeudamiento público; los niveles irrisorios del salario mnimo; el aumento en el consumo de drogas; la contaminación y deterioro de la policía y las fuerzas armadas; las “nominillas” que existen en el gobierno y que cuentan con su aprobación; el mal servicio de las instituciones públicas; el caos del tránsito y del transporte público; entre tantos y tantos problemas que castigan de manera inmisericorde a nuestro país, ante la mirada indiferente de la persona que deberia ejercer las funciones de presidente.

Fernández ha preferido siempre hacerse el ciego o el sordo o el mudo o las tres cosas a la vez ante esos problemas. Sus referencias a problemas nacionales generalmente las hace desde la tribuna de Funglode, su fundación particular. Cuando lo ha hecho, sus palabras parecen provenir de un asesor o consultor extranjero, planteando sugerencias o métodos para abordar situaciones nacionales o internacionales, como si él no fuera el principal ejecutivo de la nación, a quien le pagamos para poner en ejecución las medidas que él mismo osa recomendar.

En teoria, conoce todos los problemas de su país, pero en vez de ocuparse de las soluciones pertinentes, sus esfuerzos más recientes han estado dirigidos a un afán desmedido en ser reconocido en el exterior como experto en asuntos del medio oriente y en economía internacional, asi como de mediador en conflictos internacionales. Con ese propósito ha presentado su visión de cómo resolver el enfrentamiento árabe-israelí, que se ha mantenido inalterable desde hace cientos de años; en las Naciones Unidas ha analizado las causas por las cuales no se van a lograr los objetivos del milenio en la República Dominicana, aunque aquí mantiene la posición contraria; conoce las soluciones a los problemas post-depresión en los Estados Unidos como resultado de la crisis hipotecaria-financiera de ese país, al tiempo que en su oportunidad buscó mediar entre Chavez y Uribe y entre Correa y Chavez.

En fin, los dominicanos tenemos un presidente que no actúa como un presidente, ni ejerce las funciones para las que fue elegido; es decir, para que trabaje arduamente en la solución de nuestras necesidades más imperiosas. Es obvio que los dominicanos desearíamos tener un presidente y autoridades que nos faculten a contar con servicios públicos eficaces y para resolver los problemas nacionales. Salvo el mejor parecer de mis lectores, creo que ningún presidente, desde 1966 hasta la fecha, ha podido lograr ese objetivo.

Es probable que esa sea la razón por la cual los dominicanos, en nuestra ignorancia, nos limitamos siempre a discutir cuál gobierno ha sido peor, si éste o el anterior, si tal o cual, en vez de concentrar nuestra atención en lo que debe ser y hacer un gobierno. Y cuando no cumpla, exigir por todas las vías posibles que lo haga.

Estamos en pleno siglo 21 y Fernández, el PLD, el PRD, el PRSC, los grupúsculos políticos y las demas organizaciones de la sociedad civil, asi como el empresariado nacional, los sindicatos, las iglesias y los medios de comunicación, han traicionado vilmente al pueblo dominicano, arrebatándole sus posibilidades de un mejor nivel de vida, de vivir en una verdadera democracia y disfutar de una auténtica libertad. Hay que ser ciego o un simpatizante apasionado de pichones de dictadores o un militante activo de partidos políticos o parte interesada en el sistema de corrupción vigente para no reconocerlo así.

Es una lástima que estemos tan ciegos y seamos tan ignorantes y cobardes.

Sunday, October 10, 2010

La Mafia Política y la Educación Dominicana


“La educación es la clave del futuro, es la clave del destino del hombre y de su posibilidad de actuar en un mundo mejor”.
Robert F. Kennedy (1925-1968) Político Estadounidense

Me encuentro lejos de mi amado país desde hace varias semanas, de modo que leo con avidez todos los correos electrónicos que me envían mis familiares, amigos y relacionados.

Uno de esos correos es sobre un video interesantísimo realizado por una entidad denominada Cerito y Cruz Educacion para Manana, el cual trata sobre la situación de la educación en la Republica Dominicana y el impacto que esa situación tiene sobre nuestra sociedad.

Al momento de escribir estas líneas, el citado video ha sido visto por 41,399 personas, un numero sorpresivamente bajo si tomamos en cuenta su importancia para que los dominicanos estemos un poco mas familiarizados con los asuntos que conciernen a nuestros hijos y a las futuras generaciones.

En consecuencia, me he tomado el tiempo para copiarlo primero a mano y luego transcribirlo en mi lap top, de modo que pueda reproducirlo en mi blog personal. Al final del mismo, he agregado algunos comentarios que espero sean de interes para mis lectores.

Los que deseen ver y escuchar el video pueden entrar a la siguiente dirección en internet: http://www.youtube.com/watch?v=yaU-tVzusIw Si no les resulta posible ingresar de esa manera, pueden entrar a www.youtube.com y luego escribir Cerito y Cruz Educacion Para Manana en el espacio de busqueda.

Para los que deseen leerlo, me permito copiar a continuación el contenido integro del video, no sin antes pedir disculpas por la falta de acentos, de la “ñ” y del signo de interrogación inicial, tan necesarios en nuestro idioma, pero que no se encuentran configurados en mi lap top. Aquí va:

"?Nunca te has preguntado por que vivimos en este caos?

Si lo analizamos un poco, se trata de un problema de educacion.

Aqui la educacion no sirve, pero ?Por que? ?Por que la educacion dominicana es tan deficiente?

Estamos hablando de una de las principales misiones que tiene toda sociedad: la de preparar a las personas; la de transformarlas para la vida y para desenvolverse en el mundo y para mejorarlo.

Si nuestro sistema de educacion no esta cumpliendo con su funcion vale la pena preguntarse: ?Por que?

La respuesta, aunque compleja, se puede resumir en una sola palabra: FALTA

Lo primero que nos falta son escuelas. Faltan pre-escolares para un 70% de los ninos menores de 6 anos y liceos para el 60% de los adolescentes y esto sin contar con que la poblacion dominicana crece a un ritmo mucho mayor que la creacion de nuevas escuelas y que faltan escuelas incluso para los que ya van a la escuela, tomando en consideracion que el promedio de estudiantes por aula en la actualidad es 58, cuando lo que se recomienda para una educacion eficaz es 25.

Faltan tambien profesores. La mayoria de las escuelas trabajan con menos personal del que realmente necesitan. Esto significa que los pocos profesores que hay, tienen que cargar con mas materias y la mayoria de ellos tiene que cubrir jornadas de 2 o 3 tandas diarias.

A las escuelas les falta de todo. A algunas les faltan las canchas, a otras les faltan las aulas, los banos, las bibliotecas.

De cada 100 ninos y ninas que ingresan a la escuela, solo 63 culminan el 8vo. curso. De estos ultimos solo 48 terminan la secundaria; es decir, menos de la mitad de los ninos que ingresan a la escuela terminan la secundaria.

Pero hay mas datos reveladores: el promedio de horas de clases diarias que se invierte en escuelas publicas no es el minimo de 5 como establece la Ley de Educacion, sino 2 y media. En 2 horas y media no se puede aprender mucho en tan corto tiempo. Esto se refleja en los resultados de las pruebas nacionales de los ultimos 10 anos. En ninguna de las materias el promedio de notas alcanza el minimo de 70 sobre 100, que es necesario para aprobar. En Lengua Espanola el promedio es de 63; en Matematicas 56; en Sociales 57 y en Naturales 55, para un bajisimo promedio de 58.

En resumen, estamos “quemados” en educacion.

Hay una gran falta que no hemos mencionado y que es, quizas, la primera de las faltas: es la falta de inversion en educacion; es decir, dedicar dinero a la educacion.

Paises como Estados Unidos y Canada invierten alrededor de US$6,000 por alumno y por ano. Espana invierte un poco mas de US$3,000. America Latina cerca de US$900 por alumno y por ano. Republica Dominicana menos de US$500.

Pero nuestro pais es pequeno y subdesarrollado y quizas no sea justo comparar su gasto por alumno y por ano con paises mas desarrollados. Vamos a hacerlo partiendo del porcentaje que representa la inversion en educacion con respecto al Producto Interno Bruto (PIB). Entonces, ?Que porcentaje estamos invirtiendo de toda nuestra riqueza nacional en educacion?

Los paises de la Union Europea invierten el 5.3% de su PIB en la educacion. Tomando ejemplos mas cercanos veremos que Colombia invierte el 4.8%, Mexico invierte el 5.4% y Costa Rica, un pais pequeno como el nuestro, invierte el 4.9% de su PIB en educacion.

?Y nosotros? Apenas un 1.8%.

Segun un informe publicado por el PNUD, la Republica Dominicana es el segundo pais que menos invierte en educacion en toda America Latina y esto no es nuevo; este ha sido el promedio de inversion de la Republica Dominicana en educacion en los ultimos 40 anos. Entonces, si no invertimos lo suficiente en educacion, ?Cuanto deberiamos estar invirtiendo?

Podriamos empezar con lo que establece la Ley de Educacion promulgada en el ano 1997 que es, por lo menos, el 4% del PIB. Asi es. La Ley de Educacion establece en su Articulo 197 que al menos el 4% de toda la riqueza nacional se debe invertir en educacion. Lamentablemente esto nunca se ha cumplido.

En el ano 2009 el porcentaje asignado a educacion fue de un 1.8% del PIB.

?Por que debemos invertir en educacion?

Primero, porque la educacion es un derecho que debe ser garantizado a cada persona y que cada persona merece por el simple hecho de existir y segundo, porque la educacion es la principal herramienta para garantizar el desarrollo.

Dicho de otra manera: a mayor educacion, mejor calidad de vida. Y las estadisticas asi lo demuestran.

Aqui van algunos ejemplos.

Primero, Ingresos: En el 2002 el promedio de ingresos de los dominicanos que nunca habian asistido a la escuela era de RD$18 por hora; los que lograban un nivel primario ganaban RD$19 la hora; quienes optan o tienen un nivel secundario ganan alrededor de RD$39 la hora, pero si logras un nivel universitario los ingresos son de RD$39 la hora.

Segundo, Mortalidad infantil: Mueren 3 veces mas bebes de madres dominicanas que no han ido nunca a la escuela que aquellas que han recibido una formacion academica.

Tercero, Enfermedades de transmision sexual: los indices mas altos de enfermedades de transmision sexual como el sida, se registran en hombres y mujeres que han recibido un nivel educativo por debajo de un octavo curso.

Cuarto, Embarazos indeseados: a mayor educacion, menores embarazos en adolescentes. El 46% de las adolescentes que no han recibido educacion de ningun tipo, estan o han estado embarazadas. En contraste, solo el 15% de las que han recibido educacion secundaria lo estan.

Quinto, Violencia intrafamiliar: Mas de 100 mujeres mueren cada ano en el pais a manos de sus parejas o ex parejas. Mientras el 8% de las mujeres que no han recibido ningun tipo de educacion es victima de violencia, solo el 1% de quienes han recibido una educacion superior lo son.

Sexto, Crecimiento poblacional: Este es uno de los mayores problemas aqui y en el resto del mundo. El promedio de hijos de madres que no han recibido ningun tipo de educacion es 2 veces mayor que el de aquellas que han tenido educacion superior. Esto significa que a mayor educacion, menor cantidad de hijos.

Pero pensemos en otros problemas, como el deterioro del medio ambiente, la basura, la contaminacion, la deforestacion, el cambio climatico. ?Como podemos fomentar una conciencia ecologica si no formamos a nuestras futuras generaciones?

Pero espera, ?Todavia piensas que nada de esto tiene que ver contigo?

Quizas te preocupe un poco mas la delincuencia. Si. Los robos, los atracos, los delitos, los secuestros.

?Alguna vez te has preguntado cuantas escuelas hay en los barrios marginados de la ciudad de Santo Domingo? Si en los barrios de nuestro pais no hay bachilleratos, nuestros jovenes que quieren seguir estudiando tendran que trasladarse a zonas mucho mas lejanas que no dan abasto y en la mayoria de los casos estos jovenes no se pueden costear el transporte con regularidad.

Y entonces, ?Cuales opciones le estamos dejando a nuestra juventud mas desfavorecida?

Es un hecho probado que a mayores oportunidades de educacion la delincuencia disminuye. Pero vayamos un poco mas lejos. Mientras mas altos son los niveles de delincuencia, las empresas se ven obligadas a invertir mucho mas en seguridad: alarmas, sistemas GPS, seguros de robo; esto sin contar con la capacitacion de nuevo personal. Si, porque la mano de obra dominicana, producto de su mala capacitacion, es de las menos preparadas.

?Y quien crees que termina pagando todo ese entrenamiento y seguridad? Tu y yo y todos los consumidores que compramos los productos y servicios a un costo mas elevado.

Entonces tenemos que la falta de educacion contribuye a aumentar la delincuencia, encarece los productos, aumenta el gasto del Estado en policias, salud, reparacion del medio ambiente, etc.

El resultado es una sociedad caotica, sin pensamiento critico, donde los ciudadanos no conocen sus derechos y deberes y son facilmente manipulados.

Hemos permitido que el sistema educativo publico al que asiste el 80% de los alumnos del pais se haya deteriorado a niveles escandalosos.

Hemos aceptado lo inaceptable y ya es tiempo de reaccionar, porque, como hemos visto, todos los problemas del subdesarrollo son, de una u otra forma, problemas de educacion.

Entonces, con gente mas capaz, mas creativa y con mas conocimientos, podemos enfrentar cualquier desafio.

Esta es la oportunidad. Convirtamos la educacion en nuestra prioridad como nacion.


Hasta aquí el contenido del video de Cerito y Cruz Educacion para Manana.

No es un tema nuevo y ya se ha escrito y hablado mucho sobre este particular.

Estoy seguro de que la mayoría de las personas que han escuchado o escucharan el video y la mayoría de aquellos que lo puedan leer porque alguien como yo lo transcribe y lo publica, están conscientes de la realidad que se describe en el mismo, porque nadie puede cuestionar la importancia que tiene la inversión en educación para el desarrollo personal de los habitantes de cualquier pais.

Sin un sistema educativo que funcione de manera eficaz sera imposible que la Republica Dominicana pueda lograr progreso, estabilidad social, seguridad y gobiernos que trabajen en favor del pueblo.

Nuestro gran problema es que las personas que si hemos tenido el privilegio de recibir educación y que hemos alcanzado un determinado nivel económico y social, nos hemos convertido en gente lo suficientemente cobarde, pusilánime y apática como para exigir y luchar por nuestros derechos como ciudadanos, incluyendo el derecho a una buena educacion.

Vemos muy bien que sean otros los que se expresen contra lo injusto y den la cara contra los vicios y males que actualmente nos corroen como sociedad, pero somos incapaces de comprometernos y abandonar nuestra comoda posición para producir cambios radicales en el estado actual de cosas que vive nuestro país.

La mayoría de nosotros leemos con fruición los artículos que se publican en contra de la situación de corrupción y delincuencia a que nos ha sometido la mafia política que nos gobierna y alentamos vivamente a sus autores para que lo continúen haciendo, pero cuando se requiere que apoyemos las acciones que hay que emprender para que la situación cambie, nos alejamos y nos escurrimos con miedo, como hizo Pedro cuando le toco el turno de arriesgar su seguridad testimoniando su relación estrecha con nuestro Señor Jesus.

El video termina diciendo que “Hemos aceptado lo inaceptable y ya es tiempo de reaccionar, porque, como hemos visto, todos los problemas del subdesarrollo son, de una u otra forma, problemas de educación”. Esto significa que se esta haciendo un llamado a todos los dominicanos para que nos unamos y reclamemos el derecho que tenemos como ciudadanos de lograr que los impuestos que pagamos al gobierno se traduzcan en servicios públicos eficaces, entre los cuales se encuentra la educación.

Han sido los politicastros que han alcanzado el poder en nuestro país, desde Joaquin Balaguer hasta Leonel Fernandez, los que han destruido deliberadamente el sistema educativo dominicano, a fin de mantener el pueblo en la ignorancia y crearle una dependencia absoluta con respecto a las migajas o dadivas que reparten sus gobiernos a través de funditas, subsidios, tarjetas para bienes y servicios, ayuda económica para dotar sus casuchas de techos de zinc, pisos de cemento y madera, juguetes para los niños, asistencia económica ocasional y regalos en efectivo, entre tantas “ayudas” para convertir a nuestros ciudadanos en holgazanes, parasitos sociales y alentar a las parejas mas pobres a tener muchos hijos.

Ellos están mas que conscientes de que, de esa manera, su negocio, el negocio de la política, florece y los hace millonarios. Los que hemos perdido la consciencia somos nosotros.

Todo el deterioro social que ocurre en nuestro país y que estamos presenciando será peor cada dia que pase, pero hemos sido tan irresponsables y cobardes que nos hemos acostumbrado a que todo lo que el gobierno toque se destruya o deteriore y cause grandes molestias para el ciudadano y nunca reclamamos nada. Hemos aceptado, sin chistar, todos los perjuicios que nos han causado los gobiernos de los ultimos 44 anos.

Nosotros, los que escribimos, y muchos de aquellos que generalmente leen nuestros escritos, somos gente consciente y preparada académicamente, pero hemos permanecido impasibles o indiferentes no solo ante el sufrimiento de tantos seres humanos que carecen hasta de lo mas perentorio, sino también ante las desgracias que han afectado a personas de nuestro entorno y ante los embates de la corrupción, la delincuencia y el narcotráfico, cuyos tentáculos llegan ya muy cerca de nosotros.

Tenemos la falsa creencia de que esos hechos no afectaran a nuestras familias y mucho menos a nosotros mismos, pero estamos completamente equivocados. A medida que la situación empeora, sin visos de que habrá mejoría en el futuro, el cerco a nuestro alrededor será cada vez mas estrecho y pronto será demasiado tarde para reaccionar.

Hemos dejado que nuestros gobernantes y políticos nos manipulen y hemos llegado a una degradacion moral tal que reverenciamos la mentira, la morbosidad, el desorden y el mal gusto. Llegamos incluso a la imbecilidad de creer que e'palante que vamo', cuando la realidad nos demuestra diariamente que es todo lo contrario y que el creador y defensor de esa expresión estúpida recientemente se retracto de su afirmacion ante el mundo entero. Admiramos a politicastros que “hablan bonito” y nos mienten continuamente y nos sentimos complacidos cuando ellos, sus familias, sus amigos y sus relacionados se enriquecen desproporcionadamente ante nuestros ojos, mientras permanecemos como idiotas y como complices, sin hacer nada para impedirlo.

¿Que clase de pueblo y de personas somos? ¿Hasta cuando vamos a soportar la burla permanente de los politicastros dominicanos que nos oprimen?

¿Cuál es la solución?

No hay otra solución que unirnos, protestar, luchar, rebelarnos, llegar hasta donde haya que llegar, incluso a la desobediencia civil si fuese necesario, con tal de lograr que se respeten nuestros derechos y nuestra dignidad como seres humanos.

De lo contrario, esta muy bien merecido que vivamos siempre de mal en peor.

Monday, September 20, 2010

Eramos Héroes y Valientes. Ahora Perdimos Nuestra Hombría.


“Basta un instante para hacer un héroe, y una vida entera para hacer un hombre”.
Pierre Brulat, Pensador Francés

Durante el desarrollo del programa de televisión “Un Tiempo Después” que tuvo lugar a principios de septiembre del 2010, el entrevistado, uno de nuestros hombres nacionalistas y revolucionarios, pero ya entrado en edad, se vio enfrentado a la pregunta de si volvería a luchar y a realizar los sacrificios que hizo por la Patria. Su contestación fue que no, que no lo volvería a hacer. Al ver todo lo que acontece hoy en nuestro país, se había dado cuenta de que su lucha y la de sus compañeros no había rendido los frutos esperados.

Su respuesta fue una confirmación a mi convicción de la transformación negativa que hemos sufrido los hombres de la República Dominicana.

Desde la independencia de nuestro país en 1844 y hasta 1973, los dominicanos podíamos declarar con orgullo nuestra hombría y valentía y hacíamos honor a la cuarta estrofa de nuestro himno que dice: “Más Quisqueya, la indómita y brava, siempre altiva su frente alzará; que si fuese mil veces esclava, otras tantas ser libre sabrá”.

Así lo evidencian las luchas de esos dominicanos para lograr la independencia efímera, la independencia definitiva y la restauración definitiva de esa independencia. También se pone de manifiesto su valentía y su arrojo a través de los esfuerzos y sacrificios que hicieron para recuperar la libertad en regímenes dictatoriales y para defender la nacionalidad durante las dos intervenciones militares de los Estados Unidos.

Los dominicanos de los siglos 19 y 20 se sentían orgullosos de su país y de sus raíces. Las palabras patria, libertad, moralidad, trabajo, honestidad, civismo, rectitud y solidaridad tenían su verdadero significado en la mente, el corazón y el sentimiento de la mayoría de los ciudadanos, especialmente de la juventud.

¡Qué lástima que todo eso haya quedado atrás y que las palabras hermosas del Himno Nacional no sean ahora más que frases vacías, como campanadas que resuenan en el viento!

Los dominicanos de esta época nos hemos convertido en gente indolente, esclava y servil, sin que exista en nuestro pecho aquella llama que templa el heroísmo viril.

¿Para qué murieron, o sufrieron persecuciones y las más horribles torturas, los que promovieron la independencia y la expulsión de los haitianos que ocuparon el país durante 22 años; los que lucharon para restaurar esa independencia y para evitar que la República fuese anexada a, o absorbida por, otra potencia extranjera; los que se rebelaron contra las cobardes maniobras de los gobernantes de la segunda mitad del siglo 19; los que desafiaron y dieron el frente a los Estados Unidos durante sus intervenciones militares; los que combatieron las sangrientas dictaduras de Ulises Heureaux y Rafael Trujillo, especialmente los héroes de 1949 y 1959; los hombres del 14 de Junio y de Las Manaclas; los de la Revolución de Abril y la incursión guerrillera de Caamaño en 1973; así como la gran cantidad de jóvenes revolucionarios, periodistas y opositores que murieron vilmente asesinados durante los gobiernos “democráticos” del “Padre de la Democracia”, Joaquín Balaguer, continuador oficial del Trujillismo, hace apenas unas décadas?

Una parte abrumadoramente importante de la juventud dominicana de hoy no tiene ideales patrios, ni conciencia cívica, porque los conceptos de patria y civismo han sido destruidos deliberadamente por los politicastros que nos han gobernado en las últimas cinco décadas, como también han destruido la educación y fomentado la pobreza para mantener a este pueblo en la más absoluta ignorancia y dependencia económica.

Los jóvenes de clase media y alta están concentrados, más bien, en vivir la vida “light”, entre “jevitas”, “romo”, moda y discotecas, compitiendo siempre al que tenga el celular, el iPod, la lap top, el Nintendo o el arma más avanzados; al que posea la reservación de la mejor mesa en una discoteca; al que beba el trago más caro; al que baile mejor el reggaeton, tenga el automóvil que esté más “greña“o la más potente motocicleta “ninja”, así como la novia que esté “más dura”, todo ello habiendo perdido su civismo y los valores patrios y morales que debieron recibir en el hogar o en el colegio privado.

Por su parte, los jóvenes de la clase baja, la clase más pobre, no tienen ninguna posibilidad de pensar en ideales y mucho menos puede esperarse que tengan conciencia cívica. No solo no han recibido educación, en un país donde las escuelas públicas son un verdadero desastre, como lo es todo lo que toca el gobierno, sino que sus esperanzas de poder asegurar su propio futuro y el de sus familias son sumamente precarias por la falta de empleo y oportunidades de superación y desarrollo personal que existe en la República Dominicana, lo cual los empuja a la mediocridad, la vagancia, el sub-empleo, la delincuencia y las drogas.

¿Qué decir de la mayoría de los dominicanos adultos y maduros?

No amamos nuestro país y nuestro único valor importante es el dinero. Somos indiferentes y apáticos ante el sufrimiento de los seres humanos que nos rodean. Deseamos solidaridad cuando la necesitamos, pero no estamos dispuestos a brindarla a otros en su oportunidad. Estamos concentrados en nuestros propios problemas, afirmando que los demás deben resolver los suyos. Somos severos críticos del desorden imperante en el tránsito de vehículos, pero somos los primeros en manejar temerariamente y en violar todas las disposiciones legales que regulan el mismo. Cumplimos al pie de la letra la Ley del Embudo: Lo ancho para nosotros y lo estrecho para los demás.

Los dominicanos nos quejamos constantemente de la luz que no llega o que se va; de los altos precios; de los elevados impuestos, que unos pagan y otros no; de la precariedad en el suministro de agua potable; de la basura maloliente y que se acumula; del sistema de drenaje y alcantarillado que no funciona; de la ineficacia gubernamental; de la campaña política permanente; de la corrupción rampante; de la impunidad; de los policías y militares corruptos y delincuentes; de los asesinatos por “intercambio de disparos”; del déficit cuasi-fiscal; de la deuda externa; de los funcionarios públicos que han hecho de sus cargos el mejor negocio de sus vidas; de que la justicia sólo funciona para el que tiene poder o acceso a él; del irrespeto a las normas y leyes nacionales; de las mentiras de los políticos; de la creciente violencia y delincuencia que ha llevado a límites sin precedentes la inseguridad ciudadana.

Somos nosotros mismos los que nos quejamos de cómo se encubre y protege a empresarios contrabandistas; de la fuerte penetración de las drogas y el narcotráfico; del lavado de dinero; de la vinculación de altos funcionarios con los narcotraficantes; del caos en el tránsito y en el transporte público; de las continuas alzas en los precios de los combustibles para aumentar la porción de los impuestos al Gobierno; de lo insustancial del discurso político; de la manipulación de las cifras económicas; de los grupos gremiales que venden sus conciencias; de los robos de cables por parte de militares; del lucrativo negocio de políticos y militares con la introducción ilegal de haitianos; de los banqueros condenados por tener bancos paralelos y de los banqueros que fueron protegidos y nunca condenados a pesar de haber hecho lo mismo; del circo diario al que nos conducen los políticos y periódicos y que a nosotros nos encanta; de la supuesta haraganería de los pobres, quienes se transforman en ciudadanos modelos y trabajadores cuando salen del país; del gran negocio que representa para los gobernantes de turno el transporte público a través de fondos como los recordados Plan Renove, el Fondet y otros;

Los dominicanos no cesamos tampoco de quejarnos de los recursos que la mafia que legisla en el Congreso se auto-asigna para manejar recursos públicos a su antojo; de los interminables fondos destinados al Metro, obra costosísima realizada por encima de la voluntad de todo un pueblo para satisfacer el capricho egoísta de un gobernante y cuyos servicios se destinan a un porcentaje ínfimo de la población; de los cuantiosos fondos recibidos por los partidos políticos, sin ningún tipo de control o supervisión; de un Presidente que no le sirve al país; de la exclusión y la injusticia social que afecta a millones de dominicanos; de la desnutrición y enfermedades que padece una gran parte de la población; del dengue que cobra las vidas de niños que pudieron ser valiosos para el país; del deseo que tiene más del 50% de la población de marcharse al exterior; de la pobreza extrema que arropa a casi la mitad de nuestros conciudadanos.

De igual manera, nos quejamos de los aumentos injustificados a los precios de los productos de primera necesidad por parte de comerciantes especuladores y abusadores; del traslado que ha tenido lugar de la inseguridad y delincuencia de barrios supuestamente “seguros” a los barrios residenciales que ahora son también inseguros; del despilfarro de fondos públicos en aviones, autobuses, automóviles, motocicletas y otros vehículos y equipos que luego devienen en inservibles; de la austeridad que rige de modo absoluto para la clase media y la clase pobre pero no para el Gobierno y los politicastros, en violación a su propia ley 497-06 sobre austeridad; del enorme excedente en las recaudaciones fiscales, mientras dejan de cumplirse los programas sociales; del monto extraordinario del presupuesto que se destina a actividades de la primera dama en violación a las leyes vigentes; de las “nominillas” y otras disposiciones para favorecer a los integrantes del partido en el poder; de los fraudes electorales y la utilización de los recursos oficiales para hacer campaña política.

Los dominicanos nos quejamos de esas y de mil cosas más. Nos quejamos hasta el cansancio. No hay reunión de dos o más personas donde el primer tema que salga a relucir no sea el de quejarse de los problemas por los que atraviesa actualmente la nación. Los temas varían dependiendo de cómo cada individuo se siente afectado.

Pero, ¿Cuál es nuestra reacción ante tantos males que nos aquejan? ¿Qué hacemos para enfrentar o remediar las situaciones que producen nuestras quejas?

¿Protestar? ¿Reclamar nuestros derechos? ¿Luchar como lo hacían nuestros antepasados? ¿Morir si fuese necesario para defender los intereses de nuestra familia y nuestra patria? ¿Defender hasta lo último nuestra dignidad como personas y como pueblo?

No. Nuestra reacción es sólo comportarnos como mujercitas quejosas: aquellas que lloriquean porque se sienten indefensas, que se quejan todos los días y que esperan a que llegue un hombre valiente que las sepa defender.

¿Cómo afecta la situación actual a los ricos y a los politicastros?

Los ricos no tienen mucho por qué quejarse, excepto por la inseguridad ciudadana reinante y por haber perdido la enorme influencia que tenían sobre aspectos nacionales de importancia debido a su poder económico, ya que los politicastros dominicanos han dejado de depender de ellos en ese sentido por la ley que ellos mismos aprobaron para dotar de fondos a sus partidos políticos. La corrupción, el chantaje y la extorsión, los beneficios recibidos por lavado de dinero del narcotráfico y las maniobras de la mafia política que dirige la cueva de los ladrones llamada elegantemente “Congreso”, han permitido a los politicastros lograr lo que siempre soñaron: poder económico y un control casi absoluto de la vida nacional.

Mientras tanto, nosotros, la clase media y los pobres, hemos perdido dos de nuestros tesoros más preciados: la voluntad para exigir respeto a nuestra dignidad como seres humanos y la valentía para reclamar, por cualquier vía, nuestro derecho al bienestar, al desarrollo de una vida en sociedad y a recibir, con eficacia y oportunidad, los servicios públicos básicos que debe brindar todo gobierno a sus ciudadanos.

Los dominicanos hemos dejado que los politicastros se burlen abiertamente de nosotros y que en la intimidad nos llamen “pendejos”, mientras nosotros continuamos callados o quejumbrosos ante todas los acontecimientos negativos y las vejaciones que sufrimos diariamente.

Durante muchos años hemos estado pasivamente a la espera de que surja un individuo que asuma el liderazgo de nuestras expectativas, que sea honesto, capaz y bien intencionado, que pueda llegar al poder y transformar la situación política y social en que vivimos y gobierne en beneficio de la población.

Despertemos de una vez. Ese sueño no se realizará mientras continuemos en nuestra zona de comodidad como espectadores pasivos de todo lo que ocurre a nuestro alrededor y nos abandonemos en los brazos corruptos de lobos vestidos de Caperucita, sean políticos o aspirantes a políticos, que buscan afanosamente su tajada en el pastel nacional.

Así como a uno de los legisladores se le ocurrió la imbecilidad de proponer que se cambiara la denominación del peso dominicano y a otros funcionarios aumentarse sus propios sueldos o sus beneficios marginales, así llegará pronto, muy pronto, la época en que los ciudadanos de la República Dominicana lloraremos lágrimas de sangre por todo lo que nos continuará ocurriendo en este caos y desorden, lleno de corrupción, vicios, inseguridades e injusticias, al que nuestros politicastros llaman con orgullo “democracia”.

Sólo nos falta que alguno de los ladrones del Congreso se le ocurra presentar un proyecto de ley que establezca la creación de un impuesto destinado a la construcción de un muro en el malecón, de 36 pulgadas de alto, 50 pulgadas de profundidad y un kilómetro de ancho, de modo que cada hombre dominicano pueda reclinar su delicado y desnudo cuerpo en dicho muro, en un ángulo de 90 grados, con una crema lubricante en la mano derecha y sosteniendo firmemente con su mano izquierda un gancho metálico que le servirá de asidero para cuando le toque el turno a su verdugo.

Entonces vendrán los lamentos y el crujir de dientes.

Saturday, September 04, 2010

Los Politicastros Dominicanos: Facinerosos, Perversos y Ladrones


“El poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Lord Acton (1834-1902) Historiador Inglés

El diccionario de la Real Academia Española define al politicastro como un político rastrero, mal intencionado y que actúa con fines y medios turbios. Así mismo, facineroso es el delincuente habitual, un hombre malvado, un corrupto, un malhechor, mientras que ladrón es el que toma o retiene bienes ajenos contra la voluntad de su dueño.

¡Caramba! Parecería que esas palabras fueron escogidas tomando como ejemplos a nuestros presidentes y congresistas, así como a los miembros activos de las asociaciones de malhechores que constituyen los tres principales partidos políticos dominicanos. Son gente perversa, que corrompe las costumbres, el orden y el estado habitual de las cosas.

Cuando una empresa, bien sea pequeña, mediana o grande, desea contratar nuevo personal generalmente coloca un anuncio en la prensa con las características que requiere de la persona que desea emplear. A mí mismo me ha correspondido ejecutar esa tarea y estoy seguro de que muchos de los que me están leyendo han pasado por lo mismo.

Tengo a mano uno de esos anuncios, que fue publicado recientemente en el periódico Diario Libre: “Oferta de Empleo – Sub Encargado de Tienda; Horario: Lunes a sábados de 9:30 am a 6:00 pm, domingos y feriados (alternados) de 10:00 am a 6:00 pm; Requisitos: Buena presencia. Madera de líder. Dinámico. Responsable. Honesto. Bachiller. Múltiples tareas. Labor bajo presión. Horarios flexibles. Experiencia de 5 años en tiendas. Vocación de servicio al cliente. Buenas relaciones interpersonales. Manejo de cajas registradoras. Edad entre 25 y 35 años. Sueldo: ¡Asómbrese: RD$13,000 mensuales! Interesados favor enviar currículum con foto y copia de cédula”.

Los requisitos anteriores se establecen para que la persona así contratada devengue un salario que está muy por debajo de costo de la canasta familiar, lo que significa que el empleado no podrá cubrir las necesidades básicas de su familia con el sueldo que le pagarán.

¿Cuáles son los requisitos para ser diputado o senador de la República y cuál es el total de sueldos y compensaciones de esos individuos?

La Constitución Dominicana, ese pedazo de papel que nuestros presidentes manipulan a su antojo con la complicidad de mediadores, analistas y expertos y cuya última versión data del 26 de enero de este mismo año, señala, en sus Artículos 79, 82 y 123 los requisitos para ser senador, diputado y Presidente de la República.

Las únicas condiciones necesarias para ser diputado o senador que nuestra Constitución indica son: ser dominicano en pleno ejercicio de los derechos civiles y políticos; haber cumplido veinticinco años de edad y ser nativo de la demarcación territorial que lo elija o haber residido en ella por lo menos cinco años consecutivos. En el caso del Presidente se requiere que éste haya cumplido treinta años de edad.

Para esos puestos públicos de tanta importancia, nosotros, los dominicanos, no exigimos ningún tipo de preparación, experiencia o cualidades personales a quienes desempeñarán una labor tan fundamental como lo es el dirigir los destinos de la nación, garantizar el buen funcionamiento de todas las instituciones oficiales y de los servicios públicos, establecer y mejorar el marco legal del país, aprobar el nombramiento de diplomáticos, elegir los miembros de la Cámara de Cuentas y de la Junta Central Electoral, aprobar empréstitos internacionales y proyectos de envergadura, entre otras funciones vitales para el buen desarrollo de nuestras actividades como país.

Los hechos demuestran que la mayoría de los deshonestos e inescrupulosos miembros del llamado “Congreso Nacional” no tiene ni la preparación, ni la dedicación, ni las condiciones personales y morales, ni el interés, para ejercer sus cargos de manera eficaz. Al contrario, el Congreso Nacional no es más que una cueva de ladrones y de eso estamos conscientes todos.

Estos perversos, que legislan en su propio beneficio y estafan a la ciudadanía, reciben una cantidad enorme de recursos para no trabajar, copiar textos de leyes de otros países, levantar la mano, hablar babosadas, extorsionar a empresarios e inversionistas, entrar en componendas con el Presidente y con intereses oscuros y no asistir a cumplir con sus obligaciones. Y no contentos con lo dantesco de ese circo, más que inmunidad, les hemos otorgado impunidad parlamentaria.

También les hemos permitido burlarse hasta de aquellos individuos de escasos recursos que contestan los anuncios de ofertas de empleos a los cuales nos referimos más arriba y que pagan pírricos salarios, pues el monto total de sus sueldos y compensaciones excede groseramente los límites decentes que un país pobre como este puede soportar.

El presupuesto del Congreso es de RD$4,323 millones y cada uno de sus numerosos miembros tiene un sueldo promedio de RD$265,000 por mes, en adición a una garantía de una pensión vitalicia por el mismo monto, y mensualmente recibe RD$35,000 por gastos de representación, RD$45,000 por dietas, RD$87,000 por el Plan de Ayuda y RD$50,000 por el Fondo Social.

Cada congresista cuenta, además, con una asignación extra o “barrilito” que varía desde RD$420,000 hasta RD$900,000 mensuales, dependiendo del número de habitantes de sus demarcaciones, lo cual asciende en total, en el caso de los senadores, a RD$19.2 millones mensuales. Así mismo, bonificaciones extraordinarias de fin de año, dos exoneraciones para vehículos de lujo y asignaciones para gastos de gasolina, celular, secretarias, choferes, guardaespaldas, relacionistas públicos y otros asistentes e incentivos por asistir a reuniones y comisiones de trabajo. Lo del Presidente tendría que ser objeto de otro artículo.

En contraste con ese conjunto de exageraciones, en este país un policía raso gana RD$5,320 al mes, un maestro de escuela RD$6,000 y un médico Jefe de Servicio RD$22,000.

Sin embargo, hemos sido nosotros mismos los responsables del craso error de delegar en esos desalmados y a tan alto costo las decisiones más importantes de nuestro futuro y el de nuestros hijos. Ha sido nuestra imbecilidad, ignorancia y apatía como pueblo las que han hecho posible que vivamos en el caos y desorden generalizado en que se ha convertido la República Dominicana.

No podemos buscar otros responsables. Lo que los legisladores han hecho, sus elevados sueldos, las prebendas que ellos mismos se han autorizado, sus exoneraciones, sus barrilitos, sus comisiones por proyectos aprobados a inversionistas y por leyes aprobadas para complacer a los presidentes de turno, así como muchas otras infamias, no son más que el resultado de nuestra complicidad y apoyo como pueblo.

No sólo no luchamos por nuestros derechos y por lograr imponer el orden y la disciplina que son tan necesarios, sino que en cada una de las elecciones generales que se han celebrado en las últimas décadas nos sentimos orgullosos de proclamar que vamos a votar por “el menos malo”. Es difícil concebir una estupidez más grande que esa. ¿No es el “menos malo” alguien que no es bueno? ¿Puede una persona que es “menos malo” cumplir con las obligaciones que esperamos de ella? ¿Es “el menos malo” un buen Presidente o un buen Congresista? ¿Ha indicado la experiencia que “el menos malo” es un ejemplo que nuestros hijos deben seguir? ¿Cuáles de los problemas vitales de la nación han sido resueltos por “el menos malo”?

¿Es que no tenemos otra salida que continuar eligiendo “el menos malo”?

Sí la tenemos. Aún cuando tengamos que llegar a la desobediencia civil.

Todos los ciudadanos decentes y que amamos nuestros país, que estamos hartos de ser explotados por estos canallas que nos gobiernan, debemos poner en marcha un enérgico movimiento civil que reclame, por todas las vías pacíficas a su alcance, su libertad y sus derechos. Cuando eso se lleve a cabo, las demás fuerzas sociales se verán en la obligación de apoyar esa iniciativa, especialmente la iglesia católica y las demás iglesias cristianas.

Pero eso hay que hacerlo pronto. De lo contrario, cada día que pase, la situación nacional será más caótica e incontrolable.