"Cuando las miserias
morales asolan a un país, la culpa es de todos los que por falta de cultura y
de ideal no han sabido amarlo como patria: de todos los que vivieron de ella
sin trabajar para ella".
José Ingenieros (1877-1925) Ensayista Crítico
ítalo-argentino
El pasado 24 de abril se
conmemoró el 48vo. aniversario del inicio de la Revolución de Abril de 1965, acción
militar emprendida por un grupo de jóvenes oficiales que trataron de reponer a
Juan Bosch en la Presidencia de la República, de restablecer la Constitución
que fuera aprobada en 1963 y de erradicar los altos niveles de corrupción
existentes en las Fuerzas Armadas. Una gran cantidad de esos oficiales y miles
de civiles y militares murieron durante la insurrección armada y con
posterioridad a la misma.
Así como sucedió con ese hecho
trascendental de la República, ha habido otros muchos episodios de nuestra
historia en los cuales héroes dominicanos ofrendaron sus vidas para que este
pueblo pudiera disfrutar de un mejor futuro.
Sin embargo, es penoso constatar
que, no obstante los sacrificios personales y materiales de esos valientes y el
largo tiempo transcurrido desde nuestra independencia hasta ahora, las
aspiraciones que los guiaron a inmolarse por el pueblo dominicano no han podido
hacerse realidad.
Al contrario, seguimos teniendo
un país extraordinariamente rico, pero habitado por ciudadanos sumidos en el
atraso. Nuestra cruda verdad es que un alto porcentaje de la población vive en
la pobreza o en la pobreza extrema, mientras la clase media sirve de sostén a los pobres y de transferencia de recursos hacia los ricos. La gran mayoría de los dominicanos no ha logrado terminar sus estudios primarios
o secundarios y sólo una proporción mínima de la población ha cursado estudios
universitarios o de post grado, al tiempo que la educación en cualquiera de
esos niveles es desactualizada y su calidad muy inferior. De hecho, aún entre
profesionales, el amor a la lectura y a la actualización de conocimientos es
bien bajo.
Más vergonzoso aún es comprobar
que los dominicanos, en general, no aman a su patria. La mayoría se marcharía al
exterior si pudiera tener visas de otros países, especialmente de los Estados
Unidos. Con el paso del tiempo, se han perdido los valores patrióticos, cívicos
y morales y las muestras de solidaridad con nuestros hermanos son cada vez más
escasas.
Son relativamente pocos los
dominicanos que conocen bien la historia de su país y por esa razón se repiten
muchos de los errores que se cometieron en el pasado. Vivimos alejados de
nuestros deberes y desconocemos cuáles son los derechos que consagra la
Constitución a nuestro favor y si en verdad se cumplen.
La juventud de este país exhibe patrones de comportamiento que
están muy alejados de los ejemplos que nos dieron los jóvenes que, a través de
los procesos históricos que vivimos desde los años de la independencia hasta
mediados de la década de 1970, sacrificaran sus vidas para que las futuras generaciones
pudieran tener una mejor nación.
Hemos permitido que políticos malvados,
inescrupulosos y ambiciosos hayan usado el poder para robarnos los sueños y el
patrimonio que quisieron legarnos esos héroes. Vivimos ahogados con la pesada
carga de insoportables impuestos que no han servido para beneficiar al pueblo,
sino para convertir al sector público en un organismo totalmente hipertrofiado que nos agobia y que es
incapaz de cumplir con sus funciones fundamentales de servir como ente
regulador, compensador y estratégico. De ahí que todas las áreas que maneja ese sector se hayan convertido en un verdadero desorden y resulten en la
inobservancia de las leyes, normas, procedimientos y reglamentos que deberían regir el correcto funcionamiento
del país.
Por eso tenemos un endeudamiento
público que ha llegado a niveles escandalosos y cuyo pago consume casi la mitad
del presupuesto nacional y que se utiliza, esencialmente, como instrumento de
política económica para aumentar la reserva monetaria del Banco Central, para controlar la tasa de
cambio y el nivel de inflación y para cubrir huecos fiscales. Lo cierto es, sin embargo, que el
nivel de la deuda global se ha tornado inmanejable y compromete, de manera
creciente, nuestras vidas y nuestra soberanía como nación.
Simultáneamente, una política fiscal perversa por parte del Gobierno nos ha conducido a
un círculo vicioso de déficit presupuestales y endeudamiento que frecuentemente nos arrastran a nuevos y mayores impuestos, los cuales no tienen un impacto positivo
en el desarrollo económico del país y no contribuyen a resolver, ni transitoria
ni permanentemente, nuestros graves problemas nacionales. Así, el crecimiento económico logrado en los últimos años sólo ha beneficiado a una minoría de ricos, incluyendo a la nueva oligarquía política, en tanto sigue creciendo la pobreza y el mayor peso recae sobre la clase media.
Por otra parte, las instituciones
estatales no cumplen su función de facilitar las gestiones oficiales de los
usuarios, sino que se convierten en serios obstáculos que retrasan y encarecen
esas gestiones. Los tres poderes del Estado son inoperantes, pues ninguno
representa los intereses genuinos del pueblo dominicano, por lo cual sólo los
ignorantes, que son la mayoría, pueden creer que aquí existe una verdadera
democracia. Somos un país haitianizado y en proceso de convertirse en poco más
de una década, junto con Haití, en una sola nación, única e indivisible, como expresara recientemente el cantante Presidente del vecino país, ante la mirada indiferente, cobarde y anti-patriótica de toda la sociedad.
La improvisación, la corrupción,
la impunidad y el uso de los recursos públicos por parte de los gobernantes, para
enriquecerse y favorecer a compañeros de partido, a sus familiares, amigos y
relacionados, han sido prácticas comunes en el pasado y en el presente, por más que se pretendan ocultar
o negar.
Ante ese sombrío panorama, me
pregunto yo: ¿De qué ha servido que cientos de héroes hayan ofrendado sus vidas para
que las generaciones que les sucedieran pudieran tener un mejor país, con
democracia, libertad, bienestar y justicia social?
¿De qué sirvió el enorme
sacrificio de nuestro Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, guía y líder de
los Trinitarios y quien dio su vida física, su paz espiritual y comprometió todos sus bienes y los de su familia, para que sus conciudadanos lograran su independencia el 27 de febrero de 1844?
¿De qué sirvieron los años de consagración
patriótica y la muerte del Mártir de El Cercado, Francisco Sánchez Del Rosario,
a quien Pedro Santana Familia ordenó fusilar el 4 de julio de 1861 junto a
Manuel Baldemora, Julián Morís, Benigno del Castillo, Gabino Simonó Guante,
Domingo Piñeyro Boscán, Félix Mota, Francisco Martínez, José de Jesús Paredes,
Prudencio Rudesindo de León, Juan Erazo, José Antonio Figueroa, Pedro Zorrilla,
Juan Dragón, León García, José Corporán, Epifanio Jiménez, Luciano Solís, Juan
de la Cruz, Juan Gregorio Rincón, Baltasar Belén y Romualdo Montero?
¿De qué sirvieron los esfuerzos
de decenas de patriotas que pelearon denodadamente para impedir la anexión de
la República Dominicana a España desde 1945 hasta 1963 y que incluyen a María
Trinidad Sánchez, Manuel María Gautier, Valentín Ramírez, Domingo García,
Francisco Saviñón, Manuel Rojas, José Inocencio Reyes, Timoteo Ogando y muchos
otros?
¿De qué sirvió la lucha tenaz
para restaurar la independencia el 16 de agosto de 1863, por parte de Gregorio
Luperón, Antonio Duvergé, José Del Carmen Contreras Alonso, Gaspar Polanco, Santiago Rodríguez, José María Cabral, José Antonio Salcedo, Benigno Filomeno Rojas,
Pedro Antonio Pimentel, Cayetano Germosén, Eugenio Belliard, José María Rodríguez, Pablo Reyes, José Angulo, San Mézquita, Tomás de Aquilino Rodríguez, José
Cabrera, Segundo Rivas, Alejandro Bueno, Juan de la Mata Monción, Sotero Blan, Benito Monción, José María Reyes, Juan de la Cruz Alvarez, Lucas Evangelista Peña, Antonio Passicá, José Ignacio Reyes, Federico Jesús García, Pedro
Francisco Bonó, Máximo Grullón, Ulises Francisco Espaillat y de todos los
hombres que les acompañaron en esa gesta gloriosa?
¿De que sirvió la muerte de
tantos dominicanos que se opusieron tenazmente a los gobiernos totalitarios y
corruptos de Buenaventura Báez y Ulises Hereaux (Lilís)?
¿De qué sirvió la muerte de todos
los mártires dominicanos que lucharon contra la primera intervención militar de
los Estados Unidos de América de 1916 a 1924, incluyendo a Salustiano
Goicoechea (Chachá), Vicente Evangelista (Vicentico), Pedro Celestino Del
Rosario (El Tolete), Ramón Natera, Cabo Gil, Fabio Fiallo, Américo Lugo,
Francisco Henríquez y Carvajal, Emiliano Tejera, Apolinar Henríquez, Federico
Godoy, Gregorio Urbano Gilbert, Máximo Cabral, Martín Peguero, José Piña,
Luciano Reyes, Marcial Guerrero, Cayo Báez, Félix Laureano, entre otros tantos?
¿De qué sirvió el sacrificio de Alberto
Larancuent, Cipriano Bencosme Comprés, Desiderio Arias, Alexis Liz,
Buenaventura Sánchez Féliz, Leoncio Blanco, Aníbal Vallejo, Ramón Vásquez
Rivera, Eduardo Vicioso, José Selig Hernández y otros muchos que combatieron
para liberar al pueblo dominicano de Rafael Trujillo durante los primeros años
de su régimen dictatorial?
¿De qué sirvió el sacrificio de
Juan Isidro Jimenes Grullón, Ramón Vila Piola, José Daniel Ariza, Rigoberto Seda,
Jesús María Patiño, Juan Ulises García, Angel Miolán, Francisco Augusto Lora,
José Najul, Félix Pepín, Luís María Helú, Francisco Castellanos, Sergio Manuel
Idelfonso (Capori), Federico Guillermo Liz, Leopoldo Bidó, Hellobin Cruz,
Rafael Antonio Veras, Germán Martínez Reyna, Nicanor Saleta y otros que
participaron en la conspiración contra Trujillo en 1934?
¿De qué sirvió la insurrección de
Desiderio Arias en Montecristi en 1931 y de Ramón de Lara, Oscar Michelena y
Amadeo Barletta en Santo Domingo en 1935, para deponer el régimen de Trujillo?
¿De qué sirvió el sacrificio del
rico ganadero y hacendado dominicano Don Juan Rodríguez, quien aportó su
fortuna y esfuerzos personales para la organización de las expediciones de Cayo
Confites en 1946 y de Luperón en 1949, con el fin de liberar al pueblo
dominicano de la dictadura de Trujillo?
¿De qué sirvió que José Rolando
Martínez Bonilla, Fernando Spignolio, Fernando Suárez, Federico Horacio
Henríquez (Gugú), Hugo Kunhardt, Salvador Reyes Valdéz, Manuel Calderón
Salcedo, Alberto Ramírez, Alejandro Selva, Alfonso Leyton y otros perdieran sus
vidas y que Horacio Ornes Coiscou, Miguel Angel Ramírez Alcántara, Tulio
Hostilio Arvelo Delgado, José Feliú Arzeno, José Félix Córdova Boniche arriesgaran
las suyas y fueran apresados en su intento por derrocar a Trujillo durante la
expedición de Luperón el 19 de junio de 1949?
¿De qué sirvió que 54 patriotas
desembarcaran en Constanza el 14 de junio de 1959, encabezados por Juan de Dios
Ventura Simó, Enrique Jimenes Moya y Delio Gómez Ochoa, y que 6 días después
arribaran 96 hombres a Maimón y 48 a Estero Hondo, comandados por José Horacio
Rodríguez, José Messón y José Antonio Campos Navarro, muriendo torturados y
asesinados prácticamente todos ellos, en aras de que el pueblo dominicano
pudiera liberarse de Trujillo?
¿De qué sirvió la muerte de las hermanas Patria, Minerva y
María Teresa Mirabal el 25 de noviembre de 1960?
¿De qué sirvió la acción de Modesto
Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio De la Maza, Amado García Guerrero, Manuel Cáceres Michel (Tunti), Juan Tomás Díaz,
Roberto Pastoriza, Luis Amiama Tió, Antonio Imbert Barrera, Pedro Livio Cedeño y Huáscar Tejeda, quienes
ajusticiaron a Trujillo el 30 de mayo de 1961?
¿De qué sirvió el levantamiento en armas contra el gobierno
despótico del Triunvirato que llevaron a cabo los héroes de Las Manaclas, San
José de los Llanos, Dr. Manuel Aurelio Tavares Justo, Jaime Rafael Ricardo
Socías, Federico José Cabrera González, Juan Ramón Martínez (Monchi), Jesús Antonio
Barreiro Rijo (Tony), José Daniel Fernández Matos, Rubén Díaz Moreno (Rudy),
Domingo Sánchez Bisonó, Manuel de Jesús Fondeur, Leonte Antonio Schott Michel,
Fernando Arturo Martínez Torres, Antonio Filión (Manchao), Juan Caonabo Abel, Manuel
de los Santos Reyes Díaz (Reyito), Alfredo Peralta Michel (Alfredito),
Francisco del Carmen Bueno Zapata, Rubén Alfonso Marte Aguayo (Fonsito), Hipolito
Rodríguez Sánchez (Polo), Adolfo González, Negro Rodríguez de Jesús, Arsenio Ortíz
Fernández (Cubano), Francisco Peralta Trinidad, Arturo Romero, José Rafael
Pérez Modesto, Gonzalo Pérez Cuevas, José Altagracia Suazo, Carmen Lora
Iglesias (Piky), José Chaljub Mejía, Luis Adolfo Domínguez, Abel Rodríguez del
Orbe, José Aníbal Guzmán, Cruz Peralta, Homero Hernández, Manuel de Jesús
Checo, Nathanael Díaz González, Emil Elías Esmurdoc Ariza, Juan Lantigua
Javier, Aquiles Reynoso Paulino, Oscar Edgar Cabral Rodríguez, Ramón Euclides
Morillo Martínez, Reyes Saldaña, José Antonio Moquete Capell, Juan José Javier
Reyes, Gil Alberto Pérez Rijo (Belisario), Lilo Coss Batista, José Dionisio
Bautista Fabián, Angel Luís Pertnella Ceballos, Federico Cuello Dávila, Jaime
Capell Bello, Enrique Batista Gómez, José Hungría Sánchez, Reymundo Cuevas Sena,
Nelio Hernández Bautista, Rafael Faxas Canto (Pipe), Enriquillo Almánzar, Caqui
Meléndez, Minaya Fernández, José Antonio Contado, Cristóbal Romás (Cristobita),
Félix Gerónimo Escaño Peña, Edmundo Díaz, Daniel Matías, Francisco Tello,
Sóstenes Peña Jáquez, Juan Miguel Román, Juan José Matos Rivera, Marcelino
Grullón Jiménez, Teódulo Radhamés Guerrero, Bienvenido Aquino Pimentel, Benito
Alejo Germán Vargas, Arquímedes Pagán Féliz, Eduardo Rosa Aristy, Luís Peláez, Manuel
Lulo, Antonio Mirabal Jiménez, Julio Lora Genao, Freddy Reyes, Marcelino
Antonio rosado, José Romero Bella Suriñach, Julio Henríquez Montandón,
Marcelino Antonio Vargas Jáquez, Zoilo Batista, Hugo Alberto García Muñóz,
Angel Rafael Abud y Manuel de Regla Medrano, la mayoría de los cuales fueron
asesinados por dicho régimen?
¿De qué sirvieron los denodados esfuerzos y sacrificios realizados
durante los años 1963 a 1965 por los oficiales Rafael Tomás Fernández
Domínguez, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Vinicio Antonio Fernández Pérez ,
Eladio Ramírez Sánchez, Giovanni Gutiérrez, Mario Peña Taveras, Abel Martínez,
Aquiles Hernández, Iván Hernández, Miguel Angel Hernando Ramírez, José Israel
Pérez Fernández, José Mauricio Fernández, José R. Estrella, Héctor Lachapelle
Díaz, Euclides Morillo, Ilio Capocci, Juan María Lora Fernández, Juan Miguel
Román y muchos otros militares honestos para reponer a Juan Bosch en la
Presidencia, restituir la Constitución de 1963 y hacer respetar tanto la
voluntad popular manifestada en las elecciones del 20 de diciembre de 1963, como
la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas?
¿De qué sirvió la muerte de más de 2,800 civiles y de 600
Constitucionalistas durante la Revolución de Abril de 1965, muertes que fueron
el resultado de la traición de militares y civiles a su patria y a los
principios constitucionales, para permitir que los Estados Unidos de América
nuevamente mancillara la soberanía nacional con una intervención militar de
42,000 marines que cometieron horrendos crímenes de guerra?
¿De qué sirvieron las muertes de cientos de jóvenes
estudiantes, militares constitucionalistas, profesionales, sindicalistas, periodistas
y opositores a los gobiernos tiránicos y corruptos de Joaquín Balaguer,
especialmente durante los gobiernos consecutivos que encabezó de 1966 a 1978,
incluyendo a Henry Segarra Santos, Amín Abel Hasbún, Guido Gil Díaz,
Maximiliano Gómez (El Moreno), Amaury Germán Aristy, Virgilio Eugenio Perdomo
Pérez, Ulises Arquímedes Cerón Polanco, Bienvenido Silveira Leal Prandy (La
Chuta), Mario Balderas, Asdrúbal Domínguez, Narciso González, Orlando Martínez
Howley, Otto Morales, Tito Monte, Sagrario Ercira Díaz, Rubén Santana, Tulio
Rivas, Armando Díaz, los 5 jóvenes del Club Héctor J. Díaz, Gregorio García
Castro, Eladio Peña de la Rosa, Florinda Soriano (Mamá Tingó), Manfredo Casado
Villar, Guillermo Peláez, Rolando De la Maza, Radhamés García, Vinicio Antonio
Franco, Juan Rafael Bisonó Mera, Miguel Reyes Santini, Ramón Emilio Mejía
(Pichirilo), William Jiménez, Luís de Peña, Vidal Peguero, Orlando Mazara,
Roberto Basilio Perdomo, Roberto Nivar,
Flavio Suero, Modesto Rodríguez, Héctor Santiago, Rafael Mota, Silvio Abud,
Salomón Lama, Rafael Vargas, Homero Hernández Vargas, Rafael Guillén, Virgilio
Perdomo Pérez, José Vizcaino, Luís Martínez, Guillermo Rubirosa, Héctor García,
Rafael Tavares Miolán, entre tantos ciudadanos vilmente asesinados por “La
Banda”, “Los Incontrolables” y las fuerzas represivas de Balaguer?
¿De qué sirvió la incursión armada de Playa Caracoles en
febrero de 1973 para derrocar a Balaguer y restaurar la Constitución de 1963,
realizada por Francisco Alberto Caamaño Deñó, Eberto Geordano Lalane José,
Alfredo Pérez Vargas, Ramón Euclides Holguín Marte, Mario Nelson Galán Durán,
Juan Ramón Payero Ulloa, Hamlet Hermann
Pérez, Claudio Caamaño Grullón y Toribio Peña Jáquez, muriendo los primeros seis y capturados y exiliados los
últimos tres?
¿De qué sirvió la muerte de más de cien personas y el
apresamiento de otras miles durante los tres días de motines civiles que
comenzaron el lunes 24 de abril de 1984 para protestar contra el aumento de los
precios de los artículos de primera necesidad, la devaluación del peso
dominicano y la firma de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional?
En fin, ¿De qué sirvieron todas esas muertes y sacrificios,
que se originaron en un deseo genuino y patriótico de beneficiar al pueblo
dominicano, si hemos llegado a pleno siglo 21 y nuestro país continúa viviendo
una situación de atraso económico, desorden permanente, injusticia social, endeudamiento
extremo, pobreza rampante, ignorancia, violencia, delincuencia, narcotráfico,
corrupción, haitianización creciente, servicios públicos ineficaces y poderes
públicos que actúan al margen de la Constitución, mientras todo el pueblo que
sufre esa situación se mantiene indiferente, con los brazos cruzados, sin hacer
ningún esfuerzo efectivo para reclamar sus derechos y alentando con su actitud cobarde
a políticos inescrupulosos que continúan haciendo del Gobierno su centro de poder
omnímodo y de enriquecimiento ilícito?
Realmente parece que las
muertes, sacrificios e iniciativas de nuestros héroes y valientes no sirvieron
de nada.