“Quien acepta pasivamente el mal es tan responsable como el que lo
comete. Quien ve el mal y no protesta, ayuda a hacer el mal”
Martin
Luther King
(1929-1968), Pastor y Activista Norteamericano
Realmente no comprendo algunas de las cosas que los
dominicanos hacemos.
Desde hace un tiempo se vienen escenificando protestas
contra la Barrick Gold y se multiplican los artículos en periódicos y los
comentarios en la radio y la televisión en el mismo sentido. Sin embargo, mi
nivel de inteligencia, que no es necesariamente más alto que los que promueven y
están de acuerdo con esas demandas, me lleva a concluir sin ninguna duda que las
protestas no se han orientado debidamente, pues no es sólo contra la Barrick Gold que debemos protestar.
Salvo el mejor parecer de mis lectores, considero que un
ejercicio de lógica elemental nos ayudaría a saber si tengo o no la razón para
afirmar lo anterior.
La Barrick Gold, como inversionista extranjero, deseaba
explotar los yacimientos de oro y plata de la República Dominicana con todas
las ventajas y prerrogativas posibles. A esos fines, hizo exactamente lo que
tenía que hacer: estableció contactos al más alto nivel de decisión y, como parte
central de su estrategia, dos de sus principales accionistas, que son también
miembros de su Consejo de Directores, se reunieron con el entonces Presidente
Leonel Fernández en Casa de Campo.
Las conversaciones que la Barrick sostuvo con Fernández
deben haber sido extremadamente fructíferas, pues en muy poco tiempo el Congreso,
ejecutando las instrucciones expresas de su jefe político, cometió la
barbaridad de aprobar, sin siquiera leerlo y mucho menos analizarlo a
profundidad, uno de los contratos más
lesivos al interés nacional, un contrato que sólo favorece a la Barrick y
perjudica notablemente al pueblo dominicano, ese pueblo a quien el Presidente y
los miembros del mal llamado Congreso Nacional representan, pues supuestamente estamos viviendo bajo el sistema político
denominado “democracia representativa”.
Los dominicanos deberíamos imaginarnos que la suma de dinero
que circuló entre nuestras autoridades ejecutivas y legislativas para que se
cometiera semejante oprobio debe haber sido enorme, lo cual demuestra que la
Barrick Gold hizo un excelente trabajo para lograr lo que se propuso desde un
principio: expoliar la riqueza nacional descaradamente, sin importar los
efectos negativos que su operación tendría sobre nuestra economía y el medio
ambiente. Y la Barrick pudo hacerlo así porque contó con el apoyo absoluto de las
máximas autoridades del país, especialmente del Presidente de la República, que
es quien tiene toda la
responsabilidad por lo sucedido.
La Barrick nunca hubiera podido obtener un acuerdo como el
que se suscribió si la honestidad, patriotismo y dignidad de Leonel Fernández,
entonces Presidente de la nación, hubieran sido consecuentes con el cargo que éste desempeñaba y con su compromiso y obligación como primer magistrado de la
nación y con el juramento que hizo al tomar posesión de su cargo.
En conclusión, las protestas de la ciudadanía, que penosamente
están integradas por apenas un puñado de personas, no solamente deberían estar dirigidas a
la Barrick Gold, como se está haciendo ahora, porque, a pesar de que esa
compañía extranjera realmente hizo gestiones malsanas, su objetivo fue logrado
por la corrupción e irresponsabilidad de malos dominicanos. Es increíble, pues,
que las protestas no se hayan dirigido también hacia estos últimos.
Por consiguiente, las demandas, las críticas, las
condenas y la desaprobación rotunda
deben incluir a Leonel Fernández, Funglode (donde han ido a parar los
recursos que no se pueden justificar) y la banda de ladrones y maleantes de lo
que los dominicanos llaman Congreso Nacional.
Eso es lo que me dice mi escaso nivel de inteligencia.