“Nada
hay más terrible que una ignorancia activa”.
Goethe (1749-1832) Poeta y dramaturgo
alemán.
Aunque
debemos reconocer que Leonel Fernández es un político perverso y que desprecia
al pueblo dominicano, hay que reconocer que es un individuo sumamente hábil, astuto
y maquiavélico. Y no lo digo sólo porque se haya quedado con una importante cuota
de poder luego de haber concluido su Presidencia a mediados del pasado mes de
agosto, sino porque ha sabido manipular a su antojo a los principales actores
políticos actuales (Danilo Medina, Miguel Vargas Maldonado e Hipólito Mejía),
al tiempo que ha salido totalmente impune de las irregularidades de sus
mandatos y ha jugado con la opinión pública como le ha dado la gana.
Hay que
quitarse el sombrero ante Leonel Fernández. Hizo todo lo que quiso durante los últimos
ocho años, sin posibilidad aparente de que pague por sus culpas. Pero además es
casi seguro que vuelva al poder en el 2016 para gobernar a un pueblo
masoquista, pusilánime e ignorante, que lo ama y que es “loco con su tíguere”.
¡Caramba!
Parece increíble, pero no me cabe la menor duda de que es así.
El pueblo
dominicano no debería ser tan desmemoriado como para no recordar que Leonel
Fernández y Miguel Vargas Maldonado se reunieron varias veces en el 2009 y una
vez por dos horas en el Edificio Diandy XVII, en una noche de abril del 2011,
luego de concluidas las elecciones internas que determinaron que Hipólito Mejía
iba a ser el candidato del PRD en las elecciones generales. En esas reuniones
se acordaron asuntos cuyos detalles el pueblo no conoce aún porque corresponden
a la estrategia política de Fernández con miras a las elecciones del 2016. Lo
único visible de esas reuniones es aquel famoso “Pacto de las Corbatas Azules”,
suscrito en vísperas de la reforma constitucional promulgada en enero del 2010,
así como el comportamiento posterior de Vargas Maldonado que todos conocemos.
El pueblo
dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que la división del
Partido Revolucionario Dominicano y la ausencia de una oposición eficaz a los
desmanes del Gobierno ya estaban previstas y previamente coordinadas en las
reuniones que se realizaron con Vargas Maldonado.
El pueblo
dominicano no debería ser tan ignorante como para no deducir que la reunión de
Leonel Fernández con Danilo Medina el martes 26 de junio del 2012 en el Palacio
Nacional no fue para “conversar sobre la perspectiva social, económica y
política de la República Dominicana, así como de la situación internacional”,
sino para que Medina recibiera de Fernández las instrucciones sobre cuál debía
ser su actitud y sus acciones ante el desastre fiscal que recibiría al tomar
posesión de la primera magistratura. De igual manera, cuáles funcionarios del
Gobierno de Fernández debían ser confirmados en sus puestos y cuál debía ser su
actuación con respecto a la corrupción rampante del Gobierno que le precedió.
El pueblo
dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que la elección de
Danilo Medina como Presidente y de Margarita Cedeño como Vice-Presidente se
corresponde con uno de los puntos principales de la estrategia política de
Leonel Fernández, quien invirtió mucho tiempo, esfuerzo y dinero del
presupuesto nacional para que esa posibilidad pudiera convertirse en realidad y
fuese él la figura clave detrás del poder y la principal en el PLD.
El pueblo
dominicano no debería ser tan ignorante como para no darse cuenta de que Danilo
Medina, un individuo inteligente pero sin carisma de líder, conocía bien la
situación fiscal del Gobierno desde mediados del 2012 y que la conocía mucho
mejor cuando tomó juramento como Presidente.
El pueblo
dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que el Gobierno de
Danilo Medina nunca ha dudado en hacerle tomar al pueblo el trago amargo del
aumento de impuestos, sin importar lo que piensen los distintos sectores de la
vida nacional, porque eso fue lo mismo que hizo cinco veces Leonel Fernández
durante su Gobierno. Es un trago amargo que el pueblo dominicano está más que
acostumbrado a tomar.
El pueblo
dominicano no debería ser tan ignorante como para no entender que el partido
que fundó el Profesor Juan Bosch no es el mismo partido cuya propiedad
pertenece ahora a Leonel Fernández y que el eslogan de “servir al partido para
servir al pueblo” no es más que un sofisma para engañar a la gente. Es obvio
que no es a un partido, sino a todo el pueblo dominicano al que deberían servir
directamente las autoridades nacionales, pero ocurre que éstas y los altos
dirigentes del partido se han convertido en una banda de vulgares delincuentes
que se sirven del presupuesto nacional para enriquecerse ellos, sus familiares,
sus compañeros y sus cómplices.
El pueblo
dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que el parche de nuevos
impuestos presentado por el Gobierno de Danilo Medina se iba a imponer al país
a como diera lugar, sin que hubiese un sacrificio efectivo por parte del
Gobierno, del Congreso y de las instituciones públicas descentralizadas y sin
que el pueblo dominicano pudiera encauzar su protesta a través de una huelga
general indefinida, única forma de llevar al Gobierno a efectuar una verdadera
reforma fiscal integral, la cual tiene necesariamente que contener la
reestructuración, reducción y reorientación del gasto público; la eliminación
del dispendio, de los barrilitos, de las nominillas, de la sobrevaluación de
obras y de la duplicidad institucional; el control absoluto del endeudamiento
externo; el ajuste de la tarifa eléctrica y el cobro efectivo de la energía
servida a todos ciudadanos del país; la renegociación de los contratos con los
generadores; la eliminación total de los subsidios; y la obligación de que el
Gobierno asuma el déficit cuasi-fiscal, entre otras importantes medidas, sin
las cuales pronto nos enfrentaremos a la necesidad de otra “reforma fiscal”.
El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que cualquier reducción que pueda producirse en el monto total del paquete impositivo que será aprobado por el Congreso, será compensada con un aumento en el financiamiento externo o interno, lo cual incrementará aún más la deuda pública, una deuda que, de una forma u otra, somos nosotros quienes la debemos pagar y que ya absorbe más del 40% del presupuesto nacional. Esto significa que de cualquier manera es la ciudadanía la que pagará por los platos rotos por Leonel Fernández.
El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que cualquier reducción que pueda producirse en el monto total del paquete impositivo que será aprobado por el Congreso, será compensada con un aumento en el financiamiento externo o interno, lo cual incrementará aún más la deuda pública, una deuda que, de una forma u otra, somos nosotros quienes la debemos pagar y que ya absorbe más del 40% del presupuesto nacional. Esto significa que de cualquier manera es la ciudadanía la que pagará por los platos rotos por Leonel Fernández.
El pueblo
dominicano no debería ser tan ignorante como para no comprender que el aumento
de impuestos y, por tanto, de los ingresos del Gobierno, no generarán ninguna
mejoría en los servicios públicos básicos o la protección social que éste debe brindar
a la ciudadanía y que los nuevos recursos sólo servirán para lo que los
funcionarios del Gobierno hacen muy bien: dilapidar nuestro dinero, endeudarnos
cada vez más y distraer en beneficio propio una parte sustancial de esos
ingresos. Tampoco significa que desaparecerá el desorden general que prevalece
en el país como resultado del irrespeto total a las leyes y a las personas, la
falta de autoridad y el pésimo ejemplo de las autoridades, que son los primeros
en violar las leyes, ni que se superarán los graves problemas de la injusticia
y exclusión social, así como los altos niveles de desempleo, la inmigración
masiva de haitianos, la delincuencia y el narcotráfico.
El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que el aumento de impuestos, que muchos consideran necesario, no surtirá los efectos deseados y será un esfuerzo inútil si no se eliminan por completo las causas que han originado los grandes deficit fiscales en los últimos años.
El pueblo dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que el aumento de impuestos, que muchos consideran necesario, no surtirá los efectos deseados y será un esfuerzo inútil si no se eliminan por completo las causas que han originado los grandes deficit fiscales en los últimos años.
El pueblo
dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que el enorme
déficit fiscal del Gobierno no es consecuencia de que no paguemos suficientes
impuestos, pues las recaudaciones de los últimos años han sido las más elevadas
en la historia tributaria del país, sino que se ha debido a la perversidad e
indolencia de un gobernante que antepuso sus intereses personales al bienestar
de todo un pueblo.
El pueblo
dominicano no debería ser tan ignorante como para no estar consciente de que, una
vez que el Congreso apruebe el nuevo aumento de impuestos, la clase media será afectada
negativamente y la clase pobre se hundirá
más en la miseria, aumentando el porcentaje de la población que vive en
condiciones de pobreza y extrema pobreza.
El pueblo
dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que se ha mantenido
aportando sumas cada vez más elevadas al erario público, sin que pueda ejercer debidamente
los derechos consagrados a su favor en la Constitución de la República.
El pueblo
dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que lo que está
ocurriendo hoy en el país es porque nuestro sistema político no cumple con los
requisitos para que la República Dominicana sea un Estado Social y Democrático
de Derecho, tal como lo consagra el Artículo 7 de su Constitución, pues no está
cimentado en el respeto a la dignidad humana, en la separación e independencia
de los poderes públicos y en el cumplimiento de los derechos y garantías fundamentales
de los ciudadanos que se encuentran detallados en el Título II de ese “Pedazo
de Papel”, que muy pocos dominicanos han leído y que los gobiernos de Leonel
Fernández violaron de manera reiterada luego de éste haber hecho en tres
ocasiones el juramento solemne contemplado en el Artículo 127: “Juro ante Dios y ante el pueblo, por
la Patria y por mi honor, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las
leyes de la República, proteger y defender su independencia, respetar los
derechos y las libertades de los
ciudadanos y cumplir fielmente los deberes de mi cargo”.
El pueblo
dominicano no debería ser tan ignorante como para no saber que el Consejo
Económico y Social es un órgano de consulta del Poder Ejecutivo, que no tiene
ninguna facultad para negociar o imponer medidas y que fue utilizado por Danilo
Medina y Temístocles Montás como instrumento de conveniencia para dar al pueblo
la impresión de una democracia que no existe y de que el plan para aumentar los
impuestos podía variar significativamente, cuando es evidente que la intención
fue siempre enviar la propuesta al Congreso para que, luego de un show de
“vistas públicas”, éste la apruebe de manera expedita.
El pueblo
dominicano no debería ser tan ignorante como para no reconocer que no tiene la
más mínima posibilidad de impedir el próximo aumento de impuestos, ni los que
le seguirán a ese, pues hace muchos años que desapareció el liderazgo político,
sindical, estudiantil y militar que le permitía al pueblo unirse y protestar.
Ya no existen líderes para defender a un pueblo que ha renunciado a su
condición de pueblo y a su dignidad, un pueblo que parece no interesarle que lo
defiendan y que está a merced de sectores que lo han traicionado, que se han
vendido o dejado comprar por los políticos en el Gobierno y cuya mayoría tiene sus
representantes en el Consejo Económico y Social.
Por cierto,
si lo que he escrito aquí no se corresponde con la verdad, entonces el
ignorante soy yo.